MIERCOLES 25 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Ex combatientes explican el proceso de deslinde


El ocaso guerrillero de los 70, derrota militar, no política

Ť Sobreviven grupos porque persisten las causas: David Cabañas

Ť Hubo ejecuciones de delatores, no de desertores: Eduardo

José Gil Olmos /III Ť La desarticulación de la Liga Comunista 23 de Septiembre, a finales de 1974, y la muerte de los principales dirigentes de los movimientos armados, significó la derrota de la guerrilla de los años sesenta y setenta. David Cabañas, ex militante del PROCUP-PDLP, aclara que ello fue una derrota militar, mas no política.

Hermano menor de Lucio Cabañas, agrega: "Hubo derrotas militares en sentido estricto. El Estado sí golpeó fuerte a las organizaciones armadas, pero las luchas siguieron vivas. En el caso del PDLP fue así porque los problemas de la región permanecieron, ahora son más graves, por eso mantuvo sus banderas y, según los medios de comunicación, pasó a formar el EPR".

Salvador Castañeda, ex militante del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) y autor de cinco libros sobre la guerrilla, entre ellos ƑPor qué dijiste todo?, sostiene: "Acepto ese calificativo, la guerrilla en México fracasó, pero hay que distinguir si es un fracaso político o militar. Desde luego, para mí es un fracaso militar, porque las causas que la promovieron prevalecen, con otra tesitura, pero están presentes".

Tras la disolución de la 23 de Septiembre, se originó un proceso conocido entre los guerrilleros como la rectificación o el deslinde, y que esencialmente fue la renuncia al cambio político-social por la vía armada.

Eduardo Esquivel, ex integrante de la Brigada Roja; Mario Ramírez, del PDLP, y Benjamín Palacios, ex miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre, señalan que el deslinde fue un proceso difícil, rechazado por muchos rebeldes, quienes llegaron a considerarlo como una traición, por lo que lanzaron amenazas de muerte.

Palacios, quien estuvo preso en la cárcel de Topo Chico, Monterrey, por pertenecer a la liga, asegura que la rectificación inició allí, y que uno de los primeros fue Gustavo Hirales: "Esto se inicia como en diciembre del 74, cuando Miguel Torres Enríquez, alias el doctor Ulises -médico y uno de los guerrilleros más buscados entonces por su participación en el intento de secuestro del empresario Eugenio Garza Sada-, llega muy golpeado al penal de Topo Chico y nos informa que la liga había desaparecido, porque Ignacio Sañas Obregón había caído.

"Hasta entonces, estábamos a la expectativa de que la liga seguía, que era la organización revolucionaria definitiva. Y aunque desde antes había crítica, el saber que había desaparecido desencadena la rectificación.

"Junto con Hirales -prosigue Palacios- esto nos impulsa a hacer un análisis crítico de la actividad y de los documentos de la liga y coincide con que Valentín Campa pretendía visitarnos. Se aprovechó su visita y se le entregó el documento 'Carta a Campa', que es el primer documento rectificador, donde se critica la pertinencia de la lucha armada, que la liga no era ni había sido jamás el camino a seguir".

Señala que la reprobación hacia los que dejaron las armas fue más allá de las cartas de Rosalbina Garavito, ex integrante de la liga, "que nos sermoneaba por el 'abandono' y nuestro 'entusiasmo' por la democracia".

"El extremo fue la amenaza de los restos de la liga, que en su periódico Madera nos denunciaban como traidores y decían que sólo éramos merecedores de un tiro entre ceja y ceja".

Eduardo Esquivel, sinaloense y ex miembro de la Brigada Roja, ala radical de la Liga 23 de Septiembre, asegura que no se llegó al ajusticiamiento de los desertores, y que los casos de ejecución que recuerda fueron de gente a la que se acusó de delatores.

"No dejamos las armas por considerar que estábamos derrotados, o porque teníamos muy poca fuerza militar, sino porque consideramos que nuestro objetivo no era tomar las armas sino cambiar el régimen. Llegó el momento en que pensamos que era preferible o más adecuado dejar las armas y encabezar la lucha del pueblo".

Cuatro causas de la rectificación

Mario Ramírez Salas, actual colaborador de la Secretaría de Desarrollo Social, señala que la rectificación alcanzó diversas partes del país, entre ellas Guerrero, donde operaba el PDLP. Dice que en 1974 participaba en la Brigada Revolucionaria Emiliano Zapata, en la Costa Chica de Oaxaca. Tras la muerte de Lucio Cabañas y la desarticulación de la liga se dio un vacío que fue llenado por noticias esporádicas de un movimiento de deslinde a través de periódicos y comunicados internos.

Viajó al Distrito Federal, donde circulaban nuevos documentos. "ƑQué fue lo que nos ayudó a argumentar, a comprender que teníamos que cambiar? 1) Los golpes del aparato de seguridad, la desarticulación de la liga, la muerte de muchos compañeros y el encarcelamiento de otros. Eso nos obligó a pensar que ése ya no era un camino que nos pudiera llevar al éxito. 2) Empezamos a mirar no sólo hacia adentro, también afuera, y había movilizaciones, huelgas, luchas de los electricistas, y nos preguntamos cómo podíamos ayudar. 3) Teníamos que decidir si participábamos y cómo hacerlo para tener incidencia. 4) Al leer La enfermedad infantil del izquierdismo, de Lenin, nos dimos cuenta que siendo tan radicales y dogmáticos, habíamos caído en cosas infantiles".

La amnistía de 1977 y la reforma electoral, de Jesús Reyes Heroles, permitió la participación del Partido Comunista y otros grupos proscritos. Ese fue otro factor de impacto en la rectificación, reconoce Mario Ramírez.

"Nosotros, que la defendíamos (la amnistía), decíamos que era producto de los movimientos sociales, incluyendo la lucha armada. Los más radicales decían: 'šNo! Es una maniobra del gobierno para controlar más a la sociedad'", apunta.

Pero recuerda a los no quisieron amnistiarse, como Carlos Ceballos y Bonfilio Cervantes, quienes argumentaron que ya no era tiempo, que estaban en las listas y los iban a matar. "Históricamente, tenían razón; a muchos compañeros, aunque cambiaron, nunca les fue bien", reconoció.

Algunos de los que participaron reconocen con claridad los principales errores en que incurrieron. Salvador Castañeda: "Había mucha premura; a la primera provocación respondíamos; las concepciones que se tenían sobre la guerrilla urbana y rural eran muy artificiosas, muy mecánicas. Desde mi punto de vista, hubo una interpretación incorrecta de la experiencia revolucionaria en Cuba.

"La revolución en Cuba tuvo mucho que ver en el proceso de guerrillas en América, y creo que al mismo tiempo que la inauguró canceló la posibilidad de la lucha (armada) con esas características -del campo a la ciudad mediante un pequeño grupo-.

"Ello tenía que ser asimilado y transformado a las condiciones de cada país, porque Estados Unidos ya no estaba tan descuidado y tomó las medidas. Una de las grandes cosas que adolecieron los grupos armados fue no entender que deberían contar con una fuerza de apoyo en las ciudades capaz de proveer a los que estaban en la montaña.

"A Lucio Cabañas le dieron la oportunidad siete años, pero el Estado sabe perfectamente que la izquierda ha sido incapaz de resolver sus propias contradicciones internas, porque no hay capacidad de autocrítica, por eso le juega al desgaste y a su aniquilación desde adentro."

Enrique Condés Lara, ex miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria Estudiantil y del Partido Comunista Mexicano (PCM), explica el fracaso: "Para Lucio, el 23 de Septiembre era un grupo aventurero y expulsó, descalificando públicamente, al grupo que envió a la montaña en busca de una alianza. Para los maoístas, los comunistas eran 'revisionistas', pero para los troskistas eran simplemente 'burócratas stalinistas'. En cambio, para los integrantes del PCM, los grupos de guerrilla pro cubanos eran 'infantilismo pequeño burgués'. Y así, sucesivamente. La cerrazón y rivalidades entre organizaciones impidieron el diálogo y acercamientos. La colaboración intergrupal fue escasa. Cada organización tenía, más bien, que estarse cuidando de los demás".