* Gustavo Leal F.* *
¿"Gobierno" de negocios?
El empresariado alemán reunido en Berlín parecía no dar crédito a las palabras de Vicente Fox: apertura total "hasta 100 por ciento" al capital privado y reforma fiscal "que elimine gradualmente impuestos a la inversión, producción y sobre la renta; vengo a hacer negocios, la ventaja será para quien sepa de negocios". México presenta la superioridad "del costo de la mano de obra, productividad y calidad del trabajador".
Hans Olaf Henkel, presidente de la poderosa Confederación Alemana de Industrias, apresuró decir: "para nosotros está clarísimo el atractivo de México; nos quedamos entusiasmados" por haber tratado con un "hombre de negocios. Nos podemos entender mejor".
Días antes, en Francia, después de que Fox declaró que el suyo será "un Gobierno de negocios", el diario parisino Le Tribune destacó: "el nuevo presidente mexicano quiere promover un México, S.A. de C.V". Y Raymond Forni, presidente de la Asamblea Nacional, acotó: "no sólo es un hombre de negocios. Lo fue, pero bueno... todos tenemos nuestros defectos". El diputado de origen obrero agregó: "dije al presidente electo que está comiendo su pan blanco ?que es como decimos los franceses para referirnos a que alguien está en lo más fácil en estos momentos?, y que las cosas difíciles empezarán el primero de diciembre".
Mientras tanto, en México el Consejo Coordinador Empresarial, por voz de Claudio X. González, comunicaba que el sector privado emprenderá un cabildeo "sin precedente" para convertirse en "el principal asesor del gobierno en materia de desarrollo económico".
Pero, en Madrid, Fox afirmó que una de sus prioridades será convertir al Gobierno federal en "la institución más eficaz de las que existen en México". Vamos a hacer una tarea de "reinvención del Gobierno, de reingeniería"; hacerlo pasar por un "proceso de calidad total"; vamos a ser un gobierno de respuestas concretas a las demandas de las familias y las personas".
¿Será capaz Fox de alcanzar la estatura del estadista que le otorgó el mandato del 2 de julio? ¿Puede serlo promoviendo negocios? Probablemente. Pero para ello tendrá también que aprender a preservar el interés público. Un estadista está obligado a ver por todos. No hay nada nuevo: ya otros han recorrido ese camino... con mediana fortuna.
Por ejemplo, a pesar de los combates de ocho años del estadista Clinton frente a la "arena salvaje" de la política de salud estadunidense, las primas de los seguros de salud de los empleados federales subirán 10.5 por ciento durante 2001. En los últimos tres años escalaron 7.2, 9.5 y 9.3 por ciento, respectivamente. La clave está en el precio de los medicamentos. A pesar de la robusta economía y los serios esfuerzos del estadista Clinton, la Oficina Censal reporta que 42.6 millones de estadunidenses carecen de toda cobertura de salud. Con todo, por primera vez desde 1987, el porcentaje cayó: de 16.3 por ciento en 1998 a 15.5 por ciento en 1999. La clave está en el éxito de las iniciativas del estadista Clinton para que los empresarios vinculen las coberturas de salud con el empleo formal: 3.4 millones de trabajadores más cuentan ahora con ella. Y aún más, decidido a jugársela por los pacientes, el estadista Clinton dedica sus últimas energías desde la Casa Blanca para defenderlos. Antes de las elecciones, enviará al Congreso un nuevo paquete de estándares federales ?diseñado por el Departamento de Trabajo?, que contempla: 1) si el paciente tiene urgente necesidad de atención, se aguarda que el plan de salud actúe de inmediato o en un máximo de 72 horas; 2) si la atención es denegada, el paciente debe ser informado con razones específicas; 3) el paciente puede apelar si el plan no autoriza una operación u otro procedimiento médico; y 4) ningún plan de salud puede reducir o dar por terminado el paquete de beneficios sin antes haber notificado al paciente. La clave está en que el estadista aprenda a serlo, aunque como Clinton ?y sólo en esta área? tarde lo que tardó.
Fox advirtió en la London School of Economics:
"el 2 de julio recibimos un mandato de cambio, no por el cambio de personas,
sino por la transformación de las relaciones entre el gobierno y
la sociedad". En efecto, no los vamos a perdonar si fallan "porque nos
han dado la más grande oportunidad, en casi un siglo, de cambiar
el destino del país".
*Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco