Hembra e instinto, ejes del libro Fábula para los cuervos
Ť "Uno escribe para inmortalizar algo, aunque no se busque"
Arturo Jiménez Ť Una historia poética circular y un personaje hembra, más que mujer, o animal, más que humano, son los elementos fundamentales de Fábula para los cuervos, poemario de Estrella del Valle, ganador este año del Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta.
Estrella del Valle (Córdoba, Veracruz, 1971) recibió hace unas semanas el reconocimiento en San Miguel de Allende, Guanajuato, durante el Festival Cervantes en Todas Partes. El jurado otorgó este premio de manera unánime "por la precisión estilística y novedad en el uso de los elementos de lo cotidiano en la poesía".
El libro, aún no publicado, está pensado como un todo y es una historia circular en cuatro partes, dice la poeta. Estas son: Los pequeños párvulos, La más voraz, La domadora de imágenes y Parábola de lo perdido.
Fábula para los cuervos comienza mostrando un tipo de dolor circunscrito al entorno familiar y termina con otro estrujamiento de evocación amorosa, pasando por la recreación de lo voraz (el deseo como "una yegua erguida") y la exteriorización de un querer ya ido o no correspondido ("surcando el cielo de los invidentes,/ yendo hacia otras ramas a ocupar el hogar/ que no me corresponde.").
La primera parte habla sobre la infancia, "en la que quise plasmar algo de la belleza del trópico veracruzano, como la caña, la melaza, la zafra. Es un poemario vivencial, pues habla sobre mis afectos más cercanos". De hecho, Estrella dedica este libro a sus hermanos.
La tentación permea la segunda parte. "Como es una fábula, el personaje de este poemario no es una mujer sino una hembra. Algo que distingue a las hembras es el instinto, y como parte de éste, el instinto sexual, que lo identifico con la tentación".
La domadora de imágenes es el tercer capítulo, "a manera de un gran circo". Comenta la escritora: "Ahí están todas las mujeres que pueden ser pero bajo ese referente de personajes circenses". Se refiere a la escapista, a la fiera, a la maga, a la alquimista.
Parábola de lo perdido, la última parte, es una "especie de moraleja" del poemario. "Hago referencia a todos los hechos o personas que fui perdiendo durante los años de mi vida. Es una manera de volverlos a recordar y de tenerlos presentes".
Un axioma inquietante
--Aparte de esa circularidad, ¿cuál sería el hilo conductor de todo el poemario?
--Los lectores identifican uno y el que el escritor busca es otro. El que yo veo es la historia de una mujer que no es mujer, la historia de una hembra, de una mujer identificada con una hembra. Es una historia común, cualquiera. Pero para mí uno de los ejes es que el personaje no es humano, sino animal.
--El dolor y el erotismo aparecen como la constante. ¿Percibes alguna diferencia con anteriores libros tuyos, por ejemplo Bajo la luna de Aholiba?
--Sí, Bajo la luna de Aholiba es un poemario mítico y Fábula para los cuervos es un poemario de dolor que quise escribir como una manera de inmortalizar mi dolor. Uno escribe para inmortalizar algo, aunque no se busque. Y no solamente a las personas pues, aunque parezca una contradicción, el olvido aparece como un mecanismo que puede llevar a la inmortalidad.
"Y ahí está el erotismo. No se puede sentir dolor si no has experimentado placer. Eso es casi un axioma. Hasta podría decir que, dependiendo de la intensidad del placer, es la intensidad del dolor".
--¿Cuál es tu interés en cuanto a forma poética, cuáles son tus retos como hacedora de poemas?
--En este poemario el reto es que es muy descriptivo, a diferencia de libros anteriores. La poesía descriptiva no es de las mejor vistas. El reto era que los poemas fueran descriptivos pero dándoles el ritmo y la cadencia que necesitan.
--¿Qué representa este Premio Efraín Huerta para ti?
--A pesar de que uno dice que no escribe para los premios ni para las becas, este reconocimiento significa la difusión de mi obra.
Estrella del Valle se observa como una poeta "emotiva" más que "racional", a la manera de escritores como Rosario Castellanos, Rubén Bonifaz Nuño, Dolores Castro, Juan Bañuelos, y también confía:
"Creo que soy una poeta de la tradición, pero en algún momento quisiera romper con ella porque la poesía siempre es una búsqueda. Respeto mucho las formas clásicas, y aunque no las publique me gusta practicarlas. De repente me encuentro haciendo liras y sonetos. Por eso me gustan Antonio Machado o Miguel Hernández. Pero para romper las formas clásicas tienes que conocerlas."
Somos cuatro y aún jugamos a querernos, a simular amor sobre la mesa y sentarnos al pórtico a platicar de historias anormales, mientras mamá prepara el alimento y escucha devorarnos la carne. Mi padre vendó los ojos de todos mis hermanos y antes de abandonarnos, cubrió los suyos con sus ropas. Mis hermanos se columpian de la mano de mi madre, no soportan ser ciegos por culpa de papá y se dan picotazos uno a otro para expiar no sé qué clase de pecado. Sé que me sacarán los ojos si me acerco, por eso me santiguo por las noches y rezo un padre nuestro por todos. |