LUNES 16 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Hermann Bellinghausen Ť
Lo que importa
La mariposa quería ser pájaro. Un anhelo ridículo. ƑQué necesidad tienes?, le insistían sus parientes más cercanos, incluidas las orugas, que siempre cargan aspiraciones y ellas mismas ya quisieran. Las demás bestezuelas del nicho ecológico, al verla en los arbustos, las antenas dirigidas al cielo en actitud soñadora, aferrada a la copa para defenderse del viento, la dejaban estar, pero la molestaban con sus críticas.
De que un lugar les gusta a los bichos, se aparecen todos. Como pocas veces, uno se siente tentado a postular la generación espontánea. En esa coexistencia numerosa, la cucaracha, majadera de entrada, y superladrona, tuvo para la mariposa sólo insultos y salivazos. La plebe tiraba pullas tan vulgares que las cándidas catarinas se pusieron coloradas, sorprendidas también de la necedad de esa desadaptada.
Vuelas, pones huevos, te transformas, qué más quieres, se exasperaba la hormiga Pancha, que no espera nada que no pueda conseguir su trajín de carga y descarga. Acepta su carencia de ambición, si se la echan en cara. De imaginación, diría Calixta.
La araña Calixta era la única que daba por su lado a la mariposa que quería ser pájaro. Tienes razón, ha de ser lindo comer insectos en vez de ser uno de ellos.
No es eso, la mariposa se defendía de su aliada, es cómo vuelan.
A Calixta no le impresiona que otros vuelen. Trapecista, funámbula y cazadora, lo que de recursos tiene le basta y sobra. Y si en algo se asemeja a las aves es en la base de bichos de su dieta.
La mariposa ponía tanta concentración en su deseo que de la raíz de sus alas verde esmeralda brotaron dos largas plumas, del doble de largo de su gusano, que le conferían un aspecto aerodinámico. Sus finas patas se empezaban a bifurcar, como garras. ƑPodía hablarse de mutación? ƑO era un caso aislado? El aspecto le siguió cambiando. No parecía de su familia, ni a nadie más en aquel estrato entre el suelo y el cielo.
Aunque la mona se vista de seda, mona se queda, la jeringó Lisa la colibrí una mañana. Hacen falta músculos y huesos, querida, le siguió diciendo; aleteaba a mil por hora, sin cambiar de lugar ni posarse, por puro alarde. Pancha alegó estar muy ocupada y se formó en la fila en marcha de las hormigas, adiós.
Más racional, la polilla se dio un descanso, y mascando sin cesar su chicle de aserrín, le habló a la mariposa de la evolución de las especies, de lo abajo que se ubicaban ambas en la escala filogenética, entre vertebrados e invertebrados median millones de años, que pusiera los pies en la Tierra.
Ahórrense el simposio, dijo la mariposa a todas sus tías, es cuento mío.
La libélulas soltaron la risa. De esas frívolas nadie espera un punto de vista, pero no quedó claro de qué lado estaban, si reían de la mariposa, o de las otras por lo que la mariposa les decía. Simposio, ji-ji.
Entonces Calixta: No hagas caso, tus plumas son estupendas.
Te falta pico, dijo Lisa la colibrí.
Cállate, replicó la mariposa. Y la colibrí, que no suelta presa fácilmente:
Para ensuciarse de polen están buenas, eso que tienes no son alas.
Uf. Lo peor que puede pasarle a un tímido es que lo agarren para chisme del vecindario. La mariposa, sin discutir más, cogió vuelo en una ráfaga que vino y se dejó llevar, lacia, un rato, admirando la destreza de las aves que de tan alto Ƒacaso la divisaban?
El aire, se consolaba la mariposa, el aire es lo que importa. Y soñaba con volar mientras volaba.