JUEVES 26 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Octavio Rodríguez Araujo Ť

Tabasco, una hipótesis

En Tabasco se dio la prueba de fuego del foxismo y del PAN por cuanto a los cambios políticos que se propusieron. ƑNo pasaron el examen (como muchos creen) o son muy hábiles y dejaron que, con estas elecciones locales, el PRI acelerara su división interna de la que muy difícilmente podrá reponerse?

ƑPor qué el PAN se negó a hacer alianza con el PRD y otros partidos contra el priísmo de Tabasco, el mismo que se acuerpó con Madrazo cuando Zedillo-Moctezuma-PRD quisieron defenestrarlo hace cinco años? ƑPor qué después, cuando se trató de validar la elección de Andrade, el PAN prefirió hacer mutis junto con el PRD? La jugada del PAN y de Fox ha sido muy clara. Chiapas no es Tabasco ni Albores es Madrazo. El reducto del priísmo antizedillista no está ni estaba en Chiapas, sino en Tabasco. Dividir al PRI en su plaza más fuerte, y en momentos en que se trata de decidir su dirección y su futuro, al margen del Presidente de la República, no fue una jugada ingenua. Y menos si se piensa que se llevó a cabo antes de la reunión del presidente electo con los dirigentes del corporativismo sindical tradicionalmente priísta, que, aunque muy deteriorado, todavía existe.

Si el PRI perdía en Tabasco, bueno para el PRD, pero también para el PAN y para el gobierno de Fox, y malo, obviamente, para el ex partido oficial, en realidad para los priístas tradicionales. Si este partido ganaba a la malagueña, como ha sido el caso, automáticamente Fox y su partido habrían de contar con los "enemigos de mis enemigos", es decir, con Zedillo y los priístas zedillistas, y al mismo tiempo, por aquello de que la jugada no saliera bien, se cuidaron de no enfrentarse a Madrazo, y a quienes lo apoyan en el PRI (que no son pocos), y de mantener la alianza tácita con los gobernadores del sur y sureste que, sin Chiapas, ya no tienen la fuerza que pensaban tener un sexenio más.

No debe pasarse por alto, independientemente de los intereses de Fox por la gobernabilidad, que un cambio de régimen, en un país como el nuestro, se da desde la Presidencia de la República y no desde el gobierno de algunos estados. Pero tampoco debe ignorarse que la transición de un régimen a otro no es de la noche a la mañana, y que lo que se está jugando Fox en estos momentos no es sólo llegar al poder y mantenerse en él, sino también la continuidad en el poder de su partido y sus amigos o, de otra manera dicho: la derrota completa del PRI (del PRI tradicional).

Si los tribunales federales anulan la elección del 15 de octubre, o cambian sus resultados, quedará claro que no fue por iniciativa de Fox ni del PAN, sino por la del PRD y sus aliados coyunturales del priísmo disidente tabasqueño. Tabasco, para un sector importante del PRI, no es sólo la derrota de Madrazo, para quien han pedido expulsión, sino también la posibilidad de refundar su partido sin estorbosos liderazgos caciquiles que, por añadidura, tienen las manos muy sucias por fraudes y corrupción. La refundación del PRI, como la del PRD, para que tenga éxito, tiene que darse con líderes de cola más corta y con gente que se haya caracterizado por su prudencia, ecuanimidad y amplitud de criterio. Cómo se definan PRI y PRD para distinguirse en el futuro, será asunto secundario en el corto plazo. Lo que en estos momentos está en juego es el futuro de los tres grandes partidos hacia las próximas elecciones federales, y este futuro dependerá para PRI y PRD tanto de su reorganización ideológica y política como de su actuación en el Congreso de la Unión, en este orden.