LUNES 16 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Consenso entre escritores de países americanos


Urgente, convertir las lenguas indígenas en idiomas oficiales

Ť "Están a la par del español; no son de segunda ni de tercera"

Arturo Jiménez, enviado, Cancún, QR, 15 de octubre Ť Los gobiernos de México y de otros países de América deben, "de una vez por todas", reconocer a las lenguas indígenas como oficiales, no como idiomas "de segunda o de tercera", sino a la par del español, fue la voz común que comenzó a tomar forma ayer en la población Felipe Carrillo Puerto durante un día más del itinerante segundo Encuentro Continental de Escritores en Lenguas Indígenas y Afrocaribeñas.

No se trata de una demanda surgida en forma espontánea y sorpresiva, pero ahora es replanteada por más de 50 poetas, narradores y ensayistas indígenas de varios países de América organizados; además, es hecha en la antes llamada Chan Santa Cruz, precisamente en lo que fuera cuartel general de miles de mayas rebeldes durante la Guerra de Castas: la Casa de la Cultura.

Luego de una conferencia de Carlos Lenkersdorf, el momento de las preguntas y respuestas se transformó en un clamor indignado que quizás adelanta algunas de las conclusiones-demandas a las cuales los participantes de este encuentro podrían llegar hoy, aquí y que tal vez llamen la "Declaración de Cancún".

Presencia de Jacinto Pat

Maratónica fue la jornada de ayer en Felipe Carrillo Puerto, uno de los últimos bastiones de la resistencia maya durante la Guerra de Castas, y en Tihosuco, población en la cual el pasado convulso es asunto presente y cotidiano, ya sea por la estatua del líder rebelde Jacinto Pat, ubicada en la plaza central de este lugar.

O ya sea también por el monumental convento local sin muro ni fachada al frente, desaparecidos a cañonazos por las "tropas mexicanas", o por algunas casonas del siglo XIX aún en uso y que recuerdan el desarrollo económico regional en esa época, o simplemente porque la población de aquí, en su mayoría indígena, aún mantiene demandas insatisfechas.

En Felipe Carrillo Puerto los trabajos comenzaron por la mañana y al mediodía los creadores indígenas se trasladaron a Tihosuco para realizar una ofrenda floral y otra lírica al pie de la estatua de Pat, quien con Cecilio Chí y Manuel Antonio Ay, al frente de más de 40 mil hombres, estuvieron a punto de tomar las ciudades de Mérida y Campeche.

Por unas enormes bocinas colocadas al centro de la plaza de Tihosuco, un animador hablaba en maya, sin traducir. Hacía para la población, una vez más, el recuento de aquellas hazañas. Luego, también en maya, el poeta Jorge Cocom Pech tomó la conducción y traducción del acto.

Desde temprana edad, Pat mostró su temperamento inquieto, relató el profesor Carlos Chan Espinosa, director del Museo de la Guerra de Castas. Pat fue comerciante, político, buen lector, conocedor de las autoridades regionales y del mundo de los franciscanos, pero "nunca perdió la cabeza, pues sabía el compromiso que tenía con su pueblo".

Gregorio Vázquez Canché, escritor maya de Quintana Roo, leyó un fragmento de El quebranto del jade. "Días y dioses pasan por nuestros ojos", evocaba y luego recreaba el "reino carcomido" del presente.

Serafín Bermúdez, escritor ñahñú (otomí) del estado de México, dijo a sus compañeros indígenas que es tiempo de despertar y unir existencias. "No nos dispersemos. Es el tiempo de la esperanza. Regresemos a la casa mayor".

Con voz excelente, Roselia Jiménez regaló un "canto tojolabal" que penetró por todos los rincones del pueblo y apaciguó los ánimos atormentados por el calor.

Al final, Elucura Chihuailaf, mapuche de Chile y secretario general de Escritores en Lenguas Indígenas de América, colocó una ofrenda floral en honor de Pat. Todos recorrieron el museo, impresionante por la historia que cuenta y por la forma en que lo hace.

De regreso, antes de entrar de nuevo a Carrillo Puerto, los escritores ofrendaron su voz a las alumnas de la escuela normal y al público local. Irma Pineda y Macario Matus, poetas zapotecas de Juchitán, Oaxaca, se llevaron la tarde.

Ella recreó árboles-hombre sexualizados y conmovió a todos. El los alucinó con poemas llenos de erotismo de su libro Lemura ("Tu nombre ha quedado /bajo mi lengua. /El celo tuyo se enredó /en mis dientes de nutria").