Ť Aparece en casi la mitad del volumen sobre el entorno político del homicidio
Manuel Camacho, referencia constante en uno de los tomos del informe Colosio
Ť Acaparó la atención luego de ser nominado comisionado para la paz en Chiapas, en 1994
Elena Gallegos /I Ť Aquel viernes 11 de marzo de 1994, el comisionado para la paz en Chiapas, Manuel Camacho Solís, habló con su amigo el presidente Carlos Salinas de Gortari para exigirle que un grupo de personajes políticos de primer nivel ?entre ellos los gobernadores Otto Granados, Patricio Chirinos, Manlio Fabio Beltrones y Rubén Figueroa? hiciera explícito el apoyo a su tarea, o de lo contrario le armaría un escándalo señalando públicamente a quienes "lo estaban atacando".
La conversación acabó en un agrio intercambio. Sin embargo, Salinas concedió a su comisionado lo que pedía. Según Ernesto Zedillo Ponce de León, Camacho tenía la habilidad de "atemorizar" al presidente "con la real o supuesta gravedad de un problema".
Y es que el conflicto que estalló en Chiapas el primero de enero de ese año, con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), acaparaba la atención de la prensa internacional. Se esfumaba la fantasía de bonanza y modernidad en México que Salinas vendía por el mundo. La miseria y el atraso se mostraban con crudeza. La administración salinista no encontraba la salida.
En la lista de figuras "que lo hostilizaban" en su empeño de pacificar Chiapas y que debían deponer su actitud, Camacho incluyó otros dos nombres: José Córdoba Montoya, jefe de la Oficina de la Presidencia, y Emilio Gamboa Patrón, secretario de Comunicaciones y Transportes.
Las agresiones mencionadas por el comisionado giraban en torno de las abiertas críticas que se hacían por el espacio que arrebataba a Colosio en los medios y por "su función honoraria". Camacho no percibía ningún sueldo. Constitucionalmente, este hecho lo ponía en la condición de aspirar a la Presidencia de la República.
Un día antes del acre encuentro con el presidente Salinas, Camacho anunció que, precisamente ese viernes, "despejaría algunas inquietudes respecto a su futuro político". La "tolerancia" del presidente Salinas frente a los desplantes de Camacho ?en la percepción de los colosistas? dejaba mucho que desear. Algunos creían que se construía una candidatura alterna y se fabricaba artificialmente la imagen de que la campaña "no prendía". En cualquier momento ?temían? Colosio sería relevado.
Hilos que tejieron una leyenda
No obstante las insistentes versiones de que todo aquello acabaría mal ?recogidas en buena parte por las columnas políticas?, ninguno de los protagonistas imaginaba siquiera que dos semanas más tarde todos esos despropósitos serían los hilos con los que se tejería la leyenda del complot político detrás del crimen de Lomas Taurinas.
El "desbordado" protagonismo político de Camacho "enturbió" de principio a fin la campaña de Luis Donaldo Colosio. Aquel viernes 11 de marzo, una vez que externó sus advertencias al atribulado habitante de Los Pinos, el ex regente ofreció la publicitada conferencia de prensa en la que abonó el terreno de las habladurías.
En su muy peculiar estilo de hablar de él mismo en tercera persona, dijo a decenas de reporteros que se apiñaban a su alrededor: "¡No acepto que algunos me quieran convertir en el factor que explique la ineficiencia de otros! Camacho ha demostrado fidelidad a su tarea y no será problema para que las candidaturascumplan con su misión de consolidar la democracia. El espacio siempre ha estado libre.
"Lo que no estoy dispuesto a hacer es dejar de ejercer mi derecho de ciudadano. México necesita seguir consolidándose. Yo no puedo cancelar mi vida en la política ni en lo que en la política represento."
El fuego se avivó y las especulaciones alcanzaron tintes inesperados. En el cuartel de Colosio se contagiaba la desazón.
En su declaración ministerial Salinas se justifica argumentando que estaba convencido de que la solución al conflicto en Chiapas era prioritaria incluso para la campaña de Colosio. Por eso, se comunicó telefónicamente con Granados. Luego con Chirinos. Habló personalmente con Córdoba Montoya y con alguno más. Les pidió que se comunicaran con Camacho "para que no se sienta acosado".
A Chirinos le recomendó: "Trátalo bien. Tú sabes que Camacho funciona mejor si lo tratas bien, pero también dile qué es lo que piensas sobre sus actitudes protagónicas".
Más tardó el presidente en hacer las llamadas que Colosio en enterarse. Casi colérico, ordenó a José Luis Soberanes que se reuniera con el gobernador de Aguascalientes. En el encuentro, Granados explicó a Soberanes que su charla con Camacho se había producido a solicitud expresa de Salinas.
Este episodio dio pie a que circulara la especie de que, desde Los Pinos, se estaban recabando apoyos políticos para Manuel Camacho. Y para entonces habían pasado ya tantas cosas que...
Por ejemplo, el coordinador de la campaña de Luis Donaldo Colosio, Ernesto Zedillo, apreció así el "nombramiento honorífico de Camacho":
"Estimo que ni para el licenciado Colosio ni para ninguno de sus colaboradores cercanos, incluyéndome a mí, por supuesto, fue grato dicho nombramiento ni mucho menos los términos en que se hizo. Pensamos que había sido una decisión muy desafortunada del licenciado Salinas, que sería aprovechada por el licenciado Camacho en función de sus ambiciones políticas muy personales.
"Convenimos en más de una ocasión, el licenciado Colosio y un servidor, que una vez más había tenido éxito la táctica del licenciado Camacho de atemorizar al presidente con la real o supuesta gravedad de algún problema para luego postularse a sí mismo como el único capaz de resolverlo."
Camacho defendió una y otra vez que su compromiso era con la pacificación de Chiapas y el diálogo con el EZLN. Para ello, necesitaba una presencia fuerte en los medios. Sobre su designación "honorífica", insistió en que de otra manera no sería posible su interlocución con los zapatistas, que pedían con insistencia la renuncia del presidente Salinas.
Antecedentes de inconformidad
Uno de los hombres más cercanos al comisionado, Marcelo Ebrard, explicó: "Una vez que estalló el levantamiento del EZLN, el licenciado Camacho manifestó su oposición a la línea política que estaba siguiendo la administración en torno al conflicto y que consistía en la aniquilación física del EZLN y sus bases de apoyo. Abogó por un cambio sustantivo a favor de una salida pacífica".
Lo cierto es que existía el antecedente de que Camacho se había rebelado luego de conocer la nominación de Colosio en noviembre del 93. Fue el único miembro del gabinete que no le externó su apoyo. El ex regente ?durante cuarenta días fue canciller? argumentaba para ello su inconformidad con los métodos autoritarios utilizados en la designación.
Esgrimió además que no estaba en contra de la candidatura de Colosio como tal sino del grupo de interés que se agazapaba tras él. Los mencionó: Raúl Salinas de Gortari, José Córdoba Montoya y Emilio Gamboa Patrón. Declaró que ellos tenían "muchísimas alianzas" y tampoco "confiaban en mí".
Patrocinio González Garrido, quien se encargaba de la política interna, al enterarse de que a pesar del "berrinche" el ex regente seguiría en el primer círculo de funcionarios, tuvo una discusión que él mismo califica como "frontal" con Salinas. "La diferencia con el presidente fue porque yo creí que el comportamiento del licenciado Camacho ameritaba su salida del equipo de gobierno y no un enroque".
El ex secretario de Gobernación fue especialmente duro con el amigo de Salinas desde que ambos estudiaban en la UNAM: "Es difícil ?dijo de él? esperar un adecuado comportamiento político de gente que carece de formación política. Por ello, es explicable que su reacción haya sido emocional y no la propia de un político profesional que entiende las reglas de un proceso, se sujeta a ellas y se atiene a ellas".
El ambiente terminó de enrarecerse cuando, contrario a lo planeado inicialmente, Colosio no pudo comenzar su campaña en la costa de Chiapas. Salinas le advirtió la inconveniencia de ello.
Luego se multiplicaron los enredos al anunciarse la nominación de Camacho, así como la sustitución de González Garrido por Jorge Carpizo en la Secretaría de Gobernación, el mismo día en que Colosio arrancó su gira proselitista en la Huasteca hidalguense. Todas esas "coincidencias" dejaban un amargo sabor de boca en todos y cada uno de los miembros del equipo del candidato del PRI.
Tanto, que en febrero Zedillo se acercó al presidente para "expresarle mi convicción de que el nombramiento del licenciado Camacho no habría de servir para resolver el asunto de Chiapas, y que, además, su comisionado estaba aprovechando su confianza para tener un protagonismo político que en nada servía al proceso electoral".
Salinas replicó a Ernesto Zedillo que su responsabilidad era procurar por cualquier medio la tranquilidad del país para que las elecciones transcurriesen en condiciones propicias para el triunfo de Colosio y que a eso, sólo a eso, obedecía su decisión de responsabilizar a Camacho de Chiapas.
"Le recordé la actitud de Camacho el día de la postulación ?precisa Zedillo en su declaración ministerial? y me respondió, incluso molesto, algo así como que entendiésemos que lo único que quería era ver a Donaldo sentado en la silla el primero de diciembre, con lo que concluyó la conversación".
"Indisciplina, confrontación, caprichos y actitudes amenazantes"
Camacho sumaba adversarios. Hasta Antonio Ortiz Mena, quien reiteraba que tenía aprecio por el comisionado, se atrevió a comentar: "Creo que Manuel se fue por un camino que era peligroso. Es decir, en el fondo sintió que todavía tenía posibilidades; entonces, lo que vino fue un error que el mismo licenciado Salinas terminó por reconocer".
En una nota que Fernando Gutiérrez Barrios hizo llegar a Colosio y que obra en los archivos de éste, puede leerse: "No se logra comprender cómo se le ha permitido al licenciado Camacho, durante más de cinco años, indisciplina, protagonismos, contradicciones en relación a medidas gubernamentales, confrontación con miembros del gabinete, caprichos y actitudes francamente amenazantes...
"Dentro de esta serie de especulaciones y versiones ?agrega en su nota Gutiérrez Barrios? se menciona que debe existir un fuerte compromiso con él, para haber soportado todos estos aspectos que no se habían dado en ninguna administración y que aun después de largas pláticas tenidas con el señor presidente, la última previa a su declaración del día 11 (se refería a la de Camacho), se le haya permitido este tipo de actitudes que desorientan a la opinión pública, a los miembros del PRI y se confrontan con el candidato Colosio. Después de lo expresado ese día, siguen las dudas sobre si el licenciado Camacho será candidato sustituto o jugará por otro partido antes del 21 de julio, fecha límite para poder registrarse por renuncia o enfermedad de algún candidato de cualquier partido político."
Camacho continuaba con su frenética actividad. Cada paso, cada movimiento, suscitaba las más encontradas reacciones. El 15 de marzo ?la ley lo marcaba como el último día para registrar a los candidatos a la Presidencia?, presentó en el IFE. Al conocer la noticia, muchos se quedaron con el Jesús en la boca. Más tarde se sabría que aquella visita se circunscribía a una entrevista pactada con el secretario de Gobernación Carpizo para plantearle asuntos relacionados con Chiapas. Los colosistas advertían "un macabro juego" del ex regente y el manejo de los escenarios en que aparecía.
Por esos días ?concretamente el 16 de marzo? el ingeniero Gilberto Borja Navarrete, quien se dio a la tarea de acercar a los empresarios con Colosio, fue recibido por Salinas en su despacho de Los Pinos.
Durante el encuentro le platicó algunos detalles de la última comida del Grupo de los Diez (en realidad el número era muy variable). Se trataba de un puñado de hombres de dinero y políticos que a partir de 1992 convirtió en costumbre el comer juntos un viernes de cada mes. La cita era invariablemente en la casa de alguno de los miembros.
Entre otros, acudían con regularidad Raúl Salinas de Gortari, Francisco Galindo Ochoa, Carlos Hank González, Roberto González Barrera, Francisco Rojas Gutiérrez, Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones, Juan Francisco Ealy Ortiz y Luis Donaldo Colosio.
Pero el propósito de Borja Navarrete en aquella conversación con el presidente era el de expresarle el sentir generalizado: la confusión creada por Camacho.
Le soltó: "¿No será que la gente está entendiendo que no debe ser Colosio?" El presidente se incomodó ante la pregunta. Le recordó que a finales de enero, en un desayuno, había aclarado la situación a la plana mayor del PRI. "No se hagan bolas ?advirtió entonces a los priístas? el candidato del PRI es Luis Donaldo Colosio".
Borja insistió: "Luis Donaldo necesita más apoyo ¿o qué, queremos que pierda? ¿A poco el discurso del 6 de marzo ha impactado? ¿No recuerda usted que esto es tradicional? ¿No sabe usted lo que dijo Donaldo sobre su persona en la comida del grupo? Ahí estaba Raúl. El lo escuchó. Luis Donaldo nos comentó: 'Yo amo al presidente Salinas'".
El presidente lo reconvino: "No te hagas bolas tu también". Pero antes de marcharse, Borja Navarrete, quien esperaba escuchar el apoyo del presidente a Colosio, le repitió: "Pues déjeme decirle que me voy hecho bolas".
Al recordar esos confusos primeros meses de 1994, Alfonso Durazo ?en aquellos momentos secretario particular de Colosio, cargo que desempeña hoy para el presidente electo, Vicente Fox? comentó:
"Fue evidente la mala fe y la actitud de enfrentamiento estéril, desbordado y exorbitante (de Camacho) durante el desarrollo de la campaña del licenciado Colosio... siento que contó con el perverso respaldo de Carlos Salinas. Camacho es un actor fundamental y cómplice voluntario de todos aquellos que, encabezados por Salinas y bajo una estrategia realmente premeditada, se propusieron obstaculizar la campaña del licenciado Colosio".
Otra vez la realidad supera a la ficción.
Este es sólo uno de los capítulos a que da lugar el largo, interminable, informe Colosio, elaborado por la fiscalía especial del caso, cuyo titular es Luis Raúl González Pérez, quien sustituyó a Pablo Chapa Bezanilla luego de sus "apresuradas" conjeturas, que incluyeron testimonios de videntes, sesiones espiritistas y el involucramiento de un segundo tirador, Othón Cortés, a quien no pudo comprobársele ninguna de las acusaciones.
Irritación contra el ex regente
Las 68 mil fojas que constan en el expediente ?resguardadas en una bóveda de seguridad? fueron resumidas y dadas a conocer en cuatro tomos. En total, dichos volúmenes contienen 2 mil 29 páginas. El que corresponde al entorno político comprende 374. En casi la mitad hay una referencia inevitable: Manuel Camacho Solís.
Hasta personajes que alguna vez se consideraron del grupo político de Camacho hablan de la irritación generada en los distintos círculos por la conducta del comisionado.
Para reconstruir ésta y otras historias que han gravitado en el desenlace del 23 de marzo, el fiscal y los investigadores interrogaron a 171 personajes políticos. La declaración ministerial de Carlos Salinas de Gortari comprende 394 preguntas. Fue tomada en Dublín el 27 de noviembre de 1996.
Por ley, al presidente Ernesto Zedillo se le hizo llegar un cuestionario. Por escrito, el 12 de abril de 1999, el presidente contestó 37 interrogantes.
Una de las líneas que exploró la indagatoria incluye un minucioso seguimiento de los hechos que se suscitaron alrededor de la designación de Colosio, la inconformidad de Camacho, los cambios en el gabinete a partir del estallido en Chiapas, la campaña contra la campaña derivada de "las denominadas ambigüedades políticas" del ex regente, así como las versiones de que éstas eran fomentadas por la Presidencia de la República.
Después del asesinato de Luis Donaldo Colosio la repulsa ?"orquestada", sostiene Camacho? al comisionado, no se hizo esperar. La viuda Diana Laura Riojas se negó a recibir sus condolencias en el velatorio. "Vengo en son de paz ?le dijo a Alfonso Durazo? ¿podría consultarle a Diana Laura si decide saludarme?" Durazo ya había recibido instrucciones: "Usted no es persona grata para la familia Colosio-Riojas". El comisionado se retiró.
El domingo siguiente, Carlos Salinas de Gortari visitó a Diana Laura. Lo acompañaron su esposa Cecilia Occelli y su hijo Juan Cristóbal, pero éstos sólo estuvieron unos minutos y dejaron a solas a la viuda con el presidente. Al final de una larga charla, Salinas le habló del clima de animadversión que privaba contra Camacho y le dijo que quizá si ella firmaba una carta que contuviera un mensaje de cordialidad, esto se podría conjurar.
De nuevo, no tardaron en circular las más encontradas versiones sobre los intentos de Salinas de llevar para Camacho el apoyo de la viuda. En las mismas declaraciones ministeriales, las diferencias son abismales.
Fernando Gamboa, secretario particular de Diana Laura; Samuel Palma, subcoordinador de Estrategia de la campaña, y Ricardo Canavatti, responsable de Invitados Especiales, insisten en que dicho texto buscaba "la exculpación, la liberación de responsabilidades" de Camacho,
Para Carlos Salinas de Gortari, el propio Camacho y el abogado Juan Velázquez se trataba sólo de un acto humanitario... de una carta de reconciliación.
"El (Camacho) preparó un texto, el cual no era ni una exoneración ni mucho menos un medio para facilitar su posible candidatura (...) La señora Diana Laura manifestó disgusto frente a esa sola posibilidad por la manera como Manuel había tratado a su esposo antes de la candidatura, en el momento de la postulación y durante la campaña", contó después Salinas.
"Entendí sus razones y le expliqué el motivo de la petición. Ella lo meditó. Me señaló la posibilidad de algunos cambios de redacción y al regresársela con las modificaciones planteadas me hizo saber que prefería no firmarla. Acepté su posición y no insistí más".
Ambiente de linchamiento
Un día después del asesinato de Colosio, el ex regente viajó de San Cristóbal a la ciudad de México. Del aeropuerto se dirigió a Los Pinos. Salinas lo recibió de inmediato.
A sabiendas de que la decisión del sustituto no podía aplazarse por mucho tiempo, el comisionado le demandó: "¡Te pido que bajo ninguna circunstancia yo sea considerado!" "Eso he pensado... coincido plenamente", le devolvió Salinas.
"Si yo no estaba dispuesto a ser candidato teniendo todo a favor y pudiendo ir a una elección donde me probara con el resto ?declaró Camacho ante la fiscalía?, bajo ninguna circunstancia iba yo a aceptar ser candidato en el contexto de un crimen y de todo lo que pudiera estar atrás".
A esas alturas el clima de animadversión contra el comisionado se había tornado en un ambiente de linchamiento. Preocupado, Camacho le dijo a Salinas que "una cosa es que no vaya a ser candidato y otra es que quieran arrojar sobre mi persona la responsabilidad de un crimen. ¡Eso no tiene ninguna justificación legal, política ni moral!"
Fue por eso que Camacho pensó que sólo alguien con autoridad moral podía frenar la embestida contra él: Diana Laura. De ahí que fraguara la idea de que el presidente le solicitara a la viuda que aclarara "si en efecto ella pensaba que yo era, o simplemente estaba enojada por las posiciones políticas que yo había mantenido en los meses previos".
El ex regente concebía esa carta como "mi seguro de vida y la protección de mi familia". Por tanto, se dio a la tarea de redactarla. "Precisamente en esos términos, separar el crimen de la circunstancia política. Le pedí al presidente que se la llevara. Mi vida política estaba terminada y yo hacía sólo una solicitud humanitaria. Creo que eso lo merecía cualquier ser humano en una situación equivalente".
En las investigaciones sobre el ambiente político que rodeó el crimen de Luis Donaldo Colosio se concluye que de acuerdo con las evidencias, Manuel Camacho Solís fue quien se empecinó en ser el mediador en Chiapas e insistió en que su función no contara con un sueldo dentro de la administración pública.
Se dice que el comisionado mantuvo una actitud protagónica sin preocuparse por las especulaciones generadas ni por el daño que causaba a la campaña presidencial del candidato del PRI, pero se aclara con contundencia que no hay ningún elemento probatorio para acreditar que la Presidencia buscara alentar su candidatura ni tampoco para vincular todas estas situaciones con el crimen.
?¿Conoció algún tipo de presión al licenciado Colosio para que renunciara a la candidatura? ?decía una de las preguntas del cuestionario que se envió al presidente Zedillo a Los Pinos.
El respondió: "¡Nunca supe de tal tipo de presión! De haber ocurrido la hubiera denunciado y combatido frontalmente".
?¿En alguna ocasión el licenciado Colosio le planteó la posibilidad de plantear su renuncia como candidato?
"Nunca, nunca lo hizo", sostuvo Zedillo.
Abrumado por los equívocos y decidido a remover a Camacho, Salinas le comentó a Santiago Oñate Laborde ?quien había remplazado a Córdoba Montoya en la Oficina de la Presidencia? que la designación de Camacho "no había sido acertada ni para la paz en Chiapas ni para la estabilidad política"