JUEVES 19 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Hacen las veces de burdel, atrás del IMSS-Solidaridad
Usurpan tierras y construyen casas en Guadalupe Tepeyac
Ť Preferible, a las ruinas del viejo cerro, dicen autónomos
Ť Hostilidad de la migra a los visitantes a la selva Lacandona
Hermann Bellinghausen, enviado, Guadalupe Tepeyac, Chis., 18 de octubre Ť Atrás del hospital IMSS-Solidaridad, que se ubica en el vértice del pueblo hoy abandonado por sus pobladores y ocupado por el Ejército federal, en un terreno de propiedad colectiva, se ha construido últimamente un grupo de casas que, según voceros del municipio autónomo San Pedro de Michoacán, hacen las veces de burdel.
"Así no se usa en nuestros pueblos", señalan los autónomos. Y suponen que esas casas, a los pies del cerro Tepeyac, resultan preferibles a las ruinas del viejo Guadalupe para uso "sexual" de los nuevos ocupantes. "Para que la prensa no diga que usan nuestras casas", agregan. "Allí atrás del hospital creen que no se ven".
Los terrenos usurpados pertenecen a las comunidades de la región circundante, y están bajo custodia de los ejidatarios de Guadalupe Tepeyac y sus anexos El Carmen y San José de la Nueva Esperanza. Cuando hace una década el gobierno salinista propuso edificar el notable elefante blanco que ha servido de epitafio simbólico para los programas pronasoleros de todo el país, pretendió que el terreno fuera "donado" al IMSS. Así venía en el machote del contrato.
Pero las gentes de por acá ya eran respondonas antes de 1994, y se opusieron.
Por acuerdo de las asambleas comunitarias, el terreno de hectárea y media a espaldas de la clínica hospital fue donado a todos los pueblos indígenas que fueran a recibir los servicios de la clínica. Se trata de un área boscosa en la que está prohibido talar los árboles. A principios del presente año, un ejidatario priísta de El Carmen comenzó a tirar árboles y a sacar la madera por el campamento militar que en ese entonces ocupaba el predio La Esperanza.
Ante las protestas de los ejidatarios y del municipio autónomo, se suspendió la tala. En cambio, este mismo campesino, contraviniendo nuevamente acuerdos de los pueblos, edificó un grupo de casas en el predio. "Ahí van las enfermeras con los soldados. Dicen que fue para que dejaran de usar los cuartos del hospital para eso", aseguran los voceros autónomos.
Ahora ya se inconformaron incluso los priístas del vecino El Carmen, pero la obra está hecha.
Los ejidatarios de San José de la Nueva Esperanza y Guadalupe Tepeyac han pedido que se quiten esas construcciones. Según el municipio San Pedro de Michoacán, dichas obras se hicieron con el consentimiento del director del nosocomio.
Inaugurado por el presidente Carlos Salinas de Gortari, poco antes del alzamiento zapatista, su imagen de hospital moderno y suntuario en medio de la selva de campesinos "marginados" (como se les clasificaba entonces) dio la vuelta al mundo después del 94. Hasta el 9 de febrero de 1995, cuando el Ejército federal ocupó el poblado, se llamó Hospital General Emiliano Zapata-Ernesto Che Guevara, muy a pesar de la Cruz Roja Internacional, que por entonces lo empleaba como sede dentro de la zona de conflicto.
Es conocida la historia del gran edificio cuyo equipo médico ultamoderno desapareció inmediatamente después de la inauguración, para servir seguramente en la inauguración de otro hospital, por aquello de la foto. Viejas costumbres del presidencialismo, que no se inventaron en el salinismo modernizador, nada más se heredaron.
"Cuando la migra aprieta"
La carretera transelvática que teóricamente une Ocosingo y Las Margaritas con San Quintín se encuentra en tan malas condiciones que está prácticamente interrumpida. Los derrumbes en Santa Martha y Pachán, respectivamente en las cañadas de Patihuitz y Las Margaritas, dejan casi en condiciones de aislamiento una de las zonas más militarizadas de Chiapas, en cuyo trayecto se encuentran La Realidad y su Aguascalientes. Pero mientras el Ejército federal y las constructoras privadas edifican y pavimentan con celeridad los cuarteles del río Euseba y Guadalupe Tepeyac, no muestran interés en reparar los caminos ya intransitables para la población civil.
Por otra parte, la hostilidad de la policía migratoria contra los extranjeros que visitan la selva Lacandona y los Altos se incrementó notablemente la semana pasada. A la par del endurecimiento en los puestos militares de revisión, los agentes del INM practican interrogatorios agresivos, y reparten alegremente citatorios y amenazas de expulsión. Por lo menos en un caso, con el respaldo de la policía municipal y la Procuraduría General de la República.
Cuatro ciudadanos italianos fueron detenidos en Ocosingo la semana pasada por la fuerza pública, por considerarlos "sospechosos", y entregados a la PGR, la cual a su vez los remitió al INM. Después de ser retenidos ilegalmente durante varias horas, y ante la falta de pruebas de que hayan violado la ley, los italianos fueron liberados, sin que se les pudiera aplicar ninguna sanción migratoria. Según diversas denuncias, en algunos retenes son los soldados quienes señalan para la migra a los extranjeros "sospechosos". Con el recrudecimiento de estas prácticas, al cuarto para las doce del cambio de régimen, se despiden los gobiernos priístas estatal y federal sin que haya señales de que las cosas vayan a ser diferentes después de diciembre.
"Conversación en El Candidato"
El camión de pasajeros se llama "El Candidato", según puede leerse en la defensa trasera, y recorre la carretera fronteriza. En Maravilla Tenejapa lo abordan un grupo de campesinos y varios soldados vestidos de civil que les vienen haciendo conversación.
-ƑCómo ven ustedes la situación de que perdió el PRI?
-Pues de la chingada- responde uno de los campesinos-, ese Fox dice que los va a sacar a ustedes de Chiapas, y entonces qué vamos a hacer.
-Eso va a pasar, a menos que ustedes vayan y le pidan a Vicente Fox que nos deje en los cuarteles.
"Porque nosotros vamos a cumplir lo que él mande. Por nuestra parte, mientras no nos ordenen un enfrentamiento, está bien. Si hay orden de atacar, somos los que vamos a tener que morir, y como que no aguanta. Unos mandos están de acuerdo de que nos vayamos, y otros que dicen que debemos permanecer en estas posiciones".
El soldado platicador lleva de pronto la conversación a rumbos inesperados, al agregar:
-Tienen ustedes que ver la exigencias de los zapatistas, están muy claras. Ahí sí chingaron ellos, los zapatistas.
-Pero cuando ustedes se vayan, Ƒcómo vamos a quedar?- dice uno de los indígenas, sorprendido de escuchar ese punto de vista en un soldado.
-Pues igual que antes de que llegáramos nosotros, que a ustedes no les pasaba nada- redondea el militar.
Los campesinos, evidentemente priístas, bajan en Pacayal. Los soldados siguen hacia Comitán.
Varios asientos atrás viajan otros indígenas, que en todo este tiempo no han abierto la boca. El soldado platicador voltea hacia ellos y les pregunta:
-ƑY ustedes por qué no hablan? Han de ser zapatistas.
Los aludidos lo niegan, y el soldado les pregunta de dónde son.
-Venimos de un ranchito, no sabemos nada de lo que están hablando.
-Eres ranchero, con razón no tienes idea. Miren, está cabrón. Mejor les conviene ingresar con los zapatistas. Esos que se bajaron no saben nada. Esos van a perder.
-ƑPor qué?- se aventura un campesino.
-Porque los zapatistas van a ganar. No ven que no nada más en México, en muchas partes del mundo tienen gente para apoyarlos.
Esta conversación, auténtica, por improbable que suene, termina en este punto, cuando los indígenas, desconfiados, vuelven a su mutismo por lo que resta del viaje.