VIERNES 20 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Recibe el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma Metropolitana


Escribir otra novela me permitiría dar más de mí: Elena Poniatowska

Ť El periodismo me enseñó a aceptar el rechazo, la condena y la crítica, dice la escritora

Ť Dictará la próxima semana, en EU, una conferencia junto a José Saramago y Norman Mailer

Miryam Audiffred Ť Más allá de la periodista que un día cualquiera, a una hora cualquiera sube a un avión y se traslada a Chiapas, Mexicali o a donde sea necesario para darle voz pública a quienes normalmente no la tienen y desnudar, así, muchas de las bajezas humanas, Elena Poniatowska es la escritora que, en plena madurez, intenta regresar a la literatura.

''Quiero dar más de mí y sé que esto lo puedo conseguir escribiendo una novela".
Autora de, entre otros libros, Domingo 7 y Las mil y una... (la herida de Paulina), Poniatowska recibe hoy el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y, si bien no es el primero que se le ha otorgado en su larga trayectoria, lo recibe con la ilusión del primero. Y es que los caminos del periodismo la han llevado, paradójicamente, a un título que anheló en su juventud.

''De chica me atrajo muchísimo la medicina pero, al llegar a México no me revalidaron los estudios que hice en el convento de monjas. Después, cuando me
interesé por la anatomía, la gente no paraba de decir: pero te van a violar allí. Así era en esa época. Se necesitaba tener mucho carácter para conseguir ese título -comenta esta escritora nacida en Francia en
1933 y naturalizada mexicana tres décadas más tarde-. No obstante, siempre me gustó mucho la idea de platicar con la gente, curarla y traer mi bata blanca. Hoy, el único que me llama doctora es Carlos Monsiváis, pero lo hace bromeando."

Corregir... y corregir

Con casi medio siglo habitando el mundo periodístico, esta mujer poseedora de una crónica ágil y saludablemente agresiva asegura sentirse atrapada.

''Estoy tratando de salirme un poco del periodismo. Estoy desde 1953 en esto, publiqué Lilus Kikus incluso antes de que Carlos Fuentes sacara Los días enmascarados y seguí y seguí y seguí hasta ahora. Tú sabes, hay un dicho que dice: Cuando esta víbora pica no hay remedio en la botica. Has de cuenta que el periodismo es la víbora y ésta me picó. Cada vez que tengo planeado dedicarme a hacer una novela siempre hay algo que me saca y yo lloro y lloro porque tengo tantas novelas allí pendientes (como la de Demetrio Vallejo), manuscritos y miles de hojas que podría trabajar. Tengo deseo de hacerlo para probarme a mí misma."

Autora de La noche de Tlatelolco -libro que según críticos literarios es uno de los más rotundamente éticos del siglo XX- Poniatowska tiene el don de sentarse a escribir todos los días y, a pesar de ello, el temor de no sacar avante una novela. ''No te imaginas lo que fue terminar el libro de Tina Modotti. Me tardé tanto, porque seguí haciendo todo lo demás, y luego las novelas resultan malísimas porque no sé de qué tratan, porque mato a los que están vivos o resucito sin más a los muertos".

En sus palabras, no se concibe como periodista o escritora. ''Lo que yo quisiera es poniatowska-2-jpg escribir un buen libro antes de petatearme o de alzar los tenis", comenta con una gran sonrisa y después habla de las
numerosas hojas que, aún pendientes, están destinadas a abordar la figura de Demetrio Vallejo. ''Lo que tengo sobre él no es nada. Recuerdo que yo le leía a Demetrio los capítulos y se dormía. Cerraba sus ojitos y sólo atinaba a decirle: 'si usted se está durmiendo qué va a pasar con los lectores'. Se supone que debería estar con la lengua de fuera de la emoción. Así que lo dejé por la paz. Pero tengo mucho material. Miles de cuentos y otras cosas que andan por allí aventadas.

''Además, siento que cada vez tengo menos capacidad para conseguir la publicación de una novela porque, si de joven uno es muy inconsciente, cuando uno se hace viejo corrige y corrige y corrige y nunca se siente seguro para darlo a conocer."

Huir del maquinazo

Poniatowska está consciente de que el periodismo es su vida, su escuela, a pesar de que, ahora, le provoque un poco de ''desesperación". De hecho, no se imagina
sin hacer artículos y, por eso, su proyecto de escribir una novela no está peleado con su trabajo en periódicos o revistas.

Prefiere no hablar del principio o del final de una labor periodística. En su lugar, comenta, ''siempre ha escuchado que no es saludable quedarse en el periodismo porque te agarra el maquinazo.

''Eso me lo decían mucho unos periodistas muy borrachos en los años sesenta. Pero ellos bebían y escribían, bebían y escribían y acababan haciendo siempre lo mismo. En aquel tiempo, yo llevaba como ocho o 10 años de periodista y ya entonces sentía que debía hacer una novela pero alguien me llegaba con el comentario de que los filetes estaban muy caros, que estaban robando a la gente o matando en el rastro muy mal a las reses y salía corriendo para ver si eso era cierto o si habían echado perros a una arena o gatos con cohetes en la cola. Soy de la época de los perritos bailarines, que se la pasaban bailando sobre un comal y, yo, siempre protestaba. Estaba en las sociedades protectoras de animales."

Su larga carrera le ha ganado reconocimientos como los premios Xavier Villaurrutia y el Nacional de Periodismo. Nunca se le ha ocurrido escribir sus memorias -''siento que ya hay mucho de mí en los libros"- y, por el momento, está aterrada debido a la conferencia que ofrecerá en Estados Unidos la próxima semana al lado del Nobel portugués José Saramago y del escritor estadunidense Norman Mailer.

Además, sabe que su agradecimiento al periodismo no puede, ni siquiera, calcularse. ''Me ha enseñado a estar con la gente y a aceptar el rechazo, la condena y la crítica; aunque desde luego sé que no soy ajonjolí de todos los moles".

Sin embargo, en ocasiones el periodismo también ayuda a sacar provecho de lo que uno mismo puede considerar un defecto insuperable. ''De joven, me ponía unos tacones como de Carmen Miranda para ser más alta. Pero el ser así de chaparrita, como soy, hace que pueda entrar en todas partes y que la gente no me sienta agresiva y como siempre estoy pelando los dientes me es más fácil que me contesten todo lo que pregunto.

''Así, lo que para mí fue un motivo de aflicción enorme es la ventaja más grande que puede haber dentro del periodismo."