Ť Espectacular operativo policiaco, pero con escasos resultados
Un pitazo habría alertado al zar del table dance
Elia Baltazar Ť Ya estaba cantado, se lamentaban los agentes judiciales. Será por eso que en el cateo realizado la madrugada de ayer por la Procuraduría capitalina, en la casa de Alejandro Iglesias, no hubo más que asegurar que un par de cargadores para pistola tipo escuadra, una caja de casquillos calibre 12 para escopeta, algunas insignias militares, dos radios de comunicación, documentos personales y un teléfono celular.
Ubicado en la calle Alencastre 148, de la colonia Lomas Virreyes, el inmueble fue el último punto de un accidentado operativo encabezado por el subprocurador de Averiguaciones Previas Desconcentradas, Hugo Vera, que comenzó en el antro Hawaii --última adquisición de Iglesias y Grez-- y siguió en el Jet Set, y en el que participaron al menos 50 elementos de la Policía Judicial y el GERI (Grupo Especial de Reacción Inmediata), a bordo de 12 patrullas y dos camionetas Van.
La espectacular acción judicial desplegada en la casa de Iglesias, que sólo requirió la acción de 30 elementos, si acaso sólo sorprendió a vecinos y al somnoliento vigilante, a quien le espetaron una orden de cateo para luego hacerlo a un lado del paso de los miembros del GERI, acompañados de un agente del Ministerio Público, que dio fe de la acción de cateo, cuyos resultados se pusieron a la vista de la prensa tras la ventana de la caseta de vigilancia.
Ostentación disimulada por un muro de casi cinco metros de altura y vigilada por una caseta con ventana blindada y polarizada, en la casa de Iglesias no había más rastro de su inquilino que los enseres propios del zar del table dance capitalino: jacuzzi, filas de pares de zapatos que se contaban por decenas, trajes y ropa enganchada en el fondo de un closet, incontables para un cálculo a primera vista. Seis habitaciones distribuidas en tres niveles, que no llaman más la atención que por las ansias inalcanzables de buen gusto.
Más que los cargadores y casquillos, llamó la atención una credencial de la Secretaría de la Defensa Nacional, que acreditaba como subteniente a un sujeto de nombre Alfonso Hernández Sánchez, quien fungiría como empleado de seguridad de Iglesias.
Poco alentadores fueron también los resultados obtenidos en el cateo realizado en el Hawaii, ubicado en la calle de Florencia y Londres, donde sólo había empleados que deambulaban como almas en pena y a quienes poco intimidó la entrada de un grupo de agentes encapuchados que buscaron, buscaron y buscaron, y sólo encontraron una puertita falsa que escondía un espacio dispuesto como salón privado.
Un pitazo y una orden de cateo mal elaborada retrasaron el operativo, que concluyó hasta pasadas las 7 de la mañana. Y como anécdota: el único GERI que tripulaba una motocicleta sorprendió a un transeúnte --pasadito de copas-- a quien auscultó la bolsa de su camisa, en la acera de enfrente del Hawaii.