VIERNES 20 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Horacio Labastida Ť
Más de democracia y votos
Entre las no pocas ingenuidades de buena fe que Antonio Caso escribió en los primeros lustros del siglo pasado, cuenta su certeza de que a la caída de los dioses, los emperadores y los reyes, víctimas de las revoluciones de los siglos XVII y XVIII, la democracia, por motivos incuestionables aseguraba nuestro filósofo, "tiene que ser la fórmula política única de los pueblos modernos, es, al mismo tiempo, una necesidad ingente y una necesidad insuperable", según lo dejó anotado en El bovarismo de la ley, brevísimo ensayo que publicó en 1913, unos cuantos años antes del entronamiento del fascismo en Italia (1922-24) --acompañado del asesinato de Giacomo Matteotti-- y de Hitler en Alemania (1933), aunque hay algo más aperplejante respecto de la opinión de Caso. Su ensayo apareció más o menos dos meses después (24 de abril) de la noche trágica en que Victoriano Huerta y su Estado criminal asesinaron al presidente Francisco I. Madero y al vicepresidente Pino Suárez (22 de febrero), durante la fatídica Decena Trágica. Fue precisamente en esa atmósfera homicida --el tirano burló entonces el sufragio ciudadano e impuso una brutal y cruenta dictadura--, en la que el sabio universitario, conferenciante entonces en la Universidad Popular Mexicana (1912), expresara con énfasis y elegancia su adhesión a la democracia como única forma de Estado compatible con los tiempos modernos.
El recuerdo de aquel eminente miembro del Ateneo de la Juventud, que en 1910 dedicó sus mayores esfuerzos a poner en claro tanto la pobreza intrínseca del positivismo comtiano cuanto el uso político que de tal doctrina hicieran Porfirio Díaz y su círculo de científicos, sin ocuparse por lo demás de las teorías liberadoras --Ricardo Flores Magón y Andrés Molina Enríquez, por ejemplo-- que forjábanse en los trasfondos sociales de las Fiestas del Centenario, es importante decíamos, el recuerdo de Caso, porque la caída del priísmo ha replanteado la cuestión de la democracia como un sistema que, salvo momentos iluminados y fugaces, no ha existido en nuestra historia. Dos reflexiones saltan de inmediato. ƑEn los comicios del pasado 2 de julio hubo en realidad una auténtica expresión de la voluntad ciudadana? Vale contestar sí y no; sí, porque los sentimientos populares coincidieron en que el presidencialismo autoritario es incompatible con los sentimientos de la nación; y no, porque los votos que favorecieron al PAN fueron efecto de bien diseñadas manipulaciones mercadotécnicas que asociaron en el subconsciente ciudadano el cambio con el nombre del candidato panista, determinando así, con factores heterónomos, la emisión del sufragio que transformó en presidente electo a Vicente Fox. ƑEs acaso identificable el voto mercadotécnico con el voto autónomo, condición sine qua non de la democracia electoral?
En otro lado de la medalla, el anterior domingo 15, durante los comicios celebrados en Tabasco, se reactivaron el clásico voto aclientelado y sus hermanos: la falsificación de boletas, el mapachismo y la intervención cibernética en el recuento de los sufragios; es decir, renacieron con fuerza los métodos de un priísmo que se suponía sepultado el 2 de julio, de acuerdo con la masiva propaganda que sectores interesados han difundido por todo el país. Ahora bien, teniendo en cuenta estos hechos junto con las operaciones mercadotécnicas y clientelares que hacen del voto registrado una gran mentira, no es imprudente interrogarnos sobre el tipo de democracia o sistema político en que estamos inmersos. De acuerdo con la experiencia priísta de los últimos decenios, sabemos bien que una democracia alimentada en votos aclientelados no es democracia, y Ƒde qué manera se calificará a la democracia sustentada en el voto mercadotécnico? Obvio es que tampoco es democracia; y esta democracia falsa es la que carga sobre sus espaldas el próximo gobierno como un reto que sin duda le impone la nación. ƑPodrá Vicente Fox legitimarse ante el pueblo como se legitimó el gran presidente Lázaro Cárdenas, en 1936, al dinamitar el poder concentrado en El Jefe Máximo de la Revolución y sujetar su conducta a los mandamientos de la Constitución de 1917?, Ƒpodrá suceder en el año 2001 lo que sucedió en México a partir de 1935?, Ƒhabrá tal posibilidad si el nuevo gobierno se asienta en los viejos programas neoliberales?
Mis respetos a Laura Bolaños Cadena. Cierto, el 10 de junio de 1971 prueba que el gobierno de Luis Echeverría no fue ajeno a los actos criminales que acompañaron el ejercicio político del priísmo. Gracias, Laura, por sus señalamientos.