LUNES 16 DE OCTUBRE DE 2000
Ť Claudia Gutiérrez, madre, abogada y policía
Los hombres no se acostumbran aún a recibir órdenes de mujeres
Ť Siempre tenemos que demostrar más para que crean en nosotras
Elia Baltazar Ť Es policía judicial. Comandante, para ser precisos. Y hasta ahora la única mujer en la corporación capitalina que cuenta con este nombramiento y que ha recibido el reconocimiento al valor por la captura de un delincuente que el año pasado asesinó a dos compañeros que se encontraban a bordo de su patrulla, en un operativo de vigilancia en Iztacalco.
Se llama Claudia Gutiérrez Valencia, es abogada, madre de una pequeña de un año, y durante 10 años se ha desempeñado en la Policía Judicial del DF. "Me retiré de la corporación sólo un tiempo, mientras concluía mis estudios de derecho, porque entonces no obtuve apoyo de mis superiores. No me dejaban ir a la universidad, aunque ya hubiera terminado mis labores, y al día siguiente siempre me encontraba con mis boletas de arresto o me amonestaban".
Reconocida en la PJ como investigadora de primer nivel, Claudia se ha desempeñado en diferentes áreas de la Procuraduría capitalina, entre ellas la Dirección de Lenocinio, en Delitos Sexuales y ahora como subdirectora en el Centro de Atención para Personas Extraviadas y Ausentes (Capea), donde es responsable de un grupo de policías judiciales.
Siempre a la cabeza de sus equipos en los operativos, "porque soy mando y siempre voy por delante", no son pocas las anécdotas que acumula en su historial. La más importante para ella, la captura de quien asesinó a sus compañeros en Iztacalco, a quien enfrentó a balazos para someterlo, sorteando incluso las agresiones de vecinos de la colonia Ramos Millán, que salieron a defender al delincuente. "Sabía que íbamos por él, que lo estábamos buscando y por eso iba armado. Así que en cuanto nos vio, nos atacó".
La comandante Gutiérrez pudo haber muerto, pero "las mujeres contamos con un instinto especial, incluso frente al peligro. Y aquí le entramos parejo, no como antes, que nos tenían sólo para las labores administrativas".
Así comenzó ella, como secretaria de uno de sus "mandos", a quien de tanto insistir convenció para que la dejara salir a las calles. Ese día vivió su primer enfrentamiento, y respondió. "Desde entonces me la rifo como todos".
Después fue transferida a la Dirección de Delitos Sexuales, "donde quizá he vivido las experiencias más fuertes, porque la mayoría de las víctimas son niños, y esos casos de verdad te pegan".
Recuerda, por ejemplo, cómo atrapó a un hombre que abusaba de una menor en una escuela primaria. "Cuando la madre se dio cuenta del cambio de comportamiento de su hija, la llevó al médico, y él se dio cuenta de que la menor había sido objeto de abuso sexual. La madre presentó la denuncia, y la primera persona que se perfilaba como sospechoso era su padre".
A Claudia no le latió. Comenzó a ganarse la confianza de la menor, para lograr interrogarla sin causarle más daño. "Por fin un día la niña nos dijo quién había sido. Se trataba de un maestro de computación de su escuela, a quien protegía incluso la directora porque era su familiar. Apenas lo agarramos a tiempo, porque estaban a punto de salir de vacaciones y ya sabía que estábamos cerca de él".
Claudia "ama" su trabajo. Pero sabe que "no es fácil mantenerse en actividades que antes sólo se pensaban para los hombres". Y lo dice por ella y por todas sus compañeras. Madres solteras o divorciadas la mayoría, una de sus principales peticiones es contar con una guardería que responda a sus necesidades. Porque no es lo mismo trabajar en una oficina que perseguir delincuentes, sin horario fijo.
Su demanda pronto se verá cumplida, pues la PGJDF ya tiene el inmueble y el proyecto para la estancia infantil. "Fue a partir de esta administración que comenzaron a tomar en cuenta nuestras opiniones, y hasta hemos tenido reuniones con el procurador (Samuel del Villar)".
Para llegar a donde está, Claudia ha tenido que sortear todos los obstáculos que se le imponen a las mujeres en este medio: "Soporté en su momento arrestos, por negarme a ceder a acosos. He tenido que esforzarme para ganar el respeto de mis compañeros, que aún no se acostumbran a las órdenes de una mujer. Y siempre tenemos que demostrar más para que crean en nosotras".
Claudia tiene metas, sueños. "Quiero llegar al sistema de reclusorios, porque me preocupan mucho las condiciones que enfrentan las mujeres en las cárceles".