DOMINGO 22 DE OCTUBRE DE 2000

Ť El Centro Coreográfico de Montpellier, en el FIC 


Pour Antigone, metáfora de las tragedias en Africa

Ť Una interpretación del deseo mediante el arte de Terpsícore

Renato Ravelo, enviado, Guanajuato, Gto., 21 de octubre Ť La usurpación del deseo público, en forma de danza, se presentó en el Festival Internacional Cervantino, a cargo del Centro Coreográfico de Montpellier, de Mathilde Monnier, mediante una versión de Antígona en un baile con un sentido estricto de la libertad.

foto- DANZAPalabras contradictorias: restricción y libertad. Aunque ciertamente la contradicción existe en lo que el poeta Luis Cernuda denominaba la realidad y el deseo. En este caso, sin embargo, se trata de la conjunción de otras dos cosas ajenas: lo clásico y la raíz africana que, fuerte, se sobrepone.

Bailar es una forma de comunicar, de hacer posible el deseo, de contar, aunque supuestamente no importe, los modos de sentir. Dice la creadora sobre el equipo de danzantes: "Hice la selección basada en la capacidad de los bailarines y las bailarinas de interpretar el papel de Antígona y quise que se remitieran a su propia técnica, que inventaran, que asumieran la responsabilidad ellos mismos. Emergieron cinco ejecutantes impecables. Buscamos también a una niña de 12 años que había visto bailar en Ouagadouga. Ella encarna el lado infantil de la naturaleza de Antígona". 

También se presentaron bailarines europeos, aquellos que según Monnier contaban con la suficiente capacidad de abrirse conceptualmente a este híbrido de movimientos que, por momentos, evoca el mito, pero en otros se aleja y algo diferente aparece en el escenario del auditorio del estado.

El elenco de esta versión denominada Pour Antigone refleja de alguna manera la tragedia que corre por el continente africano, como historia de política, de frustraciones y de vacíos.

Cierto humor se integra a la tragedia de Antígona, que es en todo caso el aporte de la versión africana. No siempre se logra, pero de alguna manera la búsqueda hace válida la apuesta.

Un decorado simple, con un techo de lamina y el asiento de un automóvil, reina en el escenario como si fuera un reflejo de esa actualidad africana. Las interpretaciones de los diez integrantes de la compañía se diversifican, por lo mismo algunos cuadros se logran en tanto otros se caen.

Apuesta grande con claroscuros en los logros, pero finalmente una reinterpretación válida de la historia de lo clásico, en una especie de creencia fuerte en la repetición de la historia, en los arquetipos corporales.