MARTES 17 DE OCTUBRE DE 2000

 


Ť Ugo Pipitone Ť

Dos pasos adelante y dos atrás

En este fin de año ocurren acontecimientos que requieren un comentario conjunto. Entre las señas positivas, están:

1) la desaparición del escenario de Milosevic y Fujimori. El mundo será más respirable gracias al menor espacio para un nacionalismo criminal y para delirios domésticos de seguridad convertidos en tramas de negocios sucios internacionales. 2) Europa que avanza en Biarritz hacia una redefinición de sus poderes internos para dar cabida a numerosos nuevos miembros que ampliarán la Unión desde 2003. Lo hace parcialmente y se da tiempo hasta diciembre, hasta la Conferencia Intergubernamental de Niza. Europa avanza lentamente; lo que, si se quiere, puede descomponerse en dos frases independientes.

Entre las señas que indican cargas sistémicas globales y agudos dolores localizados, están:

1) El renacimiento del conflicto palestino-israelí que, antes de manifestarse en forma plena, ya dio formas inequívocas de barbarie. Y para que la historia no olvide, tenemos dos fotografías recientes: un niño asesinado por los soldados de Israel y un joven soldado israelí lanzado de una ventana hacia una turba palestina que lo espera para completar la obra del carnicero. 2) El resurgimiento del delirio homicida de ETA: una muestra del poder letal del nacionalismo en la época posnacional. Una mezcla de ignorancia dogmática (bendecida por la causa revolucionaria) y de fe xenófoba. Otra vergüenza del mundo, circunstancialmente española, expuesta por sus protagonistas con pornográfica autocomplacencia.

En este fin de año ocurre sobre todo un acontecimiento positivo: la desaparición del escenario de dos dictadorzuelos, cuyas obcecaciones y paranoias costaron caras a sus pueblos: en tiempo desperdiciado y en atrasos acumulados. Pero, como siempre, mientras algunos problemas se resuelven otros se agudizan.

El conflicto medioriental encarna un problema antiguo que ha dado pruebas sobradas de no resolverse solo. Hay luchas que enaltecen las virtudes de los contendientes. Esta no es de ese tipo. Y como si no fuera suficiente, amenaza con repetir una historia de hace 27 años, cuando la economía mundial cayó de rodillas ante la cuadruplicación del precio del petróleo. Para Israel ha llegado el momento de pagar las consecuencias de tantas decisiones arbitrarias y de tanto populismo interno pagado con tierra palestina. Para Palestina ha llegado el momento de demostrarse a sí misma que sus instituciones existen y que no están en poder de las oscilaciones anímicas de la turba. La incapacidad de los dos contendientes de generar en su seno lo necesario para una convivencia mutuamente provechosa, alimenta hoy una rabiosa impotencia de cada bando.

En España, en el otro extremo de ese Mediterráneo que sigue siendo terreno de reconquistas anheladas, ETA siembra cadáveres como si fueran cheques pagaderos en el paraíso de la independencia vasca. Esa misma ETA "revolucionaria" y "nacionalista", que hace pocos meses asesinó a un periodista vasco pacifista --José Luis de Lacalle-- que fue comunista y veterano de la lucha antifranquista. Un delirio que ha perdido hace tiempo cualquier conexión con cualquier causa que pudiera justificarlo. ETA encarna el síndrome de una batalla que, a diferencia de aquélla de los palestinos, no tiene sentido alguno. Y es necesario apilar más y más muertos para evitar que en cualquier momento la sensatez obligue a alguien a preguntarse: Ƒpor qué? ƑPara qué? Cuántos más muertos, tantas más razones para evitar cualquier forma, por tan tímida que sea, de autocrítica.

Un sano recordatorio, el que viene de este fin de año: los dictadores a veces se van tan curiosa e inexplicablemente como aparecieron. Pero hay delirios más persistentes y ETA es uno de ellos. Moraleja: cualquiera que diga que Pol Pot es un fenómeno asiático, miente diciendo la verdad.