MIERCOLES 25 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Bernardo Bátiz Vázquez Ť
El príncipe Valiente
Mi padre, don José Bátiz Grajales, los domingos en la mañana, después de desayunar y antes de llevarnos a pasear a Chapultepec o al estadio, nos leía a mis hermanos y a mí los "muñequitos" del Excélsior. El príncipe Valiente era mi preferido, y el interés que tuve durante algún tiempo por la Edad Media, los castillos y los caballeros andantes se derivó, sin duda, de aquellas lecturas infantiles.
Crecí leyendo Excélsior, era un buen periódico, que en su momento alcanzó una especie de campeonato entre los demás que le iban siempre a la zaga.
Cuando puse mi propio hogar, una de las primeras cosas que hice fue suscribirme al diario que me parecía el mejor de entonces; ciertamente, no había muchos puntos de comparación, pero su independencia, su carácter peculiar que le daba ser una empresa cooperativa y que en él escribieran personas para mí muy admiradas, como Pedro Vázquez Cisneros, Daniel Cosío Villegas, Adolfo Christlieb, Manuel González Hinojosa, Nikito Nipongo, y otros más, fue sin duda factor de mi fidelidad durante muchos años.
Cuando Luis Echeverría dio el golpe contra el periódico y la cooperativa y se impusieron los tres "inos" (Regino, Juventino y Bernardino), decidí, como muchos entonces, cancelar mi suscripción.
Sin embargo, los domingos no podía ceder a la tentación de buscar el Excélsior para leer las tiras cómicas, siempre en las mañanas durante el desayuno y antes de iniciar la actividad dominical, que no pocas veces era una campaña política.
He mantenido largo tiempo esa costumbre: por El Búho Ilustrado hasta que se terminó, por León García Soler, pero también por las aventuras del rey Arturo, de Aleta, de Arn y los demás personajes de la bien dibujada tira en la que el héroe principal es el campeón de los caballeros de la Mesa Redonda.
Me preocuparía que desapareciera Excélsior por más razones que la desaparición de una de las últimas secciones de tiras cómicas que quedan en nuestro país, y una es porque se trata de un periódico con una gran historia, a pesar de sus contratiempos; sería una lástima que una larga tradición periodística quedara trunca por los errores y abusos de su directiva anterior y principalmente porque la experiencia de cooperativas exitosas en nuestro país no es muy numerosa.
Excélsior, junto con otras grandes cooperativas, como la Cruz Azul o la Pascual, han sido la muestra de que el sistema cooperativo es viable, aun con la feroz competencia de las empresas capitalistas, porque en el cooperativismo los trabajadores son también los dueños del capital, trabajan para su comunidad y para ellos mismos, bajo principios de solidaridad, compañerismo e igualdad, y esa alternativa no hay que olvidarla frente al neoliberalismo.
Felicito a los cooperativistas de Excélsior que se sacudieron la tiranía del "ino" que quedaba y desde este espacio les deseo que sigan adelante en su esfuerzo y que confíen en que así como hubo un repudio popular cuando se dio el atropello en contra de su periódico, así, estoy seguro, hoy habrá un apoyo popular a tan importante medio de comunicación, que ha sido rescatado de las manos de quienes sin congruencia y sin verdadera visión periodística lo manejaban. Por lo pronto, con permiso de mis amigos de La Jornada, volveré a suscribirme.
Con un recuerdo a Pablo Sandoval, luchador social