JUEVES 19 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Festival Cervantino


Lutschevsky rindió tributo al piano, instrumento solitario

Renato Ravelo, enviado, Guanajuato, Gto., 18 de octubre Ť Como gotas caen los dedos, con la extraña gracia de la certeza posible sobre el piano. Es Raphael Alexandre Lutschevsky (Polonia) en el homenaje al instrumento completo, solitario, armónico y conquistador, dentro del Cervantino.

Toca a Federico Chopin en sus impromptus, que son como obras de arte en miniatura, en libertad de recursos, en proyección de las opciones técnicas del piano. También a Edvard Grieg, quien celebró en 1884 el 200 aniversario del llamado padre de la dramaturgia danesa Ludwig Holberg, con una suite evocadora de las tradiciones populares.

Lutschevsky afronta las teclas del piano con la necesaria descompostura que exige éste. Los hombros poco levantados, el cuello tenso, para que caigan suaves o recias las yemas de los dedos. En el concierto se incluye una obra de Bach, uno de los dos ejemplos de chacona que escribió.

El piano, al que Bach dedicó escasas composiciones, terminó por ser un instrumento autónomo de la música, quizá de los pocos que soportan el peso de un recital, así como de los más favorecidos en cuanto a ser centro de conciertos.

Caso raro, Lutschevsky se dio el lujo de hacer un encore de Liszt antes de ir al intermedio. Ciertamente hubo una química especial entre el público del Auditorio de Minas y el pianista que participa del homenaje al instrumento, como parte de los tres siglos en que se le ha hecho música.

Trío Subtilior

Cuentan que hubo un compositor de esos considerados clásicos, porque modelaron un estilo, llamado Guillaume de Machaut, quien vivió entre 1300 y 1377 y en su vida hizo música para conquistar. Su creador denominaba su estilo Ars Subtilior, que es una variante del Ars Nova.

Sucede que un grupo de flautistas de pico, en el templo de La Valenciana, influenciados por tal personaje, del que también se cuenta que padeció mal de amores, lo evocaron sonoramente para convertirlo en un afortunado descubrimiento para algunos poco letrados en el asunto de las partituras.

Complejo y directo lo tocaron Anna Margules, Joan Izquierdo y Janne Eriksson, quienes fueron soplando las cifradas punzadas sonoras que decidiera Machaut hace cerca de 700 años para conquistar a su amada Pèronne d'Armentieres, como cuenta en el programa Gerardo Kleinburg.

Hechizado termina uno por el plan de ataque hacia la vida, hacia los rincones del romance, por ese tapiz de cosas tenues que son las flautas, con sutil caricia al tímpano.