MIERCOLES 18 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Alejandro Nadal Ť
Nuevo gobierno, viejo programa
Las metas macroeconómicas anunciadas para el primer año del nuevo gobierno son un despliegue de falta de imaginación. El equipo de Fox propone para el 2001 frenar la economía para mantener un equilibrio precario en las finanzas públicas y la cuenta corriente de la balanza de pagos. Las nuevas metas incluyen un ajuste presupuestal por 35 mil millones de pesos (mmdp) para alcanzar un déficit fiscal de 0.5 por ciento del PIB.
Hasta cierto punto, el programa anunciado es normal. Si no se pretende cambiar nada importante en la arquitectura del modelo económico neoliberal, hay que seguir jugando con sus reglas. Una regla es que no se puede solucionar el desequilibrio extremo en el corto plazo sin provocar una desaceleración o una recesión.
Por eso el paquete económico para el 2001 guarda las mismas características que en su momento adoptaron los zedillistas para enfrentar la crisis en 1995. Las condiciones por las que atraviesa la economía no requieren medidas de emergencia como las instrumentadas en marzo de 1995, pero los foxistas estiman que sí se requiere reducir en 45 por ciento el ritmo de crecimiento económico. No importa si las promesas de combatir el rezago en materia de empleo y bienestar social quedan incumplidas.
El abandono de las ofertas de la campaña electoral no es lo único malo del anuncio foxista.
La política fiscal es la espina dorsal de la intervención del Estado en la esfera económica. Y la reforma fiscal que se viene anunciando indica que los foxistas renuncian a rescatar el papel del Estado como instrumento del desarrollo económico, y como instrumento para reducir la desigualdad y promover el bienestar de la población.
Para el equipo de transición la política fiscal descansa sobre las dos premisas básicas del modelo neoliberal. La primera es que debe evitar generar un déficit fiscal importante. Esto se puede lograr aumentando la recaudación, o contrayendo el gasto público. Fox seguirá el mismo camino neoliberal: el ajuste fiscal propuesto para 2001 muestra que abatir el déficit fiscal se logrará vía recortes en el gasto.
Se dice que el ajuste no afectará el gasto social. Pero el gasto social actual es insuficiente para revertir las desigualdades que el modelo neoliberal provoca. La asignación presupuestal para el IPAB -unos 40 mil millones de pesos (mmdp)- no sufrirá recortes y el gasto militar -que rebasó en 1999 los 23 mmdp- seguramente saldrá intacto.
La segunda premisa es que la recaudación debe aumentar a través de impuestos indirectos, en lugar de incrementar la carga tributaria a los estratos de más altos ingresos. La eliminación de la tasa cero del IVA sobre medicinas y alimentos es parte importante de esta visión. Eso se acompaña del objetivo de reducir la evasión fiscal. El principal blanco aquí es el llamado sector informal.
La reforma fiscal anunciada seguirá vinculada a las distorsiones y vicios que caracterizan a las finanzas públicas. Por ejemplo, a pesar del crecimiento de 7 por ciento en el primer semestre de este año, la participación del impuesto sobre la renta en los ingresos fiscales totales cayó de 23.2 por ciento al 22.6 por ciento en el periodo. La participación de la recaudación por IVA en el total de ingresos se mantuvo constante, pasando de 15.5 a 15.8 por ciento en igual lapso.
En contraste, los ingresos no tributarios crecieron poco más de 78 por ciento. El componente correspondiente a ingresos sobre extracción de petróleo creció 164 por ciento, según la SHCP.
Es decir, el incremento en los ingresos fiscales este año no proviene de una saludable expansión de la recaudación asociada al crecimiento de la economía, sino fundamentalmente del elevado precio del petróleo en el mercado mundial.
Nada en los planes del nuevo gobierno permitirá corregir esta distorsión. De hecho, el precio promedio de la mezcla mexicana proyectado para el año 2001 (18 dólares por barril) nuevamente está por debajo del precio esperado. Al igual que el gobierno saliente, el equipo de Fox destinará la renta petrolera a cubrir cargas financieras, especialmente el servicio de la deuda y el rescate bancario.
Se argumenta que la reducción de la expansión de la economía mexicana se debe a la desaceleración de la de Estados Unidos. El problema es que las bases del crecimiento no están ligadas al conjunto de la economía nacional, sino sólo a las armas vinculadas al sector externo. Y por falta de liderazgo en lo económico, el gobierno de Fox se resigna a mantener sin cambio la estructura del modelo neoliberal.
El nuevo gobierno tiene ya sus viejos programas.