Ť El productor, "pionero" de las telenovelas, dice nunca haber temido a la muerte
Miroslava me confesó sus planes de suicidio, revela Ernesto Alonso
Ť A sus 80 años, rememora su relación con Buñuel, María Félix, Andrea Palma y Los Contemporáneos
Lucy Orozco Ť A sus ochenta años, Ernesto Alonso sigue siendo productor escrupuloso, entusiasta y entregado a su trabajo. Al verlo, lo primero que llama la atención es la gentileza con que trata a sus colaboradores: "Llevo muchos años trabajando con mi equipo porque me gusta hacerlo con personas que merezcan mi absoluta confianza. Sin armonía no podría llevar a cabo mis proyectos. Soy feliz de ser productor de telenovelas".
Correcto, elegante y de gran vitalidad, su titánica carrera está indisolublemente ligada a varias generaciones de mexicanos, en cuya memoria todavía hay escenas de La Constitución (única aparición de María Félix en una teleserie), Doña Macabra, Niebla, La traición, El maleficio, Bodas de odio, Muchacha italiana viene a casarse, Yara, La antorcha encendida y El vuelo del aguila, entre muchas docenas más. Los rostros que han desfilado por sus telenovelas tampoco habrán de olvidarse: Amparo Rivelles, Anita Blanch, María Rivas, Jaqueline Andere, Angélica María, Helena Rojo, Christian Bach, Leticia Calderón y muchas más.
Para el productor de El precio de tu amor, su actual trabajo que se trasmite por Canal 2, hay una historia que se quedó con ganas de llevar a la televisión: "Sor Juana. Margarita López Portillo la elevó a un altar y la convirtió en santa. Para mí, es un gran personaje de telenovela, una joven bastarda que llega a la corte y triunfa por su belleza y talento. Alguien que escribió versos con esa sensualidad no pudo haber sido santa".
En su oficina, pequeña y ordenada, destaca un nutrido librero en el que sobresale la colección de las crónicas de la ciudad de Salvador Novo. En las paredes cuelgan varias fotografías de Ernesto con sus seres queridos; están María Félix, Emilio Azcárraga Milmo y Miroslava. Parece que al señor Alonso le gusta que lo acompañen los ángeles y los arcángeles, pues su oficina está poblada por varias figuras de éstos. Unos desenfundan su espada flamígera para defender las puertas del cielo y otros, con talante más beatífico, sugieren cuidar de él. "Me gustan mucho, los colecciono", afirma satisfecho.
Comienza la conversación, que al principio resultó un tanto atropellada por el alud de asuntos que debía atender. En la medida en que despachó sus pendientes, la conversación fluyó. Junto a él, inseparable, estaba su nieto que acompañó al paciente Ernesto por casi la mitad de la entrevista.
?Veo que le gustan mucho las imágenes religiosas. ¿Es usted católico?
?Sí, y practicante. Rezo por las noches y lo digo con orgullo. Invoco a Dios y a la Virgen, nada más. Admiro a los santos, pero a ellos no les pido nada.
?Por lo tanto, cree usted que hay una vida después de la muerte, ¿no es así?
?Absolutamente. Si no, ¿cómo darle una explicación a esta creación maravillosa de la que formamos parte? El hombre es un misterio tan indescifrable como el universo. El organismo humano, por ejemplo, es un diseño inexplicable hasta para el científico más sesudo. No creo que estemos en este mundo porque sí, debe haber algo más ?dice con la ecuanimidad que lo caracteriza.
Agrega: "No le tengo miedo a la muerte ni ahora ni cuando fui joven. Nacemos para morir y lo veo como algo natural. No digo que deseo que venga, porque disfruto de la vida, de la gente que quiero y de mi familia".
?Abordando temas más terrenales don Ernesto, ¿cuántas telenovelas ha producido?
Mira desconcertado y busca en su mente como si fuera la pregunta de los 64 mil pesos; duda y no encuentra la respuesta. Comprendo entonces que contabilizar sus obras, no ha formado parte de sus intereses. Cambio de estrategia:
?Hábleme de su pasado, ¿cómo se convirtió, por decirlo de algún modo, en el inventor de la telenovela mexicana?
Humilde señala: "No, yo no soy el inventor de la telenovela, sólo soy uno de los pioneros. Mi carrera se remonta a muchos años atrás. Nací en Aguascalientes el 28 de febrero de 1917, y desde pequeño sentí el deseo de ser actor ?sonríe?. Recuerdo que de niño, entre mis horas de doctrina, me gustaba ir al cine. De los filmes que vi primero guardo en mi memoria Ramona, con Dolores del Río; también recuerdo a Greta Garbo, sobre todo en la época del cine silente. El deseo de ser actor nunca se apartó de mí. Llegué a ser extra a los 20 años en la película La Sandunga, con Lupe Vélez, que dirigía Fernando de Fuentes, quien al verme me reconoció porque yo era hermano de Alfonso Ramírez El Calesero, para entonces un torero famoso. De Fuentes me recomendó estudiar si realmente quería ser actor.
"También debo al azar haber materializado mi sueño. La coincidencia quiso que las hermanas Blanch llevaran una obra de teatro a Aguascalientes; el hotel donde se hospedaba el elenco estaba enfrente de la casa de mi familia, a la que Anita llegó a pedir un tocadiscos. Por supuesto mi mamá se lo prestó y desde ese momento comencé mi amistad con la actriz, quien me presentó a María Conesa. Ellas me llevaron a estudiar a Bellas Artes. Empecé actuando en obras de teatro experimental, conducido por personas como Rodolfo Usigli, Xavier Villaurrutia y Salvador Novo".
Novo, Usigli y Villaurrutia
Ernesto muestra en su librero la colección de Salvador Novo. El recuerdo de esa época transforma su rostro; la emoción lo lleva a pedirme un cigarrillo, con gesto travieso, pues lo tiene prohibido por su neumonía.
Evoca: "Usigli era adusto, muy introvertido; Villaurrutia era melancólico y murió muy joven, en cambio Salvador era un hombre exuberante, extrovertido, atrevido e irreverente".
En el rostro de Ernesto se dibuja una gran sonrisa y revela que se debe a que le vino a la mente una de las muchas diabluras que hacía Salvador Novo: "Fue una época maravillosa, la cultura en México estaba en plena efervescencia, fue en ese tiempo cuando conocí a Los Contemporáneos: Montenegro, Jorge Cuesta, Elías Nandino, etcétera. También por esos años conocí a dos celebridades que no han pasado de moda: Frida Kahlo y Diego Rivera".
?¿Cuándo se convierte en actor profesional?
?Creo que fue alrededor de 1939, con la obra El Gran Galeato que dirigió Usigli. Con Villaurrutia hice teatro de medianoche, obras de un solo acto. También participé en Los diálogos de Suzette, del maestro Luis G. Basurto; pero seguía tomando clases en Bellas Artes; antes actuar en teatro era más difícil, pues se dialogaba en verso.
?Su salto del teatro al cine ¿cómo fue?
?Fue en una de mis clases que un hombre me sugirió hacer una prueba para entrar al cine. Me citó para el día siguiente y yo acudí puntual. Mientras esperaba, vi a la mujer más bella del mundo: era María Félix. Estaba tan emocionado con mi descubrimiento que corrí a contárselo a mi amiga Andrea Palma y me contestó: eres un pendejo, esa mujer es un monstruo.
?¿Y cómo es realmente María Félix?
?María es fuera de serie (Ernesto no puede evitar regalar una sonrisa). Tiene un gran sentido del humor, ingenio, fuerza. Cuando murió su hijo Enrique nadie atinaba a decirle la verdad por teléfono, intentaban dorarle la píldora; yo me decidí, les arrebaté la bocina y le dije la verdad. Sabía que era una mujer de temple y que tal vez no le gustaría una mentira piadosa ni siquiera en ese momento. Por supuesto que para ella fue algo terrible, pero gracias a su vitalidad y a su descomunal fortaleza de espíritu ha sabido trascender su pena. Es mi mejor amiga, nos hablamos a diario. Una amistad de 60 años. Jamás nos hemos peleado.
?¿Entonces por qué Andrea le dijo que María era un monstruo?
?(Sonríe afable) Tal vez por celos, ella era mi mejor amiga y nuestra relación permaneció por siempre. Era una mujer culta y divertida, por ella conocí a Dolores del Río, su prima segunda, por parte de los López-Negrete. Andrea también era prima de Ramón Novaro.
?¿Qué recuerda de Dolores?
?La conocí a sus 37 años. Para entonces, ya había terminado su relación con Orson Welles y conquistado Hollywood. En el medio se la consideraba una vieja debido a su edad. Paradójicamente fue cuando comenzó su resplandeciente carrera en México con la película Flor silvestre y de ahí para el real, trabajó en una cadena de éxitos que la mantuvo ocupada casi toda su vida. Era elegante, encantadora...
?Volviendo a usted, ¿cuándo hace su debut en el cine?
?Hice un pequeño papel en La gallina clueca con Sara García, pero realmente considero que mi debut fue en Historia de un gran amor, con Gloria Marín y Jorge Negrete. La dirigió, Julio Bracho. He de haber hecho como 50 películas.
?Cuénteme de Luis Buñuel. Usted hizo dos películas con él.
?Sí, Abismos de pasión, que es una adaptación de Cumbres borrascosas, y Ensayo de un crimen. Pero primero hice la narración de Los olvidados, porque Buñuel y yo nos hicimos muy amigos desde que llegó, en 1945. En 1953 filmé Abismos de pasión. Por cierto ya para entonces Buñuel padecía un poco de sordera y por razones que me parecen extrañas sólo parecía escucharme a mí, de tal modo que muchas de las instrucciones me las daba sólo a mí para que las retransmitiera. En 1955 me invitó a trabajar en Ensayo de un crimen, con Miroslava ?su rostro se ensombrece?. Trabajé con ella en su primera y en su última películas.
Miroslava, perseguida por la tragedia
?Hábleme de ella, ¿es verdad que se suicidó por Luis Miguel Dominguín, como lo señala el guión de Guadalupe Loaeza en la película que se hizo sobre Miroslava?
?Por supuesto que no. Ella se suicidó por traumas y heridas emocionales que arrastró desde su infancia. En la Segunda Guerra Mundial, Miroslava descubrió que no era hija de quien creía su padre, el doctor Stern. Cuando éste iba a ser llevado a un campo de concentración con su familia, reveló que ni su esposa ni su hija eran judías, que se había casado cuando su mujer ya estaba embarazada de otro hombre. Aún así Miroslava y su padre estuvieron en un campo de concentración tres meses, que la marcaron para siempre. Gracias a que el doctor Stern era un hombre prominente salió de Europa con su hija hacia Estados Unidos.
"Miroslava tenía 15 años cuando se enamoró de un novio que murió tempranamente. Era una mujer perseguida por la tragedia. Era más bella que como se veía en pantalla, tanto que ganó un concurso en EU. Luego vino a México y prácticamente saltó a la pantalla grande. Desde que llegó, en 1945, hasta que murió, en 1955, fuimos amigos. Yo la conocía muy bien y su papá me tenía mucha confianza. En el 55 Miroslava pasaba por una crisis e intento suicidarse. Entonces su padre me pidió que la ayudara. Así que me la llevé a vivir conmigo a la casa que yo tenía en San Angel (actualmente se llama la Casa de las Campanas). Vi a Miroslava muy deprimida y le pedí a Buñuel que le diera trabajo, fue entonces que hicimos Ensayo de un crimen.
"Comenzaron a ocurrir cosas macabras, pues terminamos la película una semana antes del cumpleaños de Miroslava, que era el 27 de febrero, un día antes del mío, por lo que acostumbrábamos festejarlo juntos. Fue la última vez que la vi, luego se suicidó. A mí no me tomó por sorpresa, era una muerte anunciada. Ella me había confesado sus planes. Por más que traté de disuadirla no logré nada. Recuerdo que Miroslava se negó a ver una escena de la película en la que un maniquí de cera, que la reproducía con exactitud, era consumido por el fuego; me expresó su miedo de ver esa parte de la cinta porque sabía que después de su muerte sería incinerada. Para mí fue algo tremendo, porque de alguna manera presencié su cremación dos veces: una en la película y otra en la vida real; su padre me eligió para acompañarla. Fue una experiencia tan fuerte y dolorosa que no la quiero recordar".
Hacia la televisión
Por unos segundos nos quedamos en silencio. Reaccioné y cambié el rumbo: ¿Cómo es que incursiona en la televisión?
?Fue en 1959. Don Emilio Azcárraga Vidaurreta me llamó. Yo era propietario de un centro nocturno que se llamaba El Quid, al que acudía gente famosa y me hice muy amigo de Emilio Azcárraga Milmo quien me dijo: de actor en el cine tal vez no puedas durar toda la vida, pero como productor sí. Y mira, se ha cumplido su profecía. Es un trabajo que me gusta, me ha dado satisfacciones y amigos. Para mí la amistad es el sentimiento más grande; permite que el amor de pareja subsista aun cuando el amor carnal haya dejado de existir.