LUNES 23 DE OCTUBRE DE 2000
Informe final sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio
Aburto, bajo el signo de la violencia
Elena Gallegos/ III Ť Rubén Aburto era bebedor y pendenciero. Golpeaba con saña a María Luisa, su esposa. Le disgustaba que se tiñera el pelo, que usara falda corta y fuera tan amiguera. En 1967 asesinó a su hermano Raúl y a su amigo Cruz Ventura. Cuentan que estaba borracho. Huyó. Así era el papá del "asesino solitario".
Mario desciende de la rama de los Aburto que a finales del siglo pasado fueron pioneros en el aparcelamiento de San Miguel Casas Viejas, allá por los rumbos de Puruándiro, Michoacán. Su tatarabuelo se llamaba Parmuceano y era bueno para trabajar la tierra. Su abuelo Bulfrano usaba sombrero y gabán, y siempre empuñaba un rifle. Murió atropellado.
Por el lado de los Martínez, la bisabuela María de Jesús todavía vive en Jacona. Tiene 93 años. El abuelo Rafael cosechaba fresas. A finales de los cincuenta, en la plaza de La Rinconada, luego de una borrachera quién sabe por qué le disparó en la cabeza a su amigo Salvador Cázares. Lo mató. Se fugó y se estableció en La Barca, Jalisco.
Diez años tardó Antonio, el hermano de Salvador, en localizar a Rafael y cuando lo tuvo enfrente, el 31 de julio de 1968, lo baleó. Asesinado su marido, la abuela María Piñones no tuvo más remedio que regresar a La Rinconada.
Los Martínez Piñones padecían para ganarse la vida. María Luisa tuvo que emplearse como doméstica en Zamora en una casa de ricos. Lloró también a su hermano José cuando lo mataron a balazos al terminar un partido de futbol en un rancho conocido como El Cerrito.
Rubén pasó su infancia y su adolescencia en Zacapu. Luego anduvo buscándose la vida por distintos rumbos. Probó suerte en la ciudad de México, donde trabajó en una fábrica troqueladora. Regresó con sus papás al pueblo. Se mudaron a La Rinconada. Ahí conoció a María Luisa. Se fueron a vivir juntos y unos meses después decidieron casarse por el civil.
Consiguió que le dieran una plaza en la Secretaría de Recursos Hidráulicos. Fue comisionado de Obras Públicas en La Rinconada y presidente del Comité de Agua Potable y Alcantarillado de la comunidad. Dicen los lugareños que era muy autoritario.
Mario Aburto Martínez nació en 1971 y fue un niño con problemas de retraso sicomotriz. Comenzó a caminar casi a los dos años y hablaba "medio trabado". Tuvo cinco hermanos: Rubén, Rafael, José Luis, Elizabeth y Karina. Rubén y María Luisa eran muy dados a corregir a los niños a golpes. Sobre todo ella. Su carácter siempre fue explosivo. Las vecinas aseguran que usaba "palabrotas".
En la escuela primaria Lázaro Cárdenas de La Rinconada, Mario destacó no sólo por su habilidad para dibujar y por estar siempre muy bien aseado, sino también por su agresividad. "Era bueno para pelear y siempre les ganaba a todos".
Sus problemas de conducta se hacían cada vez más evidentes. El profesor Javier Ceja citaba a sus papás. Un día se quedó perplejo cuando don Rubén le dijo: "tráigame al muchacho y aquí mismo le pego frente a usted para que vea que sí lo regaño". Ceja se quejaba de la violencia de Mario: "es muy sádico, no suelta a los niños hasta que los lastima".
Ť La vida del asesino de Colosio, según la fiscalía
Diagnostican que Aburto es "difícilmente rehabilitable"
Ť Con casi 20 años de edad le gustaba impresionar a niñas de 12 Ť Chapa Bezanilla fracasó en su intento por hacer un hallazgo espectacular Ť En prisión ha solicitado 356 libros, pinta y juega ajedrez Ť Decía ser becino de Raúl Salinas de Gortari, a quien "ya no le hablo por muchas y obvias razones"
Elena Gallegos /III Ť Mario Aburto terminó su primaria con promedio de 8. Luego cursó la secundaria en la Federal número 1, de Zamora. El inglés era su coco. Una vez, a la salida de escuela y delante de sus compañeros, don Rubén, su padre, lo agarró a cinturonazos. Lo hizo llorar de vergüenza y dolor.
Durante una temporada Mario vivió con su tío Manuel en Ciudad Lázaro Cárdenas. En 1988, se trasladó con su familia a Tijuana. Hacía tiempo que su papá trabajaba en Estados Unidos. En 1989 Mario lo alcanzó en San Pedro, California, y trabajó como obrero lijador -pulía y remachaba muebles- en la misma empresa que él: Geron Forniture.
Sus estallidos de cólera los llevaba al extremo. Su mamá contó en una carta a su hijo Rafael: "Ya ves cómo es Mario y a mí me decía muchas cosas. Era muy mal cría conmigo. Me decía que ahora no quería saber nada de ti ni de tu papá, ahora que estaba aquí le pegó en la cara y me enojé con él..."
Inestable, fanfarrón en ocasiones, mitómano, Aburto llegó a creerse sus figuraciones. Se autodefinía como "el secretario general" de su familia y llenaba solicitudes de empleo como pasante de ingeniero aunque sus estudios no pasaron de secundaria.
Le gustaba también impresionar a las jovencitas. Más bien a niñas y adolescentes. De las 13 novias que tuvo, la mayoría tenía entre doce y trece años. El ya andaba cerca de los veinte. Fantasioso, les platicaba de cómo se enroló en la army -cosa que nunca ocurrió- o de sus deseos de ser sacerdote. "Era muy guapo y no se le notaba que venía de familia pobre. No se vestía como cholo y usaba palabras muy elegantes", lo describe una de sus enamoradas.
Este hombre asesinó al candidato del PRI a la Presidencia de la República el 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, un populoso barrio de Tijuana. Estos son sólo algunos de los pasajes que quedaron plasmados en el segundo tomo -en cuatro volúmenes se resume la investigación- del Informe Colosio.
Y es tan pormenorizado el recuento de la vida de Aburto, sus ancestros, su entorno familiar, que cuando el subprocurador Luis Raúl González Pérez lo mostró a los legisladores de la Comisión Especial, uno de ellos se alarmó:
"Ahora resulta que vamos a saber más del asesino de Colosio que de nuestros héroes".
González Pérez les acababa de explicar con largueza la importancia que en criminalística tiene estudiar al autor material de un homicidio. Por eso le replicó: "Yo no me puedo hacer cargo de su ignorancia".
Sesión de gasoterapia con Chapa Bezanilla
En febrero de 1996 Mario Aburto fue sometido por indicaciones del fiscal Pablo Chapa Bezanilla a una sesión de gasoterapia. Esta técnica consiste en que el paciente inhale, a través de una mascarilla, una mezcla de oxígeno y bióxido de carbono. La sustancia provoca un sueño artificial y ayuda a evocar situaciones que conscientemente no se aceptan.
Para que la gasoterapia funcione, el gas debe inhalarse de tres a cinco minutos. Al principio Mario estaba muy desconfiado. No obstante que ya había dado su autorización se resistía a recostarse en el diván. Fue necesario que uno de los médicos se sometiera a la prueba para que se percatara que no lo dañaría.
Los psiquiatras contratados por Chapa Bezanilla tuvieron que regresar al día siguiente. Mario accedió. Pero estuvo siempre a la defensiva. Tanto, que en su caso el tiempo de aplicación fue de quince minutos. Aún así, Aburto no se salió del script y no reveló nada que no se supiera ya.
El juicio que sobre la personalidad de Aburto se formaron los especialistas es el siguiente: no es psicótico, tiene un adecuado contacto con la realidad; no tiene ideas delirantes ni alucinaciones. En cambio, muestra rasgos antisociales, paranoides y obsesivos.
Con la sesión de gasoterapia, Chapa Bezanilla quizás ansiaba un espectacular hallazgo, pero fracasó. El fiscal sabía que las buscadas "delaciones" tendrían "un nulo valor probatorio" y que no se estaba cumpliendo con los requisitos legales de la confesión, que debe rendirse en presencia de un defensor y con pleno conocimiento.
A lo mejor eso explica por qué nunca hizo público ese episodio, él tan dado a los alardes y golpes de imagen.
Lector compulsivo
Hace seis años y siete meses que Aburto está recluido en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez. En este tiempo se ha vuelto un lector compulsivo: ha solicitado 356 libros. Entre ellos 68 novelas; 61 de historia; 19 de filosofía y 12 de biografía. Ha leído textos de derecho y hasta de arqueología.
Además, se le han facilitado 169 ejemplares de las revistas Selecciones, Muy Interesante, Saber Ver, Mens Health, Hombre y Quo. Le encanta el ajedrez. Lo aprendió a en pocas clases. Juega también dominó. Allí lo enseñaron.
Asiste con regularidad al taller de pintura. Tiene muchísima facilidad para el dibujo. Ha trazado varios autorretratos. En uno de ellos está sentado en la silla presidencial al estilo de las fotos oficiales. Relatan que, en realidad, Mario comenzó bosquejando el rostro de Carranza. No le gustó. Lo borró y se dibujó él mismo.
También acudió a un taller de redacción. Su lenguaje se ha vuelto rebuscado porque con frecuencia incorpora términos jurídicos, científicos e intenta figuras literarias. Sin embargo no ha logrado mejorar su ortografía. Se disculpa: "No quisiera corregirlas por ahora; me imagino que Gabriel García Márquez se ha de sentir dichoso tener una secretaria que le ayude a corregir sus faltillas de ortografía".
Cita a Platón
Una vez que comenzó a empaparse del argot de los abogados y después de leer textos de derecho que le proporcionó la biblioteca del penal, Mario Aburto presentó algunos alegatos en su defensa. Por ejemplo:
"Platón una vez dijo: obrar con injusticia resulta siempre más vergonzoso que padeserla. Pero a ellos no les importa obrar con injusticia ni les causa verguensa, aún al saber que la jente save la verdad, de que mi caso, no es homicidio doloso, que es un accidente y que se quieren sañar conmigo por ser el peor de los imprudentes, y que estoy desvalido de cualquier tipo de alluda. (...) Además, es inumano y anticonstitucional, de que se sigan cometiendo delitos en mi proceso".
En un escrito dirigido al juez de su causa pide "a modo de sujerencia" que se contrate: "a James Wooisey, de la CIA; doctor Peter de Forest, profesor de criminalística de la Escuela Superior de Derecho Penal; Johon Jay, de la ciudad de Nueva York; Jean Porcer, investigador privado de París, Francia; James Marie Grafeille, esperto en balística del centro de Aplicación e Investigación de la Microelectrónica de un laboratorio forence privado de las afueras de Burdeos; Darin Robertson, detective investigador en jefe; Patrick Fleming, detective superintendente en jefe del Cuartel General de la Policía Metropolitana en Londres, Gran Bretaña; la FBI, de Estados Unidos, y la Corporación de Scotland Yard, de Gran Bretaña.
"Creo que con esto podrán darse cuenta que mi caso fue un accidente y que he dicho la verdad y sino aceptaran a los investigadores que e propuesto, es tal vez por que tienen miedo."
Dicen que Aburto leyó un artículo en Selecciones sobre un caso de espionaje y que de allí sacó los nombres que luego propuso.
Cuando saltó a los medios la versión de que el día del crimen de Lomas Taurinas fue asesinado en un taller mecánico el hombre que, en realidad, habría matado a Colosio, en una carta a su familia Mario les comenta:
"Me di cuenta, el que mató al lic. Colocio lo mataron en un taller mecánico. Pero me imagino que él solo no lo hiso, tuvo que haber sido ayudado por otros malvados delincuentes de su calaña. Mientras yo estoy pagando un crimen que no cometí. Recemos a Dios para que pronto pueda estar de nuevo junto con ustedes y ya no separarnos jamás".
En otra misiva a sus padres, les cuenta: "Recibí con gozo la noticia de que la madre Teresa de Calcuta ya está mejor de salud, es una santa, no cave duda.
"En cuanto a Nelson Mandala, me he dado cuenta que sigue tan fuerte como un roble. Quien dude de que en el cielo también hay santos de color es que está equivocado.
"Lo que tuvo mucha audiencia también, es el proglema que surgió entre su magestad la reina y la princesa Diana de Gales, pero qué bien que pudieron resolverlo de una forma muy diplomática. šHay este mundo!"
Las referencias de Aburto son casi como las de un intelectual. Las comparte con su familia: "Por eso me pongo a usmear lo que pasa ayá afuera. Por ejemplo: que Camilo José Cela sigue despertando; que se extraña una buena obra de Mario Vargas Llosa; que se le extraña a Julio Cortázar; que se espera ancioso otro trabajo de Carlos Fuentes; que la insigne poetisa "Pita"
Amor últimamente a estado muy irritable (talvez es, por ver tantas gentes pobres en el país); que Juan José Arreola sigue empapándose de conocimientos incasablemente... que se encontró vida celular en Marte".
Aburto escribe también que su único "becino es el hermano mayor del ex presidente (Carlos Salinas), al cual ya no le hablo por muchas y obvias razones".
En un texto dirigido a su hermano mayor, Rubén, reflexiona: "A porfia. Si viviera todavía Dante se inspiraría en esta prición para escribir talvez otra Divina Comedia con todas las imágenes dantescas y relatos, vivencias y esperiencias vividas dentro de este infierno de hielo.
"Es obvio que a mi becino el hermano mayor del ex presidente le dan un mejor trato en todo la extención de la palabra. Pero es porque él tiene dinero y yo no tengo ni un quinto partido por la mitad. (...)
"Para asecinar ahora utilizan métodos muy sofisticados como por ejemplo: les dan o nos dan de comer comidas altamente grazosas, ricas en contenido de un alto grado de colesterol para poder matarlos o matarnos de un ataque al corazón o al miocardio".
Angustia, insomnio, depresión
Aburto tiene poca tolerancia a la frustración. Le gusta jugar futbol. En el momento que incurre en una falta o equivoca su estrategia con el adversario se retira del partido y espera que los demás lo secunden.
Desde su aprehensión la personalidad de Aburto dejó pasmados a los agentes policiacos que lo interrogaron. Ha dado muchas versiones del crimen. Se ha convencido a sí mismo -por lo menos lo aparenta- que él no es quien disparó en Lomas Taurinas.
De acuerdo con los especialistas que han observado su conducta, durante su estancia en la prisión ha manifestado sentimientos de angustia, insomnio, depresión, signos de hipocondríasis, y rasgos obsesivos, compulsivos, histéricos. Sus reacciones son paranoides.
Además, se le han identificado trastornos manifestados por signos y síntomas histriónicos, conducta errática, rasgos narcisistas y conductas antisociales. Algunas veces muestra ansiedad y temor.
"Mario Aburto Martínez -anotan los médicos- vive enojado, a disgusto con la sociedad, con sus circunstancias, consigo mismo; se opone a todo, se contradice, está molesto con su insatisfacción y por ello da consejos a otros. Quiere cambiar y no acepta 'estar mal'".
Para el tataranieto del parcelero Parmuceano, el fantasioso muchacho de La Rinconada que se asumía como Caballero Aguila, y cuyos sueños de grandeza y trascendencia lo harán pasar tristemente a la historia sólo como el asesino de Luis Donaldo Colosio, el diagnóstico psiquiátrico es brutal: "Difícilmente rehabilitable".