LUNES 16 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Concluyó el desperdicio de novillos en la temporada más chica 2000


En forzada decisión, se otorga a El Arriero la Oreja de Plata

Ť La mejor entrada del serial Ť Alternantes sin celo y sin sello Ť Inédita otra buena novillada

Lumbrera Chico Ť Convertido en homenaje al empresario y aficionado, que no taurino, Antonio Ariza, por su apoyo a la fiesta brava mientras estuvo al frente de una empresa vinícola, el otrora apasionante concurso de la Oreja de Plata resultó una síntesis de la pobreza técnica y artística del serial novilleril más tedioso de que se tenga memoria, y oportunidad de recabar fondos para el sindicato blanco de los toreros.

Ojalá sesudos investigadores en manejo de imagen logren incursionar en la índole y efectos de los apoyos que empresas diversas ofrecen al cada vez menos interesante espectáculo de toros en México, ya que ni con aquéllos ni con éstos la tauromaquia nacional tiene para cuando repuntar.

Luego de una subasta de artículos varios en la sede de la Asociación Nacional de Matadores, de sabrosos pasodobles a cargo de la banda de música de la Secretaría de Marina antes del festejo, de pueblerino desfile de señoritas vestidas de manolas y del paseíllo del rejoneador potosino Jorge Hernández III y los novilleros Leopoldo Casasola, Jorge Benavides, Carlos García Méndez, Ricardo González y Guillermo Veloz, los asistentes tendrían una emoción adicional.

En efecto, en despliegue de imaginación y camaradería por parte de la agrupación de matadores y de la empresa que los explota, detrás de los alternantes apareció un contingente formado por el homenajeado Ariza, el empresario Herrerías y una docena de matadores en retiro y en activo, algunos de traje y corbata, otros de saco y jeans y otros más sin saco.

Ya por decoro, ya por sentido práctico, el contingente se redujo a la mitad, el homenajeado recibió algo como una charola y dio media vuelta al ruedo, agradeciendo la ovación de los despistados asistentes. Por su parte, Ricardo González El Arriero fue a recoger un gallo que le aventaron del tendido de sol en premonitorio detalle, pues a la postre se llevaría el trofeo en disputa, no obstante su discreto desempeño.

Buen sabor de boca había dejado el joven caballista Hernández la tarde de su presentación, y sin que su labor de ayer haya sido afortunada puede decirse que sigue teniendo futuro... si continúa su preparación en otro país. Fuerte ovación en el arrastre recibió su abecerrado y repetidor novillo de la ganadería de Real de Valladolid, como también serían aplaudidos segundo, cuarto y quinto, sin que sus deficientes lidiadores supieran estar a la altura.

Novilleros sin ansias

Casasola es un muchacho interesante, ya que torea mal pero conecta bien. Lleva más de 70 festejos toreados y no acaba de entender que si no se embarca a las reses, menos se las manda, por lo que volvió a caer en el detallismo insubstancial. Socarrón, se dio una vuelta por su cuenta entre los chiflidos del público y la diana de la empresa.

Jorge Benavides Cúchares toreó bien de capa, tanto en verónicas como en chicuelinas andantes pintureramente rematadas con el manguerazo de Villalta. A diferencia de sus alternantes, sabe quedarse quieto, pero tampoco ha aprendido a mandar. En su descargo, hay que decir que le tocó arriero.toros.04 el astado menos manejable.

Carlos García Méndez devolvió las orejas de su actuación anterior. Da la impresión de que se quedará en las filas de los estilistas, de aquellos que torean bonito sólo reses de pastueña embestida.

Ricardo González El Arriero aunque con la muleta tiene sello no acaba de reflejar el celo y sigue aliviándose en muchos de los pases. Tuvo en sus manos al mejor novillo y apenas consiguió una faena entre altibajos.

Y Guillermo Veloz, por mal apodo El Pausado, es todo rapidez y nerviosismo, por lo que deberá placearse más si es que quiere destacar.

Un juez que no hubiera sido Heriberto Lanfranchi, habría tocado los tres avisos a más de un alternante.

En cualquier caso el pobre desempeño de los jóvenes hacía obligado declarar desierto el trofeo en disputa, y sólo un taurinismo urgido de triunfadores pudo conceder el premio a quien distó de merecerlo.