LUNES 23 DE OCTUBRE DE 2000

Ť "Ojeda se queda", el canto de miles de tabasqueños 


Un río amarillo inundó las calles de Villahermosa

Ť Tormenta eléctrica tras las críticas de uno de siete consejeros

Jaime Avilés, enviado, Villahermosa, Tab., 22 de octubre Ť Asediada por el Grijalva y el Carrizal, que siguen a tres centímetros de los muelles, esta ciudad se inundó hoy de emotividad y de alegría, cuando un río amarillo recorrió las principales avenidas gritando y cantando: "Ojeda se queda/ Ojeda se queda/ Ojeda se queda/ Ojeda se queda...". Fue, tal como lo habían augurado sus organizadores, la concentración perredista "más numerosa de la historia".

Pero, soleada y caliente desde muy temprano, la mañana se convulsionó con una tormenta eléctrica cuando en el noticiero matutino de la XEVT, uno de los siete consejeros ciudadanos del Instituto Electoral de Tabasco (IET), Joaquín Díaz Esnaurrízar, pidió invalidar los comicios del 15 de octubre y, en insólita respuesta, el presidente del PRI estatal, Florizel Medina Pereznieto, llamó por teléfono a la emisora y lo exhortó, con todas sus letras, en el programa de radio más popular y escuchado de la entidad: "Que se encomiende a Dios", dijo el último hombre de confianza que le queda al gobernador Roberto Madrazo Pintado, suscribiendo así, ante cientos de miles de oyentes, la ola de amenazas de muerte contra políticos y periodistas que recorre a Villahermosa desde ayer.

Y es que en el primer círculo del último gran cacique del sureste cundió la histeria desde las primeras horas del sábado, a medida que se aproximaban a su fin los conteos oficiales de la elección para gobernador en el cuarto distrito, correspondiente a Villahermosa, donde los mapaches descubrieron, atónitos, que Raúl Ojeda Zubieta, el candidato del PRD, les llevaba una asombrosa ventaja de casi 10 mil votos...

Un domingo como pocos

Anoche (sábado), al filo de las 22:00, alguien telefoneó a la directiva del PRD y dijo que en una casa, cerca del Paseo Tabasco, había una caja repleta de boletas electorales que iban a ser llevadas, precisamente, al cuarto distrito. Los perredistas acudieron a recogerla de inmediato, pero como la comunicación se hizo por celular, y aquí Madrazo todo lo oye, cuando llegaron un convoy de patrullas resguardaba la zona y ya no pudieron actuar.

En otra casa, pero en la colonia López Mateos, se verificaba el recuento de las últimas 40 casillas del cuarto distrito, que abarca la zona indígena de Tamulté de la Sabana, y los barrios clasemedieros, donde el apoyo a Ojeda Zubieta fue desbordante. Carlos Jiménez Macías, representante del PRI ante el IET, estaba en la parte alta del inmueble, más que nervioso, fúrico. De acuerdo con el PREP ?Programa de Resultados Electorales Preliminares?, Manuel Andrade, heredero al trono de Madrazo, había obtenido una ventaja de 500 votos y pico. Pero en el cómputo de los sufragios de verdad, la diferencia era abismal y del todo adversa al priísmo.

Nadie conseguía entenderlo. Y si a lo largo de toda esta semana se había dicho que los perredistas "no encontraban" 76 actas de casillas ubicadas en la zona de Tamulté, el PRI se valió de esta aparente omisión para inflar sus resultados, sólo para estrellarse con la incómoda evidencia de que esos miles de votos estaban en los paquetes electorales, y estaban a punto de darle una voltereta a todo el cuento. Si hasta entonces las múltiples voces de Madrazo habían cacareado que Andrade Díaz iba adelante por casi 10 mil boletas, allí en el cuarto distrito se les estaba derrumbando el teatro.

Y por eso Jiménez Macías permanecía atornillado en su asiento, vigilando y maniobrando como un tahúr de sangre helada, mientras Adán Augusto López Hernández, secretario general del PRI; Carlos Mario Ramos; secretario de Elecciones, y Humberto Iduarte Castillo, su mapache de lujo, entraban y salían, tensos y descompuestos, cada vez más incómodos por la presencia de los periodistas y los vigilantes de Alianza Cívica y Ojos por la Democracia que, cámaras de video en mano, registraban todo.

En el paroxismo de la histeria, Madrazo ordenó que un convoy de siete patrullas y un autobús de granaderos se dedicaran a dar vueltas a la manzana con las torretas encendidas, quizá para distraer a la prensa, quizá para quién sabe qué. A las dos de la mañana, López Hernández dijo a la bocina de su celular: "Van arriba 10 mil votos pero van a bajar a 7 mil". Sin embargo, al amanecer, el PRD se alzó con el triunfo, pero su ventaja se había reducido a sólo 2 mil votos, creando un precedente que será valiosísimo en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Una mañana caliente, caliente...

Agotado por la tensión de esa tremenda mano de pókar, Florizel Medina Pereznieto, en adelante Pechel, que es como todo el mundo lo llama, sin duda escuchó Telerreportaje, en la XEVT, con los pelos de punta. Y cuando el consejero ciudadano Joaquín Díaz Esnaurrízar le dijo a todo Tabasco que durante el proceso había observado ocho razones de peso que lo obligaban ante su conciencia a pedir que se anulara la elección, perdió la escasa lucidez que le quedaba. Llamó a la radio y, sin pensar en que lo escuchaban cientos de miles de personas, le dijo al valiente hombre que acababa de volar el último puente que le quedaba a Madrazo p plaza.14 ara alcanzar la presidencia nacional del PRI.

--¡Que se encomiende a Dios!

Empresario acaudalado, líder de los citricultores, concesionario de la empresa lechera más importante de Tabasco, Díaz Esnaurrízar explicó a sus escuchas que, antes de hacer la denuncia, pensó en la imagen que legaría a sus hijos y en la comodidad que iba a perder si se atrevía a dar tomar esa decisión, pero considerando que sobre todo le importaba que se restableciera el estado de derecho en la entidad, prefirió dar el paso al frente, asqueado de ver cómo, desde el 26 de septiembre, el presidente del Instituto Electoral de Tabasco, Leonardo Sala Poisot, había empezado a comportarse de una manera que le recordaba "la época de la mafia siciliana".

Estado novelero como pocos, Tabasco se fue de espaldas al oír entonces la respuesta de Pechel, pero la gente que desayunaba totopostes con atole junto a sus aparatos de radio, se levantó del asiento cuando, después de Pechel, llamó a Telerreportaje el diputado Milton Lastra, priísta y madracista hasta ese minuto histórico de su vida cuando, también con todas sus letras, apoyó a Díaz Esnaurrízar, descalificó a Pechel y exigió que se repitan las elecciones.

Y de eso se hablaba hasta por los codos en la Ciudad Deportiva donde a las diez de la mañana empezaron a reunirse por decenas de miles los perredistas, vestidos todos con camisa amarilla, y sabiendo que la nave del último gran cacique del sureste hace agua por los cuatro costados, salieron de allí gritando a más no poder: "Arriba, abajo, Madrazo se va al carajo". Y la consigna, combinada con aquella de "Ojeda se queda", recorrió toda la avenida 27 de Febrero, penetró por todas las ventanas y todos los balcones, donde la gente se asomaba a saludar y a aplaudir, mientras un bardo del municipio de Cárdenas componía en el aire: "No queremos molinos/ No queremos bicicletas/ Queremos que nos gobierne/ Raúl Ojeda Zubieta".

Un hombre le dijo a otro: "Toda la gente se asoma a saludarnos". El otro, replicó: "Sí, hermano, pero no se une". A lo que el primero dijo: "Basta con que nos salude, compadre".

Y en esas algarabías andábamos, cuando al dar vuelta a la izquierda en Paseo Tabasco, todo mundo se dio por corear: "Obrador, Obrador, Obrador", porque se estaba incorporando a la columna el Peje del Gobierno electo del Distrito Federal, quien alzó el puño izquierdo y repitió con los demás:

"Madrazo, cobarde, el pueblo está que arde", y de nuevo: "Ojeda se queda/ Ojeda se queda...".

Renunciar a los triunfos

Como sucede con todos los fenómenos de la hidráulica, el río amarillo se convirtió en una amarilla laguna dentro de la espantosa y dizque posmoderna Plaza de la Revolución, especie de Perisur del trópico. Si en la era de López Obrador llegaba a 40 mil almas la cifra tope que albergaba aquel espacio; si al cierre de campaña de Ojeda Zubieta acudieron 50 mil, esta mañana, que ya era de mediodía, y cuando todos sudábamos a raudales bajo un sol implacable, sumaban más de 60 mil los convocados, y de nuevo, si al cierre de Ojeda habían venido cien camiones desde Cárdenas, ahora trajeron 140. Y la gente era de todos los rumbos de Tabasco y estaba allí, y pese a que Madrazo anunció desde el viernes que hoy repartiría despensas en las comunidades indígenas, y pese a que los dos puentes principales que comunican a esta ciudad amanecieron en sospechosas reparaciones y estaban por ello cerrados, la multitud, siempre en orden, siempre alegre, siempre invicta a pesar de tantas derrotas que no la han doblegado, se estacionó en torno de sí misma y escuchó los discursos de Octavio Romero Oropeza: "Vamos a triunfar porque tenemos la razón y la fortaleza de nuestros principios", en una pieza oratoria que sería la mejor del mitin, pero los aplausos estallaron cuando Abenamar Morales Guzmán, presidente municipal electo de Cárdenas, dijo que los candidatos perredistas "renunciaremos a todos los triunfos, si se consuma el fraude de Madrazo", tras lo cual Amalia García recordó a Carlos Fuentes, por aquello de que en Tabasco agoniza el dinosaurio priísta, y "aquí le vamos a cortar la cola", salida feliz que provocó carcajadas, aunque no tanta felicidad como cuando Rosario Robles ratificó que "demandará penalmente a Madrazo", antes que López Obrador, en el discurso más breve que se le recuerde, dijo que "hay condiciones inmejorables para triunfar, pero no habrá democracia en México, si no hay democracia en Tabasco", antes que, al fin, Ojeda Zubieta se enorgulleciera al hacer hincapié en que "Madrazo no pudo imponer la ficción de un triunfo aplastante, y hoy el mundo entero se horroriza ante las reacciones primitivas de este cacique tropical", y entonces, ¡puf!, Yesenia Gutiérrez cantó los versos de Cajas de cartón, la obra maestra de Gabino Palomares que ha sido adoptada, con lágrimas en los ojos, como el himno de esta lucha, la cual en su etapa final será cada vez más larga, larga, larga; quizá larguísima, pero definitiva.