AI: PERSISTENCIA DE LA TORTURA
Ayer, al presentar el inicio de una nueva campaña
contra la tortura en el mundo, la organización humanitaria Amnistía
Internacional (AI) presentó un panorama indignante de la vigencia
de esta práctica infame en más de 150 países, muchos
de ellos practicantes de la democracia formal y defensores, en el discurso,
de los derechos humanos y la legalidad. El documento de AI menciona, entre
otros, a Estados Unidos, Francia, Suiza, Alemania, Austria, Japón,
Australia y Gran Bretaña, en el mundo desarrollado, y a Brasil,
Perú, México y Argentina, en Latinoamérica, como naciones
en las cuales la brutalidad policiaca y la tortura son recursos usuales
de policías y militares.
La agrupación humanitaria señala que, a
diferencia de décadas pasadas, cuando las principales y más
numerosas víctimas de los tormentos ilegales eran opositores políticos,
hoy en día se tortura principalmente a pobres y marginados, inmigrantes
extranjeros, integrantes de minorías étnicas o sexuales y
presuntos delincuentes. De ello se concluye que la discriminación
de cualquier tipo es, actualmente, una circunstancia propiciatoria de la
tortura y debe, en consecuencia, redoblarse el combate para erradicarla.
Otro de los factores que alientan la tortura es la impunidad
de los verdugos. En esa perspectiva, AI señaló la necesidad
de que cada caso de tortura que llegue al conocimiento de la opinión
pública genere, por parte de ésta y de las autoridades, ''una
enérgica reacción que impida a los torturadores volver a
torturar y que disuada a otros de cometer actos similares''.
Un caso que ilustra de manera inequívoca la relación
entre discriminación, tortura e impunidad, es el del inmigrante
haitiano Abner Louima, salvajemente torturado en agosto de 1997 en un cuartel
de la policía neoyorquina. El tormento de Louima --quien hubo de
permanecer dos meses hospitalizado a raíz de las lesiones que le
fueron causadas-- no tuvo más motivo que la discriminación
contra un individuo negro, extranjero e indefenso, por parte del policía
Justin Volpe --hoy sentenciado a 30 años de prisión--, quien
previamente había cometido muchos delitos similares sin recibir
ninguna sanción.
El documento de la organización internacional alerta,
por otra parte, sobre la importancia que ha adquirido el mercado internacional
de instrumentos de tortura, entre los que destacan los dispositivos de
electrochoque y los ''cinturones paralizantes'', capaces de aplicar dolorosas
descargas eléctricas de 50 mil voltios en el cuerpo de los condenados
a usarlos. Tales artefactos son de uso habitual --y aceptado por las leyes--
en varias regiones de Estados Unidos, y las exportaciones a otros países
tienden a incrementarse.
Finalmente, el exhorto de AI contiene frases que debieran
ser tomadas en cuenta por las autoridades mexicanas de procuración
e impartición de justicia y que están a cargo del ex torturador
argentino Ricardo Miguel Cavallo. Es pertinente citarlas en todas sus palabras:
''Los gobiernos están obligados por el derecho
internacional a llevar a los responsables de torturas ante la justicia
y a colaborar con otras personas y entidades en este esfuerzo. La impunidad
para los torturadores fomenta la práctica continuada de la tortura,
niega a las víctimas sus derechos y socava el estado de derecho
(...) Los estados deben garantizar que su legislación permita a
los tribunales ejercer la jurisdicción universal, de forma que los
presuntos torturadores que se encuentren en su territorio puedan ser llevados
ante sus propios tribunales o extraditados a un Estado que quiera y pueda
procesarlos en un juicio justo sin posibilidad de pena de muerte''. |