DOMINGO 22 DE OCTUBRE DE 2000
Ť José Agustín Ortiz Pinchetti Ť
Tabasco: Ƒtiene remedio el PRI?
El intento de imponer un candidato priísta en la gubernatura de Tabasco no es ninguna novedad. Las elecciones tabasqueñas han sido sucias desde 1988. Las autoridades electorales son parte de una maquinaria de fraude electoral. Lo que asombra es que este episodio del folclor del viejo régimen pueda darse (y tener visos de prosperar) en el nuevo contexto político.
En diciembre de 1994, poco después de que Ernesto Zedillo había iniciado su mandato, Santiago Creel (actual consejero político de Vicente Fox) y quien esto escribe fuimos, invitados por la Secretaría de Gobernación (encabezada entonces por Esteban Moctezuma), por el PRI y por el PRD, para revisar en forma estrictamente privada y confidencial los resultados de las elecciones por las cuales Roberto Madrazo "triunfó" sobre Andrés Manuel López Obrador.
En aquella época el "sistema" funcionaba todavía a plenitud. De acuerdo con sus reglas no escritas, Roberto había ganado las elecciones y se encaminaba a tomar posesión, lo que era irreversible. El Presidente tenía que apoyarlo con toda la fuerza del Estado. Pero el sistema y el nuevo presidente necesitaban generar una expectativa de cambio político. Ya no era posible aplastar a los opositores y después lanzarles una ofensiva de prensa y amordazar sus expresiones y sus resistencias. Las condiciones económicas y políticas eran muy difíciles; apenas nueve días antes el peso mexicano se había derrumbado. La resistencia de Andrés Manuel y de su gente en Tabasco estaba creciendo; había que doblegar a Roberto o convencer a Andrés Manuel de que el nuevo gobierno estaba actuando de buena fe. Madrazo podía tomar posesión pero después se buscaría con un acuerdo político informal su salida del gobierno local.
Se nos pidió a Creel y a mí que revisáramos una muestra de 500 actas en las que se concentraban no las únicas pero sí las peores irregularidades del proceso. Instrumentamos una metodología. Nos apoyaron expertos en estadística e informática del ITAM, e hicimos un cotejo que resultó aceptable para todas las partes.
El resultado fue que descubrimos que en 439 actas de las 500 había irregularidades graves. Descubrimos, además, que la Ley Electoral tabasqueña se elaboró con una mezcla de mala fe y descuido técnico y que las autoridades electorales y el Tribunal Estatal Electoral habían cerrado los ojos ante la compleja red de irregularidades que imperó en el proceso.
El dictamen era concluyente: los perredistas tenían la razón, las elecciones habían sido irregulares. Los representantes de la Secretaría de Gobernación, del PRI nacional y de Roberto Madrazo, y los representantes de Andrés Manuel, se mostraron respetuosos respecto de nuestro trabajo y reconocieron la gravedad de lo que habíamos descubierto. Se convino que el informe se mantendría como estrictamente confidencial.
Días después, los diputados priístas de Tabasco, entre ellos el actual candidato a la gubernatura Manuel Andrade, hicieron publicar en El Sol de México una falsificación de nuestro dictamen. El periódico Reforma publicó el dictamen verdadero, lo que causó un fuerte impacto político. Andrade y otros diputados tabasqueños descalificaron el dictamen verdadero e injuriaron a los que lo habíamos elaborado. La inconsistencia de una y otra postura no asombró a nadie; en el estilo de hacer la política en México, se vale mentir abiertamente, contradecirse y crear la ilusión de otras verdades oficiales. A fin de cuentas, Roberto Madrazo logró imponerse a la voluntad rectificadora de Esteban Moctezuma y del Presidente y al poco tiempo se consolidó como gobernador de Tabasco.
Lo que asombra es que hoy que el sistema político está herido de muerte se reproduzca un episodio esencialmente igual al de 1994. A pesar del desastre del 2 de julio subsiste y opera el nudo de intereses que se apoyan, se entrelazan y se convierten finalmente en el peor obstáculo para la modernización política y económica del país.
Cuando leo en la prensa el relato puntual de todas las irregularidades descubiertas me doy cuenta de que la misma maquinaria con recursos igualmente cuantiosos está operando, que nada se les ha olvidado ni han aprendido los priístas tabasqueños. ƑVieron ustedes en la televisión al presidente del Consejo Estatal Electoral, pistola en mano, defender una casa de seguridad montada por el PRI para facilitar el fraude?
Pero las cosas ya no funcionan como antes. Roberto Madrazo ha tenido que afrontar a dos candidatos de oposición antiguos priístas. Arturo Núñez, uno de los priístas más cabales del país, ha denunciado sus trapacerías. No hay un presidente priísta que pueda apoyarlo. El presidente electo Vicente Fox ha declarado una y otra vez su repudio a sus prácticas. Su principal asesor político es nada menos que Santiago Creel, quien impugnó con gran bravura no sólo las elecciones de 1994 sino las graves irregularidades financieras de Roberto Madrazo en su campaña y en su gestión posterior.
ƑPodrá el sistema por pura inercia ganar esta última batalla? ƑAprovechará el relativo vacío político que se abre entre el final del gobierno de Ernesto Zedillo y el principio del nuevo gobierno?
El peor aspecto está en el apoyo de muchísimos priístas a Roberto y a sus trampas. Y no me refiero a personajes menores. Muchos priístas cultos, excelentes administradores públicos, se sienten verdaderamente entusiasmados al ver surgir a un "hombre duro" que pudiera llegar a encabezar al partido en un intento insólito de restauración. Pareciera que la mayoría de los priístas en lugar de inclinarse por buscar una forma de transfiguración de su enorme fuerza política prefirieran encadenarse al pasado.
No tienen ya el liderazgo institucional que les proporcionaba la Presidencia de la República y buscan en su orfandad una figura prepotente, dotada de una energía violenta, capaz de imponerse sobre toda racionalidad política. Pareciera que viven en la mística de regresar al poder a como dé lugar como si nada hubiera pasado, como si el país viviera en tiempos de Díaz Ordaz. Aquellos que creemos que el PRI tendría todavía un papel estratégico en el nuevo orden político podemos sentirnos profundamente preocupados. La incapacidad para encontrar soluciones nuevas a los viejos problemas, el vicio de aplicar las mismas fórmulas agotadas, la hipocresía legalista y el cinismo, el poder al servicio de la corrupción y la mentira institucional, todos los elementos que provocaron la decadencia y la derrota del PRI, están presentes en el episodio de Tabasco.