LUNES 16 DE OCTUBRE DE 2000
Dos estampas
REGIAS
Ť CUTRES Y DIVERTIDOS Ť
El absurdo y los borrosos recuerdos infantiles, esos lejanísimos principios de los ochenta que dieron vida a Jonás González y Alejandro Rosso, aparecieron convertidos en música de caché, adornada con ese culto a lo cutre y lo entrañablemente ingenuo y divertido (en esencia lo que más feliz nos hace) que los caracteriza: el dueto regio se llama Plastilina Mosh y el segundo disco presentado se llama Juan Manuel (Virgin 2000). En el Hard Rock Live éran pocos, afuera llovía a mares, el Zócalo desbordaba eskatos, pero a quienes ahí los llevó el oleaje, se la pasaron muuuy groovie, pues los Mosh dieron su cien.
Plastilina Mosh, desde el nombre del disco y su paquete electrónico de prensa (Electronic Press Kit, EPK, pa' los enterados), que en pantallas mostró en video al verdadero Juan Manuel, ese típico cuate de la infancia que al crecer hace cosas muy distintas a ti, pero así lo quieres -nerd aunque simpático y buen amigo, presentado cual gurú y ejemplo de vida a seguir-, recuerda que muchas veces los intereses de la infancia y los amigos de entonces son los que nos permiten prevalecer frescos, carcajeados y nada amargados.
Y es exactamente así, como los juegos y las amistades infantiles, la música que los Plastilinos presentaron con suma alegría, de a traje negro, la noche del sábado: jocosa, desafiante, desinhibida, desprejuiciada, pero nunca ñoña: percusiones electrónicas en combinación con nuevo y potente bataco (Ruli Derbez) que levanta cañón a la banda; Rosso maestrísimo en los teclados, ya en el clásico Rhodes, ya en un Korg emulando un sesentero Hammond, clavado en sentimientos jazzy, demostrando clase, fineza y desmadre en un solo par de manos; Jonás en guitarra y bajo rocanpunketísimos (más que en el primer disco) y voz electrónica vía efecto Vocoder setentoide.
Ironía, antisolemnidad, surrealismo, art nacó. Cervezas que se trepan, hastío, evasión; no hay más que hacer en el 2000 sino gozar. La revolución no se hace ya desde tu televisión, como dijera Plastilina en su debut discográfico Aquamosh (1997); ahora claman entre estructuras de aluminio: "ƑDónde está el amor? En la televisión". O mejor: "Es mejor [amar] que matar / buscarte en el buró [Ƒhablarán de la foto para masturbarse, del condón?] brincar en el colchón y hacerte una canción". La revolución ahora está en ellos mismos, en la expresión personal: ''Somos la revolución en sistema cuadrafónico''. Y, Ƒde qué preocuparme cuando me carcome la soledad, si ''mi estéreo es héroe nacional''? Ejemplares claros de una generación que no encuentra sentido, mas vive sin que tal condición le quite el sueño: ante todo, ríe y se porta sensato.
La canción que da título al disco, Juan Manuel, es tipo presentación de programa cursi de televisión, con canto desafinado adrede. Tiki Fiesta es un agasajo de a Rhodes, güiro y marimba cósmicos. En el disco hay rolas en inglés, en portugués y español mezclados: la globalización no es un cuento. Boom Box Baby, Mauricio Garcés y Aquamosh, hacen las delicias a lo lobby bar, mientras un público con frío se va a acomodando. En Graceland ("como el nombre del rancho de Elvis Presley", dice Jonás), Rosso denota, sabrosón al piano, su formación clásica y jazzera, mientras un acordeón invitado le da en conjunto a un funk maravilloso, y es cuando la gente se prende a todo swing.
Afroman se te sube a la cabeza, y al final de la rola evocan a Rocky/Stallone con Eye of Tiger. Baretta suena esplendorosa, de nuevo entre Rhodes y la voz electrónica de Jonás, modulada por tonos desde la guitarra. Aunque aún escaso, el público e incondicionales disfrutan gozosos, ya instalados en un ánimo más subido. En Pornoshop, las pantallas se inundan de chicas SailorMoon en pelotas, ya masturbándose, ya fajando entre ellas. Se avientan una onda que corea Purrum, pum pum, en la que Ultraman destroza Godzillas en las teleras.
Luego, dos muestras de que el rock y el punchis pueden convivir sanamente, fueron International Stereo, porque "mi vida está en 1,2,3,4,5,6,7,8 tracks", y Super Combo Electrónico, que invita al reventón multicultural en red: "Con el rumba, shé que bare / te tumba requesaca por w,w,w / pa'que viaje por el mundo repartiendo el pachangón". Macizas, contundentes, machinas. Plastilina Mosh termina con Goodbye Happy Farm, rola coproducida con ellos por Money Mark, ídolo electrofunky, y Encendedor. El concierto fue corto cual suspiro. Su música y humor, definitivamente, no son fáciles ni masivos. Aunque apenas cubrió el primer piso, el público lleva caras harto alegres.
(Patricia Peñaloza)