DOMINGO 15 DE OCTUBRE DE 2000




Salutación al licenciado Salinas

La obra no escatima las anécdotas por lo que no faltan crímenes, errores decembrinos, osamentas, detenciones, hermanos pillos y hasta una huelga de hambre. Sabemos que en la primera versión incluía el fusilamiento de una sirvienta, pero por cuestiones de equilibrio ese pasaje fue retirado


Gerardo OCHOA SANDY

Ťsalinas-mascara-zocalo-jpe El campanazo editorial de Plaza y Janés, México. Un paso difícil a la modernidad, del licenciado Carlos Salinas de Gortari, no tiene parangón. Nos desconcertó al principio, pues no sabíamos a qué género literario correspondía. No es una novela histórica, aunque el autor se ocupe en documentar, con conocimiento de causa, el periodo 1988-1994, años en los que, comprometido con su momento histórico, encabezó los destinos de aquella bella nación. Tampoco es reportaje de actualidad, a pesar de las copiosas citas e innumerables fuentes, que amén de una envidiable erudición debieron haber implicado vigilias tempranas y desvelos inacabables, pues sabido es que escribe de puño y letra los documentos que lega a la posteridad.

Reconozcamos sin embargo que exhibe dotes de periodista imparcial al citar por igual a Luis Donaldo Colosio Murrieta (qepd) que a Héctor Aguilar Camín y a La Jornada como al Centro Nacional de Meteorología (Cenam). Mención especial requiere el reconocimiento que le brinda al periódico La Crónica, que no tuvo la oportunidad de llevar el registro de sus actos como primer mandatario, porque todavía no existía, pero que desde 1995 ha resarcido esa omisión.

Desde el punto de vista literario, el licenciado Salinas inventa el género de la "explicación a los mexicanos" con una fortuna que no se había visto en su patria desde la generación del crack. Contrario a Borges, para quien cada libro debía encontrar su lector, y a Pirandello, que obligaba a sus personajes a ir en busca de un autor, don Carlos, nigromante del materialismo dialéctico e inspirado en la Santísima Trinidad, concilia aquellas falsas oposiciones. Entonces autor, personajes y lectores no son sino compatriotas. Y en confrontación con los literatos de aliento breve, nuestro reseñado se explaya hasta alcanzar las mil 394 páginas, por encima de las 746 de Los bandidos de Río Frío de Manuel Payno y las 936 de Los miserables de Víctor Hugo, con los que guarda secretas coincidencias que no escaparán al homme de lettres.

México. Un paso difícil a la modernidad cuenta la guerra entre tres grupos: los reformistas, la nomenklatura y los tecnócratas. Esa es la parte correspondiente a la ficción, que luego robustece con la información documental a la que nos hemos referido con anterioridad. No escatima las anécdotas propias del género por lo que no faltan crímenes, errores decembrinos, osamentas, detenciones, hermanos pillos y hasta una huelga de hambre. Sabemos que en la primera versión incluía el fusilamiento de una sirvienta, pero por cuestiones de equilibrio ese pasaje fue retirado, decisión que aplaudimos, en aras de no distraer al lector del asunto central: la denuncia, sin autocensuras, de la traición de Ernesto. Nos atrevemos a decir que es un homenaje a Buenos muchachos de Martin Scorsese.

Un "continuará" que nos regocija es el final abierto: a las futuras generaciones, nos dice el autor, corresponderá escribir un nuevo capítulo de liberalismo social.

Don Carlos sabe que las dimensiones de su obra podrían desmoralizar al lector. Para facilitar una lectura veloz, incluye pequeños resúmenes en los márgenes de las páginas y ofrece un minucioso índice de nombres, de modo que quien así lo desee pueda buscarse sin necesidad de leer el volumen completo. No debe dejar de señalarse la revolución promocional. Eso de que los personajes declaren en contra del libro es sensacional. Sin menoscabo del dinamismo con el que desahoga su agenda para atender asuntos familiares. (Desde aquí y en nombre de los mexicanos le deseamos la pronta mejoría de su señor padre y que su hermano Raúl, aficionado a la pintura y buen conocedor de La Biblia, pronto nos deleite la pupila con una exposición que comentaremos con mucho gusto.)

Le encontramos a esta obra algunos reparos, pero son de poca monta. El libro no incluye colofón, por lo que no sabemos el tiraje, lo cual afectaría sus derechos de autor, en demérito de su legítimo deseo, como cualquier escritor, de vivir de sus regalías. Y las erratas, que no escasean. Sugerimos también una página en Internet con links a sus discursos de gobierno y a lo que esté diciendo en este preciso instante. Y su foto en la portada, aunque inmortaliza su mirada cariñosa de siempre y su imperturbable sonrisa sincera, desentona con el contenido. Los destinatarios de su explicación le sabrán perdonar estos detalles. Deseamos que México pronto encuentre su lugar en el mundo de las letras.

Dice el corrector que lo ha leído que será un clásico. Enhorabuena.