MIERCOLES 25 DE OCTUBRE DE 2000

Ť En el Lídice sonó fuerte Sólo le pido a Dios, hoy himno a la vida 


Entre el rock y el folk, cantó León Gieco

Arturo Cruz Bárcenas Ť Dicen que la noche del pasado lunes se apareció El fantasma de Canterville por San Jerónimo, al sur de la ciudad; se rumora que entró en el teatro Lídice y lo colmó de espíritus canoros, de rock y folk, de palabras claras y algunos trabalenguas.

Son noches previas a los días de fieles difuntos. El aire es frío, pero como en procesión unas cien personas van al teatro a oír a ese fantasma, a quien han esperado durante décadas. Algunos lo escucharon hace 15 años, junto a Tania Libertad, cantando a dúo Sólo le pido a Dios, que ahora es un himno a la vida, que es memoria; nadie muere del todo si alguien lo recuerda.

Gabino-LeonEs León Gieco, el fantasma ?según la definición de Charlie García? en tres horas de concierto para expiar, si no fantasmas, sueños freudianos contenidos

A Charlie, León le compuso una canción que habla de los fusiles ?sin relación con lo bélico?, inspirado en la película Amadeus: Los Salieres de Charlie, a quien en el recital comparó con Mozart, en el sentido de que piensa la música y la plasma en el papel. "Mientras otros tenemos que darle unas vueltecitas; procesar la experiencia unos seis meses", dijo Gieco.

Argentino a final de cuentas ?nació el 20 de noviembre de 1951, en Cañada Rosquín, Santa Fe? se burló de sus paisanos: "Los argentinos suben a una cima o a lo alto de un edificio para ver cómo se ve la ciudad sin ellos".

La educación musical: hubo una maestra que en cinco segundos decía éste sí o éste no, en relación con el potencial que el alumno tenía para el canto. "Afectó a gente para siempre, en cinco segundos".

Da vergüenza ver a un millón de argentinos, añadió, dando vueltas alrededor del obelisco, que parece un pene eternamente parado, entonando el simple "¡oe-oe-Diego-Diego!".

Cada anécdota, sabrosa y aleccionadora, olía a tierra, a ese pedregal que León tuvo que escarbar con sus amigos para poder ensayar rock, ante la presión vecinal y policiaca de que no debían hacer más ruido.

León hizo un retrato cándido e ingenuo, con sentido del humor ?lo cual ya es mucho decir en este tiempo en el que los narcisos chocan como yoyos? de sí mismo.

Noche inolvidable, de encuentros entre el cantante y algunos asistentes que lo habían esperado muchos años. Pagó la espera con Sólo le pido a Dios, Canción de amor para Francisca, En el país de la libertad, La Navidad de luz.

León narró cómo a los 11 años formó su primer conjunto de música moderna: Los Moscos, que se separaron en 1970; habló de su admiración por Bob Dylan, que lo marcó en su vida, en su alma, y lo convirtió en un hombre de hierro. Como Zimmerman, Gieco deambula entre el rock y el folk, como un fantasma que cruza paredes  .