MARTES 24 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Las obras de Julia Giménez Cacho sugieren una raíz profunda, anota Rebolledo 


Siempre mujeres, muestra que culmina en Madrid

julieMerry Mac Masters Ť Las mujeres de Julia arribaron a Madrid sin su creadora y ahora emprenden su retirada. Adornadas con mantones y flores rojas, se asoman sus cuerpos, a veces desnudos, pero por lo general fuertemente custodiados. Si se marchan es porque la muestra Siempre mujeres, de la pintora Julia Giménez Cacho (1921-2000), auspiciada para el Instituto de México en Madrid, llegó a su fin.

Los 15 óleos incluidos y fechados en 1999 y 2000, se enlistan como ''sin título". Sorprendida por la muerte el pasado 5 de julio, no es que la pintora no haya tenido tiempo de titularlos. El catálogo, por cierto, no consigna su fallecimiento. La breve ficha biográfica finaliza: ''actualmente forma parte del taller de dibujo de figura humana del maestro Jacobo Alejo, en el Centro Morelense de las Artes, Cuernavaca, México". Bueno, los textos de Mercedes Iturbe y Francisco Rebolledo se encargan de descifrar a sus féminas si es que hiciera falta.

Iturbe, por ejemplo, anota: ''Julia saltó de la dulzura melancólica de sus primeras obras al misterio inquietante de sus personajes actuales". Y abunda: ''En su poético discurso plástico, hace una continua reivindicación de la figura femenina, cada vez más poderosa, gestual y enigmática".

Más que comprimidas o asfixiadas, escribió Iturbe en 1997, ''Julia dice que están atoradas y que son estáticas como ella antes de la pintura, pero todo lo contrario, las aglomeraciones femeninas están cargadas de energía, de murmullos y de los caprichos plásticos de su autora". Giménez Cacho fue una pintora tardía, cuya carrera comenzó a los 53 años.

De ser cierto que la belleza de un ''buen cuadro" estriba en lo que sugiere y no en lo que muestra, como decía Diderot, para Rebolledo la pintura de doña Julia cumple cabalmente con las exigencias estéticas del enciclopedista. Es decir, ''sus cuadros, recurrentes, obsesivos, sugieren una raíz muy profunda, que se hunde en las secas tierras que bordean el Tajo; sugieren, casi nos hablan, de la vieja Castilla la Nueva; nos trasladan, apenas al verlos, a la patria del Quijote". Su obra no niega su lugar de origen.

Vagabundas, diosas insumisas, sirenas suspendidas, mujeres con eternas despedidas, son los términos que emplea Ricardo Venegas en el poema Estación de las musas, escrito a partir del arte de Giménez Cacho.

En principio, se habló de la posibilidad de que Mujeres siempre itinerara en el Centro Cultural de México en París, pero aún está por confirmarse. Lo bueno es que doña Julia dejó obra todavía por descubrirse.