DOMINGO 22 DE OCTUBRE DE 2000

MAR DE HISTORIAS

Entre mujeres solas

Ť Cristina Pacheco Ť

-ƑViste qué hora es? Van a dar las dos de la mañana. Discúlpame, Gladys: por contarte mis cosas no me fijé en que te estaba desvelando -Aurea se frota los brazos-. Esta cocina es muy fría. Debimos irnos a la sala.

-Me gusta conversar aquí. Me recuerda cuando era niña y entraba en la cocina para hablarle a mi madre de lo que me sucedía. Tan linda: siempre estaba planchando -se inclina, toma de la mesa las tazas y las deposita en el fregadero-. Qué bueno que platicamos.

-Sólo que nada más yo hablé. Pobre Gladys, tuviste que soplarte mi culebrón.

-Lo importante es que ya te sientas mejor, Ƒno?

-Claro. Mientras venía para acá temí no encontrarte. Ansiaba decirte: "Artemio me invitó a tomar un café y pasamos dos horas conversando".

Gladys no disimula una sonrisa. Aurea la interroga con la mirada y ella le explica:

-Si mal no recuerdo, eso mismo dijiste el día en que te cambiaste a este departamento, sólo que entonces llorabas con desesperación -Gladys advierte la mirada triste de Aurea-. No debí recordártelo.

-Bueno, acabábamos de terminar... Pero ya no me afecta.

-Entonces, Ƒpor qué te entristeciste de nuevo?

Aurea se levanta para llenar de agua la cafetera:

-Voy a hacer un poco más de té, Ƒquieres? -de pie junto a la estufa y sin volverse a Gladys, vuelve al tema-. Viví años sintiendo que me moría por no ver a Artemio, soñando con que nos reconciliáramos o al menos con que habláramos serenamente. Hoy lo hicimos y hasta me propuso que volviéramos a vivir juntos. Y ni siquiera pude imaginarme compartiendo una copa, ya no digamos la cama.

-ƑHubieras preferido no volver a verlo?

-En cierta forma -con las dos tazas humeantes vuelve a su sitio-. Te parezco muy infantil, Ƒverdad?

-Pues sí, porque quieres convencerte de que nada de lo que sucedió te importa. Pero a mí no me engañas. Y si no me crees asómate al espejo y verás que tu expresión es de todo, menos de indiferencia.

-Comprende: tampoco fue fácil cerrar la puerta y echarle llave para siempre. Me estoy poniendo cursi. ƑQué te parece si nos vamos a dormir? Mañana tenemos que levantarnos tempranito.

-ƑPor qué? -insiste Gladys-. Sí, dime por qué.

Aurea no comprende el sentido de la pregunta ni oculta la impaciencia que le produce:

-Como si no lo supieras: tengo que llegar a mi trabajo, igual que tú. Por cierto, Ƒa qué viene todo esto?

-No importa, sólo contéstame: Ƒcuántas veces has renunciado a algo, a lo que sea, por pensar en tu trabajo? Llevamos siete años de convivir en esta casa y siempre te he visto sacrificarlo todo por el trabajo.

-ƑEstá mal?

-Sólo por ti. ƑNo te das cuenta? En la vida no todo es el trabajo.

-Lo sé, no tienes que decírmelo.

-Sí, pero no pareces ver las oportunidades, y cuando las ves no dudas en ignorarlas o en desaprovecharlas.

-ƑTe estás refiriendo a...?

-Sí, a él. ƑMe permites decirte una cosa? -Gladys espera hasta que Aurea asiente-. No entiendo que hayas rechazado a Artemio, después de que fue él quien te buscó. Pudo no haberlo hecho.

-ƑQué te sucede? ƑYa no te acuerdas de que me abandonó? Soy la clásica novia a la que dejan vestida y alborotada, y luego va a refugiarse en la casa de su mejor amiga. Te dije: "Permíteme quedarme contigo unos días", y ya pasaron siete años. Debo tenerte hasta la coronilla.

-Para nada, me da mucho gusto que vivas aquí, porque tengo con quién conversar; pero si quieres verme más práctica, te confesaré que si no fuera porque compartimos los gastos ya no estaría en este departamento. La renta es salvaje -Gladys da un golpecito en la mano de Aurea-. Pero eso es lo de menos. Lo que importa es que reconozcas que algo anda mal.

-ƑTe refieres a que adoro mi trabajo? Es lo único que tengo.

-Es tu culpa, ya te dije.

-Cuando hablas así no te entiendo.

-Porque no quieres. Todo es muy claro. Hoy te sucedió un milagro: rencontraste al hombre que has amado durante toda la vida y piensas dejarlo ir. ƑPor qué? ƑEs manda?

-No, pero siento que las cosas ya no funcionarían.

-No es cierto.

-Oye, no tienes derecho...

-Por favor, no seas niña. Te juro que si me atrevo a decirte esto es porque te quiero mucho, en serio, como si fueras la hermana que nunca tuve.

-Ya lo sé. Perdóname. Dime, Ƒqué hice mal?

-Rechazar a Artemio. No se lo merecía.

-Ni modo que lo recibiera con los brazos abiertos, como si no hubieran pasado siete años desde que terminamos. Acuérdate: él me dejó, no le importó cómo me quedaba; agarró sus cosas y se largó. Todo porque no estuvo de acuerdo en que yo siguiera trabajando. Puso el grito en el cielo cuando le dije que, si me ascendían, iba a tener que viajar tres o cuatro veces al año.

-En eso fue muy estúpido.

-ƑEstúpido? Te quedas corta. Todavía se me retuercen las tripas de acordarme cuando me dijo así, muy magnánimo: "Está bien, chiquita, te doy permiso de que sigas trabajando mientras nos casamos. Después, te olvidarás de todo eso".

-Y preferiste quedarte con tu trabajo.

-Era mucho más que eso. Hice lo correcto.

-Sí, pero entonces no comprendo que todos estos años te los hayas pasado recordando a Artemio y queriendo estar con él.

-Yo tampoco. A lo mejor porque también soy una idiota y creía que en cualquier momento él iba a venir a disculparse y a pedirme que volviéramos a vivir juntos bajo mis condiciones.

-Hoy lo hizo.

-Pues sí, lástima que ya no sea lo mismo -Aurea mira fijamente a Gladys-. Me di cuenta de que ya no me interesa. Es más, y conste que sólo a ti te lo digo: me decepcionó. Mientras lo oía contarme sus cosas pensaba: Ƒcómo es posible que éste sea el hombre por el que quise suicidarme?

-ƑNo se te ocurre que tal vez él, en algún momento, pensó lo mismo? Quiero decir, también se decepcionó de ti.

-Podría ser, pero me tiene sin cuidado.

-ƑPor qué tanta indiferencia?

-Ojalá fuera indiferencia. Preferiría sentir eso y no otra cosa que me lastima y me vuelve amarga. Creo que es odio.

-ƑOdias a Artemio porque te pidió que volvieran a vivir juntos?

-No. Porque destruyó mi sueño. Cuando se fue invertí mucho tiempo en reconstruir su imagen. La cuidé para que no se deshiciera. De pronto aparece y resulta que el Artemio real no corresponde al hombre que esperé siete años. ƑPor qué sucedió esto?

-Porque el tiempo pasó, no hay otra explicación.

-Si sólo fuera eso sentiría ternura por él en vez de odio: no sólo acabó con mi Artemio sino que me hizo ver lo inútiles, lo perdidos que estarán para siempre los años que consagré a pensar en él. Tal vez sea injusta, pero date cuenta: mañana será el primer martes que viviré sin mis sueños.