LUNES 23 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Astillero Ť
Ť Julio Hernández López Ť
El pasado viernes fue de una rara intensidad: en la madrugada se incendió el centro nocturno llamado Lobohombo, y en el curso del día se desahogaron los casos Colosio y Excélsior.
Los giros negros
El alto número de muertos producido por el incidente del antro de Insurgentes Norte, en la capital del país, no fue lo único que ganó la atención nacional sino, sobre todo, la develación del increíble modo criminal como operan esos centros de diversión. Auténticas mafias, custodiadas por guardias privados, violan diariamente cuanto ordenamiento legal es necesario para continuar con la operación de esos productivos negocios que generan suficientes ganancias como para repartir dividendos entre políticos y funcionarios judiciales corruptos.
Los padrinos
La violación reiterada de las normas de seguridad, y de muchos otros ordenamientos jurídicos, proviene de la corrupción que han institucionalizado funcionarios del go-bierno de la capital de administraciones priístas con esos capos, ya sea por beneficios directos e inclusive por intermediación de personajes influyentes, como se ha dicho, por ejemplo, que sucedía con el fallecido Francisco Stanley, a quien se ha acusado de haber sido "padrino" de varios de esos llamados giros negros.
El gobierno perredista ha hecho grandes esfuerzos para combatir la persistencia de esos giros negros, pero se ha topado, por una parte, con la debilidad de algunos de sus cuadros menores, que también se han prestado a maniobras de corrupción, y a la sobrevivencia de personal de base de anteriores gestiones, priístas, que ha conservado su afición a las corruptelas, pero sobre todo a la existencia de un marco de complicidades en el que las mejores voluntades son ineficaces.
Policías, ministerios públicos, jueces
El aparato judicial, tanto el preventivo, de la PGR, como el resolutivo, formado por jueces, magistrados y demás funcionarios, está fuertemente infiltrado por los intereses de los negocios más redituables de la economía nacional, como son los del narcotráfico y los giros negros.
Parapetados en tecnicismos jurídicos y en alegatos puntillosos, suelen ayudar a los fines de esas bandas criminales concediendo libertades provisionales o definitivas, aminorando penas, emitiendo amparos. No se trata, desde luego, de hacer aquí, al censurar ese apego interesadamente ciego a la letra de la ley, una apología de la discrecionalidad, que engendra autoritarismos, y que en ninguna sociedad civilizada puede aceptarse. Pero sí se trata de reflexionar en la urgente necesidad de revisar a fondo el marco jurídico completo, y reformar todo cuanto sea necesario para que no sean los pliegues de la ey los recursos a través de los cuales se sigan cometiendo crímenes como el de Lobohombo.
La disputa política
Han defendido hoy con pasión sus posturas tanto Rosario Robles como Dolores Padierna, jefa de Gobierno y delegada, respectivamente, e inclusive los jueces, que en un insólito comunicado conjunto expresan desacuerdo con la postura asumida por las autoridades capitalinas y presentan pruebas en contra de la versión de que 11 veces ampararon al citado antro, señalan que inclusive las instancias administrativas estaban en condiciones de clausurar ese lugar por cuanto no había amparo alguno a su favor. El punto debe aclararse plenamente, estableciendo con precisión el grado de responsabilidad e irresponsabilidad de cada una de las partes. Será conveniente, sin embargo, elevar la mira y reconocer, para combatirlo, el grado evidente de riesgo social que implica la persistencia de esas redes de giros negros que suelen usar a su favor a funcionarios de todos los poderes, el Ejecutivo, el Judicial, el Legislativo e inclusive el periodístico.
Un texto más al que nadie cree
Otra muestra del descrédito al que han llegado las instituciones mexicanas se ha producido con las aristas más polémicas del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Resulta irónico que Carlos Salinas de Gortari y la PGR hayan recorrido rutas parecidas para llegar a resultados similares. Uno y otra dedicaron largos años y cuantiosos recursos para presentar a la sociedad mexicana voluminosos escritos que, tanto uno como otro, en sus planteamientos esenciales no han sido creídos. A Salinas nadie lo cree inocente, ni de las culpas políticas y económicas de las que quiso desmarcarse con los alegatos escritos en su libro, hoy virtualmente inservible, ni de la responsabilidad histórica del asesinato de Colosio, a pesar de las conclusiones de la PGR que pretenden hacer creer que Mario Aburto fue el asesino solitario, único y autónomo de quien fue candidato presidencial priísta.
Una extraordinaria novela negra
La abundante información recopilada por la Subprocuraduría Especial para el Caso Colosio, a cargo del abogado Luis Raúl González Pérez, ha servido, en cambio, para trazar una invaluable descripción de la podredumbre del sistema político que algunos creen magónico sólo porque ha cambiado de emblema partidista. Los cuatro volúmenes informativos impresos por esa subprocuraduría podrían servir de mucho a escritores de novelas políticas y policiacas para hacerse de material invaluable que tiene, tan sólo, el defecto de ser verdadero, real.
Regino, Olegario, Labastida
La caída de Regino Díaz Redondo fue aparatosa y trágica. No le quedó poder ni habilidad siquiera para encontrar una salida decorosa de la asamblea de cooperativistas que le repudiaba por su pretensión de vender esa empresa a personajes que ya tenían dinero depositado en el banco para hacerse de esa casa editorial, como fue el caso de Olegario Vázquez Raña, quien tenía mil millones de pesos disponibles para el momento en el que la asamblea aprobara una privatización que finalmente se desechó. Olegario, vale la pena recordarlo, es un hombre muy cercano a Francisco Labastida Ochoa, al grado de que se suponía que, de haber ganado el sinaloense la Presidencia de la República, éste sería el empresario del sexenio, a nombre propio y de Mario, que es otro de los Hermanos Vázquez.
Reacomódos, riesgos y esperanza
Regino perdió la figura y el control ante una insurrección plenaria. Llegó al extremo de ofender a sus compañeros cooperativistas con exabruptos como el de señalar que frente a él, abucheándolo, estaban algunos de quienes antes le besaban la mano y ahora le daban puñaladas por la espalda. Esa consideración, circunscrita a su figura personal, refleja el sentido autoritario, reverencial, con el que Regino pretendía se asumieran los asuntos colectivos en ese diario. Pero no debe desatenderse el sentido de lo dicho por Díaz Redondo. En efecto, junto a los aires renovadores, que lucharán en busca de recuperar viejos lauros de la Casa Excélsior, se reacomodan hoy a toda velocidad, sin pudor ni empacho, viejos lamedores de la mano reginista que, ahora, se esmeran en hacer leña del árbol caído del que, en sus épocas de gloria, sobre todo de redituable bonanza, fueron entusiasmados cómplices.
Otro punto que debe moderar el optimismo de quienes esperan la rápida recuperación de Excélsior es el económico: la terrible amenaza de la bancarrota no podrá ser superada con facilidad, y acaso sea tan grave, tan real, que los esfuerzos de salvamento resulten extemporáneos o insuficientes. Por lo pronto, la gesta encabezada por Armando Sepúlveda y Patricia Guevara ha cumplido con éxito una primera etapa. Desde aquí van los deseos sinceros de que puedan seguir adelante en esa reconquista de lo que fue el importante y glorioso Excélsior.
Astillas: šAh, por cierto! En Villahermosa todo estaba listo para que las autoridades electorales puestas por Roberto Madrazo dijeran que el candidato de Madrazo sería el próximo gobernador. Sigue la apelación ante el Tribunal Electoral tabasqueño, también madracista, y luego la recurrencia al ámbito federal, que es donde de verdad se resolverá el asunto...
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