VIERNES 20 DE OCTUBRE DE 2000
Ť En Bellas Artes, análisis del trabajo narrativo del autor de Días de guardar
La izquierda respeta a Monsiváis por ser incómodo gurú antidogmas: Juan Villoro
Ť Hace pensar que México puede definirse como una versión nacional del Apocalipsis, dice Glantz
Ť Queriéndolo o no, se ha convertido en uno de esos iconos culturales que tanto le gustan: Padilla
Miryam Audiffred Ť El asedio a la obra de Carlos Monsiváis debe sobreponerse a una imagen trabajada por los medios de comunicación y la rumorología popular,
aseguró el escritor Juan Villoro en el coloquio internacional organizado por el Centro Nacional de Información y Promoción de la Literatura del INBA para abordar el pensamiento y la escritura del cronista mexicano.
En la segunda sesión del encuentro, que cuenta con la participación de 15 intelectuales mexicanos y extranjeros, la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes es el escenario en el que los escritores Margo Glantz, Ignacio Padilla, Raquel Serur y Villoro abordan la faceta narrativa del autor de Días de guardar para discernir el alcance de su pluma.
La tarea no se muestra fácil -sobre todo si se piensa, como Villoro, que Monsiváis es una agencia de prensa de un solo hombre que ha escrito suficientes notas para saturar la autopista de la información-;
no obstante, para la investigadora Margo Glantz no hay duda de que las crónicas del también autor de Amor perdido son fundamentales para comprender los vertiginosos cambios que ha sufrido el país a partir de los años cuarenta.
''Tras repasar uno a uno y cronológicamente los libros de Monsiváis -comentó la creadora de textos como Esguince de cintura y Apariciones- la historia se va
haciendo visible e inteligible ante nuestros ojos a manera de linterna mágica, parábola bíblica, reportaje, novela río, crónica, catástrofe, parodia".
Emblema de un tiempo inconcluso
Si bien ''la crítica nunca le ha regateado méritos de articulista", para Juan Villoro es evidente que rara vez se le considera como un narrador cuya originalidad desafía géneros y convenciones.
''Con Voltaire, Monsiváis comparte la ironía como recurso moral, la prosa que pasa sin trabas del ensayo a la ficción, el gusto epigramático, la necesidad de influir en un público y la certeza de que las causas justas que hoy defiende serán los lugares comunes del futuro.
''Visita los más diversos rincones de la realidad y hay quienes aseguran que, como Alejandro Dumas, subcontrata escritores y posee un sótano lleno de refugiados guatemaltecos que tratan de igualar su ingenio", señaló el autor de Materia dispuesta y La casa pierde.
Pero hay un problema para acceder a su obra -añade el escritor- y esa dificultad radica en el fenómeno pop llamado Monsiváis: ''Las actrices de telenovela lo
citan, la izquierda lo respeta como a un incómodo gurú que se burla de los dogmatismos en curso, los caricaturistas lo dibujan con gran quijada y anteojos perennes, los políticos del PRI temen sus parodias en la columna Por mi madre bohemios, María Félix le pide que la lleve del brazo a los funerales de Cantinflas y Juan Gabriel le pide firme de testigo en sus contratos".
Su marea de crónicas ha determinado el curso de nuestra cultura popular, concluye. Y esta frase conduce, de entrada, al hecho de que Monsiváis -con frases como Los rituales del caos, que da título a uno
de sus libro- hace pensar, en palabras de Margo Glantz, que ''nuestro país pudiese entenderse y definirse como una versión nacional del Apocalipsis; versión enunciada a manera de parábola bíblica en su Catecismo para indios remisos".
La influencia de Carlos Monsiváis ha trascendido generaciones. De acuerdo con Ignacio Padilla -autor de La catedral de los ahogados y miembro de la llamada
generación del crack- para los escritores nacidos en los años sesenta el cronista es el ''emblema de un tiempo que no concluye, pues queriéndolo o no, se ha convertido él mismo en uno de esos iconos culturales que tanto le gustan.
Atrapado por la ficción y la leyenda
''Siempre me he preguntado por qué don Carlos, tan amigo de lo borgiano y tan próximo a la ficciones no es estrictamente novelista", expresó durante el encuentro para responderse que, tal vez, Monsiváis ha sido involuntariamente atrapado por la ficción y la leyenda.
''Ha pasado a formar parte de las páginas de nuestra gran novela mexicana, se ha visto obligado a dialogar no sólo con la intelectualidad nacional o internacional sino con los personajes de ficción que la habitan."
Pero también respondió que el autor de A ustedes les consta fue durante mucho tiempo un personaje no en busca de autor sino en busca de una novela. ''Una moraleja altisonante en busca de una fábula no menos esperpéntica".
En fin, concluye, Monsiváis es un escritor que ha convertido a cada una de sus obras en la acotación de la novela mexicana que él no pudo o no quiso escribir y de la que, de pronto, se ha descubierto personaje.