LUNES 23 DE OCTUBRE DE 2000
Ť 10 mil 48 participantes exhibieron partidas simultáneas en el Zócalo
México superó su récord Guinness en Ajedrez
Rosalía A. Villanueva Ť Por segundo año consecutivo, el Zócalo capitalino se convirtió en el tablero humano más grande del mundo, donde niños, jóvenes y adultos se congregaron para realizar la magna exhibición de partidas simultáneas y romper su propio récord Guinness que en esta ocasión alcanzó la cifra de 10 mil 48 participantes en el II Festival de Ajedrez.
Desde muy temprano, la gente comenzó a llenar la Plaza de la Constitución. Unos llegaron en autobuses de diversos estados del país y otros en metro o a pie con familias enteras. Los afortunados que se inscribieron a tiempo y portaban el gafete de acreditación recibían una camiseta y gorra blanca o negra de acuerdo con el lugar y la mesa que les correspondía.
Los 5 mil aspirantes que quedaron fuera tuvieron la oportunidad de observar o al menos echarse una partida con los tableros magnéticos y portátiles en las carpas instaladas alrededor del Zócalo, o bien esperar largas filas para jugar con escaques de madera y plástico, en el piso.
A las 10:00 horas, la jefa de Gobierno capitalino, Rosario Robles, inauguró el certamen con la partida inicial al mover un peón. La secundó el ruso-francés Boris Spassky, quien estaba sorprendido del monumental tablero humano viviente que tenía enfrente.
"šQué felicidad, nunca imaginé ver algo tan maravilloso...Es fascinante!", expresó el ex campeón mundial de ajedrez.
Cerca de él, Hiquíngari Carranza, director del festival, comentó que esto mostraba el gran interés de México por esta disciplina y con l cual se rebasaron las expectativas.
Por los altavoces se anunció que la cifra de competidores fue de 10 mil 48; el doble de participantes del año anterior: nuevo récord Guinness. Y vino el aplauso multitudinario.
Con caritas serias, de mucha concentración y tocando con sus manos la barbilla, como lo hacen los grandes maestros del deporte ciencia, los niños y niñas acapar aron el espectáculo.
Algunos pusieron a pensar a sus instructores, pero hubo otros que parecían que estaban copiando la tarea o le susurraban al compañero qué pieza debía mover.
Tampoco faltó el soplón que se dirigía al maestro y le señalaba quien hacía trampa para ser descalificado. Al fin juego, todos se divirtieron, porque ganaran o perdieran se llevaban de premio su ajedrez Staunton y un diploma de participación.