DOMINGO 22 DE OCTUBRE DE 2000

Ť La semana política en Estados Unidos

Ť Uno de 4 votantes podría cambiar de candidato o no sufragar

Ť Posible, que gran parte del electorado se declare desaparecido

Ť Ni Al Gore ni George Bush logran imponerse en las encuestas

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 21 de octubre Ť La elección presidencial estadunidense está a sólo 16 días de este domingo y los principales candidatos han concluido sus rondas de debates nacionales, pero según varias encuestas aún existen muchos ciudadanos indecisos, no porque ambas opciones sean muy convincentes, sino porque no consideran a esta elección de magna importancia.

"La campaña 2000 es difícil para los votantes, ya que no hay mucho (en juego)", argumentó esta semana el respetado encuestador Andrew Kohut. "No hay un fuerte sentimiento hacia un lado u otro, hacia Al Gore o George W. Bush".

Pese a que el director del Pew Research Center indica que los fieles partidistas están firmemente con sus candidatos, señala también que uno de cada cuatro votantes con intención de ir a las urnas advierte que antes del día de las elecciones podría cambiar de opinión sobre quién votar o, simplemente, decidir no sufragar.

Además de este segmento, existe un gran número de ciudadanos que probablemente no ejercerá su derecho al voto el día 7 de noviembre. Sólo 49 por ciento de los ciudadanos con derecho a voto participó en las elecciones presidenciales de hace cuatro años, y esta semana un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard pronosticó que el próximo índice de participación electoral podría ser aún menor.

Así se explican en parte los resultados de las últimas encuestas, según las cuales ni el demócrata Al Gore ni el republicano George W. Bush están logrando avanzar mucho, y que continúan más o menos empatados. Mientras que los comentaristas y analistas políticos discuten sobre quién ganó el debate final entre Gore y Bush, y los medios "serios" siguen repletos con información sobre la contienda, aparentemente el electorado cree que todo esto no importa tanto.

Los investigadores del Proyecto del Votante Desaparecido, de la Universidad de Harvard, indicaron recientemente que menos de la mitad de la población de Estados Unidos ha leído una sola nota periodística sobre la campaña presidencial durante la última semana. "El interés en la campaña es relativamente bajo. Es muy probable que veamos una participación baja en la elección y una proporción inusualmente alta de votantes que harán su selección de candidato en los últimos días de la campaña", explicó el profesor Thomas Patterson, integrante del proyecto en Harvard.

Kohut, director del Centro Pew, cree que esto es resultado del fracaso tanto de Bush como de Gore en ofrecer un argumento persuasivo del por qué deberían ser electos. Aunque ambas campañas han buscado definir las "diferencias impresionantes" en cada una de las propuestas, la noticia en este país es que los votantes podrían ser un poco más inteligentes de lo que creen los candidatos y sus estrategas electorales.

Campaña del temor

Por ejemplo, durante los últimos meses el Partido Demócrata ha intentado espantar a los votantes con la advertencia de que ya que tantos jueces de la Suprema Corte tienen más de 70 años de edad, el próximo presidente podría --usando su autoridad para nombrar magistrados-- cambiar la ideología política de la máxima instancia del Poder Judicial nombrando hasta cuatro jueces (si una cantidad igual se jubila) en la corte de nueve puestos.

En la propaganda televisiva, los demócratas advierten que el derecho al aborto y la defensa de los derechos civiles podrían verse amenazados con la elección de Bush. Pero a pesar de su retórica conservadora, cuando Bush nombró jueces en la Suprema Corte del estado de Texas optó por gente que sostuvo el derecho al aborto, e incluso fue ampliado ese derecho.

Por su lado, Bush alega que Gore es un demócrata tradicional que favorece el "gran gobierno", y que buscará hacer crecer la burocracia federal gastando más fondos en programas sociales ineficaces. Pero el hecho es que el vicepresidente Gore fue el arquitecto de enormes recortes en el número de burócratas federales, y el programa Reinventando el Gobierno encabezado por él redujo la fuerza laboral federal en más de 300 mil puestos.

Por lo tanto, el gran debate político de esta elección se ha reducido a las características personales de cada candidato (si son agradables o arrogantes, o si uno besa más apasionadamente que el otr). No sólo es difícil para el electorado detectar grandes diferencias entre ambos, sino que la gente cree que sus vidas no se verán demasiado afectadas por quien resulte ganador, sea quien sea. La economía sigue bastante bien y no hay crisis mayores que amenacen las condiciones de vida en este país (Levante, sencillamente, queda muy lejos).

Pero también esta percepción del electorado podría ser el resultado de lo que ha observado durante los últimos cuatro años, y eso es lo que preocupa a los investigadores del Proyecto del Votante Desaparecido. Esto es: la impresión general es que todos los políticos, de los dos principales partidos, están dispuestos a decir todo, incluso hasta mentir, para ganar, y que la mayoría de los ciudadanos tiene poco impacto en la política nacional, ya que Washington parece estar controlado por los intereses más ricos y poderosos de este país.

Así, aquí el gran problema democrático podría ser que el 7 de noviembre la mayoría del electorado estadunidense decidiera declararse "desaparecido".