LUNES 23 DE OCTUBRE DE 2000
Ť León Bendesky Ť
Banco de México
El manejo de la economía es un asunto especializado, pero los efectos que produce son generales. Lo especializado no debe ser incomprensible, sobre todo en lo que hace al conjunto de la información pública sobre las cuales se basan las previsiones de las familias y de las empresas. Ampliar el acceso a la información económica y comunicar con oportunidad y sencillez, pero con precisión, son elementos de una sociedad más abierta y, si se quiere y se puede, más democrática.
El gobernador del Banco de México ha estado muy activo en los últimos días marcando una línea para la gestión económica que deberá aplicar el nuevo gobierno a partir de diciembre. Esta actividad puede ser una expresión del hecho que por primera vez el banco central podrá ser efectivamente autónomo como le marca la ley, ya que no tendrá los mismos y evidentes compromisos políticos que hasta ahora. Puesto que la política monetaria tiene un lugar central en la gestión de la economía, es relevante el asunto de cómo se comportará esa institución frente al Poder Ejecutivo y, por ello, la manera en que actuará frente a las demás medidas que se apliquen desde el Ejecutivo, especialmente las relativas al gasto público. Pero es igualmente relevante seguir y analizar las acciones del banco central para ver la congruencia con los objetivos a alcanzar en un plazo corto: una baja inflación y un alto ritmo de crecimiento productivo.
La semana pasada el Banco de México hizo público su informe sobre la inflación para el periodo de julio a septiembre de 2000; también emitió un boletín de prensa en el que fija las principales metas monetarias para el próximo año, en el que se ejercerá el primer presupuesto federal a cargo del nuevo gobierno y, además, reafirmó la restricción monetaria que ha impuesto durante todo el año. Esto quiere decir que controla de modo estrecho la cantidad de dinero y de crédito en la economía mediante un instrumento llamado corto aplicado a los bancos.
La tendencia del aumento de los precios en este año ha estado por debajo de las proyecciones que se hicieron en los Criterios Generales de la Política Económica presentados a fines de 1999. Para ello han contribuido no sólo el control monetario que impone el banco central, sino que también ha sido el resultado del dinamismo de la economía de Estados Unidos, del flujo de las inversiones hacia México y de los recursos extraordinarios generados por el alto precio del petróleo. Con ello se ha favorecido el aumento de las exportaciones y se ha mantenido bajo el precio del dólar. Una mayor cantidad de dólares y a un precio bajo son elementos positivos para un menor aumento de los precios. El caso es que, siempre conforme a la información de Banxico, son los precios de los productos y los servicios que ofrece el sector público los que más han alentado la inflación. Otra cuestión es el hecho que, como se sabe, una tercera parte de los ingresos totales del gobierno provienen del petróleo. Esta es una restricción severa no sólo sobre las cuentas del gobierno sino sobre las de la empresa Pemex. En medio de todas las reformas económicas que ostentan los tres últimos gobiernos no se modificó esta situación y eso tiene un costo que ha estado creciendo y que habrá que pagar, ya sea con más impuestos, con mayores precios o menores servicios públicos.
La meta de la inflación fijada por el banco central para 2000 es 6.5 por ciento, sólo que ocurre que se proyecta una tasa de crecimiento del producto de 4.5 por ciento, bastante por debajo del registro esperado para este año y que es cercano a 7 por ciento. Esto abre a la discusión el asunto de la relación entre el aumento de los precios y el del producto. Si los primeros tienden a crecer en una proporción mayor al segundo se dice que la economía se sobrecalienta. Hoy el banco central sostiene que esto ocurre primordialmente porque el consumo de la población aumenta de modo rápido. Esto puede ser así, sólo que en una economía con cuando menos 40 millones de pobres y una pésima distribución del ingreso vale la pena señalar de modo más preciso de dónde surge esa presión del consumo sobre los precios. El problema, entonces, es cómo hacer que la población pueda consumir más sin que de modo recurrente se deba frenar la recuperación del gasto.
El Banco de México indica en su análisis sobre la inflación que las expectativas de varios grupos para 2001 son todavía mayores a la meta que ha fijado. Buena parte de la política monetaria consiste en mandar señales a los mercados para igualar las tendencias de los precios con las expectativas y evitar divergencias. Pero esas expectativas no son únicamente las de los bancos, los inversionistas y las empresas y, por ello, el banco central hace hincapié en las negociaciones laborales y habla de aumentos salariales de 7 por ciento para el año entrante. Incluso el gobernador Ortiz dijo que el Banco es "amigo de los salarios reales", es decir, medidos por su capacidad de compra efectiva, y ojalá tenga en mente no sólo la medida para un año, sino la recuperación de años del ingreso perdido por la mayoría de los trabajadores durante casi 20 años. Con el cambio de gobierno y las fracturas dentro del PRI habrá que ver cómo se recomponen las organizaciones de los trabajadores y expresen sus demandas salariales. Este es otro terreno inédito en la economía mexicana en el que puede haber mayor independencia y nuevas formas de negociación más libres.
Está muy bien que Banxico atienda de modo estricto el control de la inflación y el logro de la estabilidad monetaria y financiera. Pero la estabilidad económica no depende sólo de los precios, aunque ésta sea una expresión importante. La reducción de la inflación no manda todas las señales a los mercados para alcanzar la eficiencia general en la economía. Dicho de otro modo, los equilibrios del mercado de los que tanto gustan hablar los técnicos, no son iguales al equilibrio de la economía. Y es ahí, precisamente, en donde puede estar el gran problema para llegar pronto a una inflación igual a la de Estados Unidos de 3 por ciento en 2003 y que pueda sostenerse con mayores ingresos y oportunidades para la población. Veremos.