MIERCOLES 25 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Luis Linares Zapata Ť
Sí se pudo, Ƒo no?
Tabasco aparece como el sitio donde todo quedó en el lugar previamente asignado por los cabecillas locales del PRI: alzarse con la mayoría del Congreso, de las presidencias municipales, pero, sobre todo, ganar la gubernatura en juego. Y, como de pasada, aligerarle el camino a Roberto Madrazo para llegar a la presidencia nacional de ese partido. Después del conteo de votos y la sesión dominguera que le siguió en el Instituto Estatal Electoral (IEE), esa imagen se ha condensado. Un buen logro para alcanzarlo con sólo 298 mil votos provincianos y los escuálidos 8 mil de diferencia. Los reproches, las críticas severas de muchos, y las impugnaciones lanzadas desde variados campos de interés y múltiples puntos de vista partidarios son aspectos laterales; lo de siempre, dicen los interesados.
Todas esas negativas a reconocer el triunfo, ahora oficializado (IEE), chocan con una realidad de la política que antepone a la misma legitimidad, la cruda validez del hecho consumado. Todo tropiezo, falta de credibilidad, dudas sobre la legalidad de los mecanismos para acercarse la voluntad ciudadana o el desapego al derecho que marcan las normas electorales se estrellan, en la lucha por el poder público, con el famoso hecho juzgado.
Lograr el triunfo y recibir la constancia de mayoría nubla, casi de inmediato, todo reclamo y lo envía al nimbo de lo que tiene escasas o nulas posibilidades de prevalecer. Hasta ahora y por el momento, sí se pudo. Poco importa lo que se arrolló para conseguirlo. En andando los acontecimientos, se afirma con cinismo, habrá tiempo, recursos y ayudas suficientes para borrar malas impresiones, acallar lloriqueos, apaciguar a descontentos y allegarse aliados. El uso y disfrute del poder es una poderosa herramienta para propiciar la propia legitimidad empeñada. Sin embargo, en la ruta quedó dibujada parte del mapa real de la democracia en México con sus ilusiones y estrenos, pero, también, con sus chipotes y deformaciones. Tabasco, para desgracia nacional, no es un caso aislado y las experiencias habrán de repetirse (Yucatán por ejemplo). El cuerpo social y político de la nación no está del todo sano y hace falta un enorme trabajo de organización ciudadana para su convalecencia.
Pero de la ecuación enunciada arriba hay algo que se quedó en el camino: las aspiraciones de Madrazo para marchar sin contratiempos hacia la presidencia del PRI. Ya de por sí tenía rémoras bastantes como para permitir que su canoa hiciera agua por varios lados. La oscuridad de sus apoyos financieros, las serias dudas de su proclamado triunfo en la contienda contra López Obrador y los famosos paquetes de facturas, el uso desmedido de recursos públicos para lanzar su precampaña al interior del PRI, la cerrazón para imponer su voluntad que desmembró a los priístas locales, el férreo control corporativo de la vida organizada que hizo grotesca la inequidad en la competencia, su tambaleante credibilidad, mermada aún más por su fallida campaña publicitaria que le regresó suspicacias y temores, son sólo algunas ponchaduras que llevan sus llantas de ilusiones para lograr su cometido en el Revolucionario. A ellas hay que agregar los exiguos votos obtenidos ahora, a pesar del enorme gasto de recursos, la radical oposición y hasta denuncias airadas de priístas de buen y conocido nombre como Arturo Núñez y demás acompañantes, la cerrazón monolítica de unos medios de comunicación locales por completo parciales, que ultrajan la pluralidad y los derechos colectivos, así como los apoyos del aparato público a favor de Manuel Andrade que caen en la franca ilegalidad. Y, para terminar, un candidato que siempre mantuvo su mediano y subordinado perfil.
Demasiados obstáculos para llegar a la cúspide que se propone Madrazo, pero la aparición de otras figuras dentro del priísmo como alternativas para dirigirlo es un fenómeno inesperado para lo que muchos aseguraban era una candidatura indetenible. A medida que transcurre el tiempo, y las elecciones de Tabasco muestran su lado oscuro, Madrazo se devela como un retroceso, como un liderazgo espurio del que hay que alejarse porque es, precisamente, el perfil de político que la sociedad rechaza. Las divisiones del PRI se tornan virulentas, no son las usuales disputas de casa, aparecen como pendencias personales y hondas fracturas por intereses irreconciliables. En medio de este desolador escenario, la postura adoptada recientemente por el senador Genaro Borrego abre un intervalo en la contienda, se carga del lado de aquéllos que juzgan improcedente a Madrazo y, al mismo tiempo, se alza como una opción aceptable a los requerimientos de una sociedad que camina, aunque sea con tropezones, hacia la modernidad. Su figura política es atractiva para amplias capas de la población, para grupos de influencia económica y hasta ideológica del sistema establecido, pero también para priístas que desean acercarse y trabajar con individuos de trayectorias efectivas y limpias.
El pleito por Tabasco ha de llegar, finalmente, a los tribunales de la Federación. Ahí se verá si hay, o no, pruebas del fraude que alega el PRD. Si se dictamina con estricto apego a la validez jurídica es posible que Andrade quede en su silla gubernamental, pero si se atiende a la legitimidad de todo el contorno, puede verse una solución innovadora.