Kati Horna supo conjugar de forma maravillosa la realidad y el misterio
Ť Penetrar en lo más profundo del ser mexicano, impronta de su quehacer: Héctor García
Ť La Escuela Nacional de Artes Plásticas prepara un homenaje póstumo a la artista
Yanireth Israde Ť La fotógrafa húngara Kati Horna supo mirar hondo a México. Y al morir, una bandera nacional, la misma que cubrió los féretros de los pintores Frida Kahlo y Diego Rivera, se extendió anteayer por la noche sobre su ataúd, como un último adiós de la patria a la que llegó en 1939, perseguida por el fascismo y donde desarrolló una prolífica obra visual y académica.
Su corazón no esperó las sombras de la noche para quedarse quieto. Artista que usó la luz para cincelar sus imágenes, Kati Horna murió a media tarde en un día iluminado de otoño, el penúltimo jueves de octubre.
Pintores, artistas, discípulos y autoridades del ámbito cultural llegaron a despedirla a la agencia Gayosso de Félix Cuevas: una pequeña multitud que le dio miradas como adioses. Presencia destacada fue la de la pintora surrealista Leonora Carrington, con sus años a cuestas y su mirada doliente.
Después de las 23:00 horas y hasta poco antes de la media noche del jueves, se colocó la bandera de México propiedad de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, la cual ha sido usada para distinguir a personajes de la talla de Kahlo y Rivera, según declaró el director de la institución, Eduardo Chávez Silva.
De perseguida política a abuela sabia
Colega y admirador, Héctor García evoca los últimos años de su amiga nacida en Hungría en 1912: ''Era una abuela sabia, generosa, alegre, muy vital, llena de ideas, parca de palabras y generosa con los hechos. Una gente bien amada".
Recuerda, también, la época juvenil de Horna, cuando vivió la Guerra Civil española armada de su cámara y su talento. Rufugiada política, perseguida por el fascismo, logró en sus fotografías una mezcla prodigiosa de ''realismo y misterio".
Y su autenticidad. Una vez en México, sigue García, Horna ''no hizo folclorismo de ninguna manera y tampoco hizo ningún juramento ?como Tina Modotti y Edward Weston?, para no retratar magueyes y burritos, es decir lo folclórico. Modotti y Weston finalmente rompieron la promesa y se dejaron cautivar por el folclor. En cambio, Kati jamás se dejó llevar por eso y supo ir a lo más profundo del misterio del ser mexicano.
''Su fotografía penetra profundamente en la epidermis y en el corazón. Conjugó de forma maravillosa la realidad y el misterio, los dos grandes distintivos de su obra."
Perteneciente a un selecto grupo de fotógrafos exiliados, Horna ?escribe el especialista Alejandro Castellanos? ''contribuyó de manera decisiva a consolidar y ampliar las significaciones de la documentación iconográfica, que venían ejerciendo algunos autores mexicanos, fundamentalmente en la prensa ilustrada".
En un volumen dedicado a su obra y que editó el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información en Artes Plásticas (Cenidiap), Castellanos explica la importancia decisiva de aquel grupo, ''cuya influencia creció considerablemente en el periodo cardenista, en donde revistas como Futuro, Hoy, Todo y Rotofoto ayudaron a difundir en gran escala y con notable calidad el trabajo de reporteros gráficos como Enrique Díaz, Ismael Casasola, Manuel Montes de Oca e Ignacio Sánchez Mendoza, entre otros.
''La implicación ideológica y la resolución formal de los primeros reportajes gráficos que Horna publicó en México, representan uno de los antecedentes más importantes para estudiar a profundidad el tránsito de la mirada moderna del reportaje gráfico europeo hacia nuestro país, por cuanto son un elocuente testimonio de una visión plenamente competenetrada con la experimentación discursiva."
Cuantioso acervo de negativos
La congruencia entre las ideas y la vida de la fotógrafa, periodista, educadora y artista la retratan como un ser excepcional que, continúa, ''como los personajes fantásticos de Remedios Varo, se ha dedicado a tejer espacios de intersección entre la magia, la forma y la memoria. La síntesis existencial que ello supone demuestra hasta dónde es posible lograr que la mirada sea la esencia de la experiencia".
Héctor García destaca la labor docente de Kati Horna en Escuela Nacional de A rtes Plásticas (ENAP) de la UNAM, donde ''formó a numerosos fotógrafos, discípulos que, como ella, son celosos de su quehacer y que intentan continuar con su línea de trabajo".
Esta institución, según confirma el secretario general de la ENAP, Jaime Reséndiz, prepara un homenaje a quien fuera durante casi tres décadas maestra de esa escuela. Sin embargo, las fechas todavía están por confirmarse.
Si bien el acervo de la fotógrafa está en resguardo del Cenidiap del Instituto Nacional de Bellas Artes ?que alberga más de 6 mil negativos? muchas imágenes quedan todavía en poder de su familia. La doctora Nora Horna Fernández, hija de Kati, informa que revisarán los mismos y lo más probable es que sean donados a una institución cultural, probablemente el mismo Cenidiap.
Los restos mortales de Kati Horna fueron sepultados la tarde ayer en el Panteón Jardín, sin embargo sus ojos permanecerán abiertos. Y bastará mirar sus fotografías para revivir sus parpadeos.