VIERNES 20 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Pese al reclamo, Putin de nuevo vacaciona en Sochi
Escándalo por el mal uso de fondos recaudados para deudos del Kursk
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 19 de octubre Ť Poco más de dos meses después de ocurrida, la tragedia del submarino Kursk --hundido en el Mar de Barents a mediados de agosto pasado-- vuelve aquí a un primer plano a raíz del escándalo en que ha derivado el manejo del dinero recaudado para los deudos.
Irina Liachina, viuda del capitán del sumergible nuclear ruso, acusó a la comisión encargada de distribuir los 4 millones 200 mil dólares recaudados de desviar parte de los fondos y, en un acto de protesta y también de desesperación, presentó su renuncia como miembro de la misma.
En carta abierta, publicada este jueves en el diario Komsomolskaya Pravda, Liachina se queja de que los familiares no han recibido la ayuda prometida por el gobierno ruso, y denuncia "irregularidades" en el manejo del dinero recolectado.
La comisión se creó el 23 de agosto pasado con el objeto de concentrar las asignaciones gubernamentales y las aportaciones voluntarias de particulares, organiza- ciones y empresarios, y está integrada por 10 personas, nueve de ellas altos oficiales de la armada y funcionarios de la administración de Murmansk, donde tenía su base el siniestrado submarino.
"Desde su composición misma --señala Liachina-- no se podía esperar que se ocupara de verdad en ayudar a los familiares de los tripulantes del Kursk".
Mientras la mayoría de las 118 familias de los marinos fallecidos sigue esperando la compensación prometida por el presidente Vladimir Putin, nuevamente de vacaciones en Sochi, en donde se encontraba cuando sucedió la tragedia; la comisión autorizó gastos que nada tienen que ver con los fines para los cuales fue creada.
De este modo, según los dos ejemplos que menciona Liachina, se destinaron "5 mil rublos para los gastos de franqueo de las cartas de agradecimiento a los donantes, enviadas en nombre del gobernador de Murmansk", y "23 mil rublos para adquirir ejemplares del libro Submarino Kursk, crónica de la tragedia, escrito por el periodista Oleg Poptsov", director del canal de televisión Tv-Tsentr.
La voz de la única representante de los deudos jamás fue tomada en cuenta por la comisión, lo cual "hace innecesaria mi participación y me libera del honor de ser integrante" de ésta.
El escándalo estalla en un momento en que cada vez son más los rusos que ponen en tela de juicio la proclamada intención del gobierno de rescatar, como prometió Putin, los cuerpos de los marinos.
Por causas de mal tiempo u otras, la operación se pospone, una y otra vez, mientras altos mandos militares entran en abierta polémica con funcionarios del gobierno al admitir que probablemente no se llevará a efecto para "respetar la tradición de que el mar sirva de tumba".
Empeñada la palabra de Putin, los representantes del Kremlin insisten en que la operación se realizará de cualquier forma.
Aunque lo niegan, el objetivo real parece ser otro: recuperar los códigos secretos y fragmentos del torpedo de nueva generación que explotó, sin que se sepa --o se quiera reconocer-- si fue esa la verdadera causa de que el Kursk se haya ido a pique.
Que el sumergible portaba torpedos Shkval (ráfaga), capaces de alcanzar 360 kilómetros por hora, fue finalmente aceptado por las autoridades del Kremlin, después de incontables negativas.
Dicho torpedo, que no tiene análogos en el mundo, interesa tanto a otros países que, casualmente, el ciudadano estadunidense Edmond Pope fue detenido en posesión de documentación sobre el mismo, prueba principal en el juicio en su contra por espionaje que comenzó hace unos días.
De ser cierto que la operación de "rescate" es sólo un pretexto para encubrir su verdadero propósito, al margen de consideraciones éticas, el Kremlin estaría aplicando una estrategia informativa impecable: si de paso se logra rescatar algún cuerpo, dirán que se cumplió la promesa del presidente; si sólo se consigue lo que en realidad buscan, dirán que se intentó pero es imposible recuperar ningún cuerpo.
Al respecto, los expertos independientes consideran que simplemente no hay cuerpo que rescatar.
Viktor Konetski, que ha dedicado muchos años de su vida a estudiar los accidentes de los submarinos rusos, describe el terrible panorama que espera a los buzos: "Todo fue destruido por la explosión, aplastado por los equipos, aniquilado por los peces y el agua de mar".
Y agrega: "No hay ya ningún cuerpo. En los seis primeros compartimentos se encontraba hasta 90 por ciento de la tripulación; de haber cuerpos todavía, es imposible sacarlos desde esa profundidad: reven- tarían por la presión".