DOMINGO 22 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Antonio Gershenson Ť

Pemex y la competencia

El director general de Pemex Petroquímica declaró que es un error de la actual administración dejar fragmentado a Petróleos Mexicanos. El funcionario afirmó que en 1992, con la división de Pemex, se desintegró la cadena productiva y se frenaron las inversiones, lo cual ha contribuido al aumento de las importaciones.

Un antecedente inmediato de esta declaración fue el anuncio de la fusión entre dos de los gigantes petroleros de Estados Unidos, Chevron y Texaco. La primera de estas empresas, que compró a la otra, es la que hace un tiempo se llamó Standard Oil of California, y ambas formaron parte del grupo que fue conocido como "Las Siete Hermanas".

Las fusiones y absorciones han reducido el número a cuatro: Chevron Texaco, Exxon Mobil, Shell y BP Amoco. De ahí que el citado declarante sostenga que con Pemex se va a contrapelo de la tendencia mundial: mientras que las grandes empresas tienden a integrarse para hacer frente a la creciente competencia, se tomaron medidas para desintegrar a Pemex para dejarlo indefenso ante los competidores, varios de ellos con medios económicos y tecnológicos mucho mayores que los de nuestra empresa petrolera.

Chevron y Texaco, ya antes de fusionadas, ocupaban los lugares dos y tres entre las petroleras de Estados Unidos por el valor total de sus activos. Sin embargo, Pemex ocupó, en 1999, el tercer lugar mundial por el volumen de su producción de petróleo crudo. Por el monto de sus reservas probadas de crudo, Pemex ya baja al octavo lugar, lo cual nos habla de un descuido en la exploración y en la comprobación de nuevas reservas.

El lugar de Pemex va declinando cuando hablamos de valor de los activos y de los ingresos totales, pero al llegar al ingreso neto, después de impuestos, en 1998 fue negativo, números rojos, un déficit de mil 110 millones de dólares. Eso es el resultado de la rapiña fiscal, que le quitó a Pemex más de 100 por ciento de sus ingresos.

El presidente electo, y miembros de su equipo de transición, han hablado de fortalecer a Pemex. Con los datos mencionados está claro que el camino de ese fortalecimiento incluye devolverle competitividad. Por un lado, se requiere su integración, aunque no con la anterior estructura tan burocratizada sino con agilidad de respuesta. Esto implica quitarle a Hacienda el control de la caja de Pemex y dotar a la paraestatal de autonomía de gestión.

El control debe ser desde el Congreso y sobre la limpieza de su ejercicio y, ante todo, sobre el cumplimiento de sus objetivos. Por otro lado, se requiere un proceso de cambio de su régimen fiscal, para que pague impuestos en condiciones similares a las de sus competidoras.