LUNES 23 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Interpretan en multitudinario concierto sus historias bucólicas
Los Huracanes arrasan en el Rodeo de Santa Fe
Arturo Cruz Bárcenas Ť šVientos huracanados, en el Rodeo Santa Fe, por los rumbos de Satélite! La fronda arbolada se agita; abajo, miles cantan El Gato de Chihuahua y Ponle el caset a la troca. Decenas levantan sus botellas de cerveza e invitan a Chuy y a Heraclio un trago de esa agua de cebada. El calor del ambiente hace sudar a parejas que bailan El perro de tu marido. Son Los Huracanes del Norte, uno de los mejores grupos de música mexicana y norteña, en concierto, con sus historias rústicas, con sus corridos de piedra y lodo, de alegría y dolor.
Una bella gruperita, ataviada con sombrero, botas, pantalones vaqueros, aretes al por mayor, bisutería de sueños y vanidad, llora al oír la letra de Falsas ilusiones, tema con preguntas eternas, relativas al porqué de una traición de amor. "A las mujeres no hay que entenderlas; sólo quererlas. Si no, te vuelves loco", grita un defeño convertido a fan de la música de las tierras típicas de la carne asada y el cabrito.
Se revientan El perro de tu marido, chusco pero realista, una advertencia a quienes acostumbran llevar a echar trago a sus casas: un fuereño puede caerle más que bien a la esposa. No te duermas porque aguas, šmejor te canto El dormilónš: "yo soy quien besa a tu esposa cuando te encuentras dormido". A esos, la Sonora Santanera les dedicó El barbarazo, eufemismo del sancho (no el del inmortal Cervantes, sino el que hace panza), el émulo de González (el que entra cuando sales). šGulp, gulp!
Vuelan los tequilas de Cuervo reposado, las cervezas bien muertas. Ya sea bailando o cómodamente sentados, las parejas se prometen amor eterno. Que lo disfruten. Algún les caerá el veinte de que todo es efímero. Mientras, que vivan los besos salivosos, las miradas de borrego, el cambio de fluidos, lenguas haciéndose trenza, paladares acariciados sabor paloma (tequila con refresco de toronja y una pizcacha de sal, más dos o tres gotas de limón).
Viene una serie de canciones-dardos y el foro se trastoca en pista de baile; el tíbiri en su pleno apogeo con 911, La suburban dorada, Los dos colombianos, El clavo y la rola que los ha vuelto a poner en los cuernos de la luna: En qué trabaja el muchacho, cuyo disco homónimo lleva más de 300 mil copias vendidas.
Hay quienes sucumben y yacen sobre sus propios brazos, quién sabe qué soñando. El néctar ha hecho efecto. El mar sin fondo hizo sus estragos. Siempre vence el más fuerte. Frente al escenario, quienes sólo fueron a oír a Los Huracanes, cantan y bailan. Algunas seguidoras cierran los ojos para escuchar mejor. Es el sueño colectivo del amor individual.
A eso de las cuatro de la mañana, Los Huracanes dejan el escenario. Cumplieron su misión, una vez más. Ayer domingo estuvieron en Chicago, alternando nada menos que con Vicente Fernández. El máximo exponente de la canción ranchera con uno de los grupos más queridos y reconocidos. Puro jalisquillo.