MIERCOLES 18 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Carlos Martínez García Ť
El hombre que quiso ser rey
ƑHistoria-ficción? ƑComedia y humorismo? ƑMaterial para sicoanalistas? Son preguntas a responder por un bibliotecario que se enfrente a la tarea de bajo cuál temática clasificar el libro de Carlos Salinas de Gortari: México, un paso difícil a la modernidad. Para nosotros, que por deber profesional estamos obligados a leer el mamotreto, el poco menos de millar y medio de páginas es un esfuerzo tan vano como voluminoso por tratar de convencer a los lectores de que su autor es un excelso estadista incomprendido por un entorno de incapaces y mal agradecidos.
Grandilocuente como es, maestro de la pirotecnia verbal, consumado torcedor de evidencias, no se conformó con escribir su versión de los hechos que relata en el libro, sino que tuvo la necesidad de hacerlo de manera espectacular. Por ejemplo, cuando presentó la obra en el marco de una feria del libro en Madrid declaró a los reporteros que el acto era para dar a conocer su escrito a la Comunidad Europea. Cualquier otro libro presentado en esa misma feria fue un acto que no rebasó los límites geográficos del lugar donde se celebró la exposición, pero --Salinas dixit-- el del ex presidente mexicano fue un acontecimiento mundial sólo comparado a las presentaciones que de sus nuevas producciones hacen los rock stars. Tal vez más preocupado en publicitar su pesada obra (en gramos y por lo reiterativa) que con expectativas de que en México se lea, es que desliza esta serie de afirmaciones contradictorias entre sí que saltan apenas uno comienza a recorrer las páginas de su frustrado ejercicio apologético.
Entre los milagros que el poder autoritario hace, por lo menos así lo infiero del libro, es multiplicar el tiempo de un presidente y darle días que tienen más de 24 horas. De otra manera no nos explicamos cómo es posible tener en la misma jornada maratónicas sesiones con el equipo negociador del TLC, entablar conmovedoras conversaciones con ciudadanos(as) agradecidos(as) porque desde la Presidencia de la República se les está devolviendo la esperanza y el futuro, entrevistarse con reporteros de la prensa mundial, hacer llamadas telefónicas con reconocidos líderes de la sociedad global y tomar pormenorizadas notas de todas las actividades desarrolladas en su dilatado día. Definitivamente aspira a que su libro se venda, pero no a que se lea, porque si lee las reacciones serán ataques incontenibles de risa o arrebatos de ira, pero de ninguna manera incremento alguno en la credibilidad de quien supuestamente redactó el farragoso texto.
En la realidad imaginada por Carlos Salinas se autodescribe como un personaje con los arrestos para hablarle al presidente George Bush --"con un tono fuerte y él aguantó"--, en julio de 1992 . Cuando en enero de 1993 se reunió con el presidente electo Bill Clinton, éste --según las notas tomadas entonces por el propio Salinas-- "elogió mucho las reformas que hemos hecho y se declaró admirador de Solidaridad... Lo vi abrumado por el problema del déficit fiscal en Estados Unidos. Algunas cosas que había ofrecido en su campaña, me dijo, no las iba a poder cumplir; pues las cifras del déficit crecían. Le sugerí que le hablara a la gente con la verdad (igualito que hizo Carlos Salinas durante todo su sexenio con los mexicanos, sic de CMG), pero que no la desalentara. Le describí lo que nosotros habíamos hecho para disminuir el déficit en México y se quedó impresionado". Más adelante, el 9 de febrero, tuvo amena charla con Henry Kissinger, quien "estaba impresionado con lo que él consideraba las veleidades de la política mexicana: durante los cuatro primeros años de mi gobierno, todos los dirigentes mexicanos con quienes él tenía relación le hablaban todo el tiempo acerca de lo bien que yo estaba haciendo las cosas; ahora, todos estaban preocupados por el perfil del próximo presidente".
Pobre país que no tuvo otro Carlos Salinas de Gortari para suceder a Carlos Salinas de Gortari. En su acuciosidad de los notables, que cotidianamente recibía, apunta que a finales de enero de 1993 Pelé platicó con él de sus aspiraciones a lanzarse por la presidencia de Brasil, tuvo diálogo con el pintor colombiano Fernando Botero, además charló con el ex torero Silverio Pérez y lo visitó Cantinflas. Como no lo menciona, estamos imposibilitados de confirmar si también se reunió con Chespirito y la Chilindrina.
Más allá de lecturas sicoanalíticas, que tienen su lugar, el caso de Carlos Salinas de Gortari debe ser analizado teniendo en cuenta que en su sexenio contó con redes de poder y económicas que apoyaron incondicionalmente sus políticas. Es un error perder en el horizonte de la responsabilidad personal que tiene el ex presidente en la crisis político económica la parte que le corresponde a los beneficiarios del capitalismo de compadres que impulso el salinato. Casi todos ellos siguen en sus puestos y las memorias de su benefactor debieran ser una buena oportunidad para aclarar las turbias privatizaciones de su sexenio.