MARTES 17 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť Alberto Aziz Nassif Ť

ƑEl país que ya se fue?

Cuando pasan acontecimientos como el del 2 de julio resulta muy fácil ubicar la frontera de los cambios políticos en México, pero cuando los datos son la descomposición de un viejo régimen, el enfrentamiento de fracciones y las luchas de la familia Salinas que vimos la semana pasada, se complica saber en dónde estamos parados. Una cosa queda clara: los restos de ese país autoritario de grupos y mafias políticas, de saqueos económicos y abusos de poder, no desaparecerán con la velocidad que se necesita para mirar al futuro. Otra cuestión queda en la incertidumbre: Ƒqué tanto afectará la descomposición de los grupos priístas que hoy se encuentran en una guerra? Y, una duda permanece: Ƒhasta dónde es sano expurgar en el pasado para limpiar la mugre acumulada en materia de corrupción e impunidad?

Cuando se afirma que lo único que cambió con el 2 de julio es el partido en el poder, se pueden establecer múltiples diferencias y desacuerdos. Sin embargo, hay que admitir que hoy en día tenemos más expectativas y deseos de cambio que evidencias fundadas. Si miramos las experiencias regionales de alternancia en el poder podemos concluir que hay modificaciones importantes en la operación y en la forma de gobernar, y al mismo tiempo quedan otras realidades que no han sido tocadas o que dependen de los espacios federales del gobierno. Del lado de la sociedad hay comportamientos que muestran cambios en su cultura política, pero el próximo gobierno es todavía una promesa.

El caso salinista muestra de manera patética el extremo al que se puede llegar en un sistema político que se acostumbró a no perder el poder. Este tipo de personajes no se explican de forma aislada; son, en su forma de operar y en sus estrategias, voz y expresión de un sistema en decadencia. Vale la pensa aclarar que más allá de los enfrentamientos personales y de los detalles, el caso Salinas tiene una representación emblemática tanto para su partido como para su proyecto y las redes de intereses a su alrededor. Si preguntamos sobre el país que permitió este tipo de presidencia, vamos a llegar a instituciones que posibilitan, como lo han hecho desde hace décadas, un manejo muy discrecional del poder.

Hoy frente a las expectativas de un nuevo gobierno no se trata sólo de hacer la disección de un caso como el de los hermanos Salinas, sino de pensar e imaginar qué tipo de reglas y de instituciones se necesitan en México para que no vuelvan a aparecer este tipo de expedientes, y si vuelve a suceder, que sean excepciones y existan los medios para procesarlos de forma eficiente.

Hoy no se sabe con exactitud de qué tamaño serán los casos de corrupción que se encontrará el nuevo gobierno a partir del primero de diciembre; pero se puede suponer que si los medios de control y vigilancia han dejado pasar casos como el de Fobaproa, lo más probable es que haya muchos intereses que tendrán que ser removidos y limpiados. Cuando se piensa en limpiar y combatir la corrupción lo primero que se desea es poner en práctica un operativo completo para que no quede ningún signo de esas viejas prácticas. Pero, desafortunadamente, los operativos de limpieza son muy complicados; sólo hay que ver lo que pasa con los cuerpos policiacos en el Distrito Federal, como un ejemplo de lo que podría pasar en todo el país. Además, cada expediente que se quiera limpiar no sólo empezará a contaminar el ambiente político con una nube de polvo, sino que además provocará inestabilidad. ƑCuántos expedientes conflictivos pueden aguantar el país y el gobierno antes de caer en una situación de ingobernabilidad? Otra forma de plantear el problema es: Ƒhasta qué nivel es necesario limpiar para que se genere una administración transparente y con credibilidad social? ƑSe puede construir un país democrático sobre múltiples esqueletos guardados?

Una de las experiencias de los estados en donde ha habido alternancia es que los primeros cambios no generan inercias positivas, y fácilmente se pueden revertir hacia las situaciones anteriores. La alternancia es sólo un primer paso necesario que posibilitará cambios para que el país vaya hacia un sistema democrático, el cual no se produce de forma automática. Por lo pronto, tenemos alternancia, pero el viejo sistema no se ha ido y hoy se quiere restaurar en territorios regionales, y ahí está el caso de las elecciones en Tabasco, en donde el PRI puso en práctica los viejos métodos del fraude y compra de votos.