MARTES 24 DE OCTUBRE DE 2000

Ť El acalorado lugar, lleno de porros al servicio del PRI


...Y se consumaba en el salón del IET la farsa madracista

Ť Lorena Villavicencio resumía: los comicios, una total cochinada

Jaime Avilés, enviado, Villahermosa, Tab., 23 de octubre Ť Como un cristo en el huerto de los olivos -las manos entrelazadas a la altura de los ojos, las pupilas vueltas al cielo, quizá preguntándose "Padre Ƒpor qué me abandonas?", el consejero ciudadano disidente, Joaquín Díaz Esnaurrízar, soportó las ráfagas del tableteo verbal que le disparaba el representante del PRI, Carlos Jiménez Macías, ante el Instituto Electoral de Tabasco (IET).

La escena, anteayer (domingo) casi a medianoche. Jiménez Macías vociferaba y gesticulaba moviendo las manos sobre el mantel de fieltro verde, y sentado entre las sillas que habían desocupado los representantes del PAN y del PRD, buscaba infructuosamente una frase demoledora que no habría de lograr.

A sus espaldas, de pie, Rafael Oceguera Ramos miraba a Díaz Esnaurrízar con una sonrisita perdonavidas; el pulgar de la mano derecha colgado del bolsillo del pantalón. Pedro Joaquín Coldwell trataba de parecer neutral, cruzado inexpresivamente de brazos, pero a su izquierda, pálido, mal afeitado, abanicándose con un papel, Florizel Medina Pereznieto, presidente del PRI tabasqueño, clavaba unos ojos pequeños y de escaso brillo en la figura del hombre al que por la mañana había amenazado en un programa de radio al sugerirle: "Que se encomiende a Dios".

Cerraban el quinteto Adán Augusto López Hernández, secretario general, y Ulises Ruiz, el supermapache diseñador del fraude que, en su primera etapa, estaba a punto de ser consumado. El salón de sesiones del IET, al igual que el patio contiguo, estaba lleno de periodistas y fotógrafos, pero sobre todo, de porros al servicio del PRI.

Dijo entonces Jiménez Macías: "Revisando las intervenciones de Joaquín Díaz Esnaurrízar he encontrado una serie de posiciones que, sospechosamente, coinciden con los planteamientos de los seguidores de un candidato opositor. Y nosotros sabemos que en fecha reciente el consejero ciudadano se reunió, en un lugar que tenemos perfectamente ubicado, con amigos de ese candidato.

"Yo no voy a acusar a Joaquín Díaz de haberse vendido, aunque bien pudiera hacerlo. Yo no voy a decir que traicionó la imparcialidad a la que se había comprometido a defender. Sólo quiero asentar que su propósito de descalificar esta elección pudiera estar motivado por intereses que no parecen legítimos".

Y concluyó así: "Muchas gracias", para que esta señal desatara la ovación que no había provocado su elocuencia. Entonces recuperó el uso de la palabra Leonardo Sala Poisot, el ahora célebre presidente del IET que el viernes apareciera en el programa de Joaquín López Dóriga descargando y escondiendo una escuadra calibre 45 con la destreza de un pistolero de Quentin Tarantino en Pulp Fiction.

Villavicencio: acabar pronto

Lorena Villavicencio, representante del PRD ante el IET, no estaba dispuesta a perder el tiempo en formalismos. Pidió la palabra en cuanto Sala Poisot abrió la sesión, pero como éste le aclarara que no era el momento de iniciar las intervenciones, la rubia se puso de pie, movió 180 grados la silla y sentóse de espaldas a la mesa con toda tranquilidad, aunque para su desgracia quedó frente a Oceguera Ramos, Medina Pereznieto y demás embajadores del Bronx que desde luego comenzaron a darle fastidio.

Uno de ellos, entre las risitas y los codazos infantiles de los demás cadeneros, le entregó una caja con un moño tricolor. Sin inmutarse, Lorena la arrojó al suelo por dentrás de su hombro como si fuera una torera y estuviera brindando la muerte del dinosaurio. Cuando al fin Sala Poisot le dijo que era su turno, la perredista giró su silla de nuevo, resumió en un breve discurso que las elecciones de Tabasco habían sido una cochinada total, se puso de pie, desgarró y deshojó un ejemplar del código electoral de Roberto Madrazo, y abandonó el recinto bajo los abucheos de los porros.

Luego se desentendieron de la farsa los representantes del PAN, del PT y del Partido de la Sociedad Nacionalista. Y entonces, el momento más (o menos) esperado de la noche llegó cuando tomó la palabra Díaz Esnaurrízar.

Gran mural tabasqueño

Blanco como la leche que distribuye a través de su pujante empresa, empapada la camisa en sudor porque el aire ardía a más de 30 grados, el hombre repitió con calma las ocho razones por las cuales consideraba necesario que se anulara todo el proceso, y terminó deseando a todos los pr tabasco-eleccion-retiro-jpg esentes el pronto restablecimiento del estado de derecho.

Con gran habilidad en cuestiones legislativas, Jiménez Macías pidió a la secretaria del consejo, "para no usar mis cinco minutos en esto", que leyera un discurso que Díaz Esnaurrízar pronunció ante el Instituto Electoral de Tabasco a principios de marzo.

En la melódica voz de la señora que vestía un sofocante traje sastre sin sudar, oímos todos una diplomática y esperanzada colección de elogios al IET. Aficionado tal vez a las películas de Hollywood, Jiménez Macías insinuó que eso ilustraba el cambio que se había operado en Díaz Esnaurrízar, quien hace un semestre encomiaba lo que hoy trataba de descalificar "de manera indigna...".

"E irresponsable", susurró a mi lado un gigantón con aspecto de atleta militar, que lucía una camisa del comité estatal del PRI.

"Que je largue el pelonjillo eje", le hizo coro, aunque también por lo bajo, un fortachón con brazos de cargador de mudanzas, al que hacia varios minutos trataba yo de averiguar si la funda negra que abultaba su ropa sobre la cadera era un revólver o un celular.

Impertérrito, Sala Poisot estudiaba sus papeles sin moverse, con la serenidad de un hielo inmune al calor ambiental. Y en ese cuadro formado por el disidente dispuesto al martirologio, y la insolencia de los capos del señor gobernador, y la pobreza oratoria del representante y el discreto barullo de los golpeadores repartidos por todo el salón se condensaba el gran fresco de la inmoralidad madracista.

Agotada la última ronda de intervenciones, Sala Poisot dijo en alusión a Díaz Esnaurrízar: "Si para justificarme debo criticar a uno de mis compañeros consejeros, prefiero abstenerme. Por lo tanto, quienes estén a favor de aprobar el dictamen que declara válidas las elecciones del 15 de octubre, sírvanse manifestarlo", agregó, sin alzar la vista y leyendo a toda velocidad.

Todos levantaron la mano, excepto el disidente, y éste tuvo que exigirle a la secretaria que anotara su voto en contra. Con lo cual, Sala Poisot dijo algo para mí inaudible, algo que sin embargo activó una ruidosa ovación y afuera, en el patio, estallaron aplausos y porras, se encendieron luces de flash, se formó una valla que se abría y cerraba al paso de un individuo sonriente y gordo, y en medio de un apretujamiento generalizado, el hombre recibió un papelito de Sala Poisot, después lo mostró a sus partidarios, regresó al patio rodeado ahora de fotógrafos, hizo algunas declaraciones de prensa y se fue en una camioneta que partió a 150 kilómetros por hora, mientras guaruras en autos y motocicletas echaban sus vehículos contra las buenas personas que habían votado por aquel señor.