En el cielo nubes fugaces decían que las calles
pasaban como damas riachuelos la danza de caminos
que nunca
llegaban a decir una sola palabra.
Entonces la manta era extendida en el campo
y vinos manzanas trifulcas desvelos
se desparramaban como canciones en labios de miradas
acuáticas y somnolientas como una madrugada.
Despertar era una obra de arte
Salir de una circunferencia que habíamos
visto
antes de conocer la calle la ciudad y la ventana
y la montaña y la barca y la palabra entera
esperando un trago en el frío de una dulce
llovizna.