Ť Impide la consolidación de la industria y hace a los realizadores dependientes
El subsidio oficial mata al cine, dice el director Oscar Blancarte
Ť El sinaloense participó en el festival de Chicago con su filme Entre la tarde y la noche
El cineasta independiente Oscar Blancarte (1949), quien estrenará en México Entre la tarde y la noche, cinta protagonizada por Angélica Aragón, Manuel Ojeda, Lumi Cavazos y Francisco Gattorno, opina en entrevista que a los problemas históricos del cine mexicano (su falta de consolidación como industria, las pretensiones de fama de los realizadores y la carencia de autocrítica) se suma otro, que incluso califica de asesino: el subsidio estatal. Desde el sexenio de Luis Echeverría, pero de forma escandalosa en el de Salinas de Gortari, la incipiente cinematografía nacional, dice, coquetea, se deja seducir y muere, poco a poco, asfixiada por los subsidios.
La singularidad de Entre la tarde y la noche radica en el manejo de ciertos elementos fantásticos por medio de complejos efectos visuales. El filme hizo su debut en los circuitos internacionales, en el marco del Festival de Cine de Chicago, que culmina el 18 de octubre.
Autor del guión y director del filme, Blancarte es contundente cuando traza las carencias y tropezones de la industria: ''El subsidio estatal mata al cine. En la época de Ignacio Durán lo dije: darle dinero a alguien para hacer una película sólo significa crear empresas fantasmas que no consolidan a la industria. Durante el periodo salinista, el engaño se dio al crear una economía falsa. No se forjaron guionistas, actores, editores... ¡nada! Fueron puras apariencias".
En esos años varios directores hicieron su primera película ?puntualiza Blancarte?, algunas buenas, otras regulares y la mayoría malas, pues eran por encargo, lo cual, de entrada, limitaba a los cineastas, ya que el apoyo era sólo para las historias que gustaban al Estado; ''otra clase de propuestas no tenían cabida, así que los resultados fueron cintas light que no cuestionaban nada y en las cuales todo en el país era muy bonito; casi como el cine nazi, que todos eran felices y prósperos''.
Falta de autocrítica
Como consecuencia directa de esta situación, refiere el director de Dulces compañías (1994), surgió otro fenómeno curioso: los realizadores perdieron la capacidad de autocrítica, de mirarse en el espejo y analizar sus propios errores y aciertos. ''Tiene que ver asimismo con el rigor del creador respecto de su proyecto. No hay una mentalidad de disciplina y madurez, en términos generales. Si alguna película es mala, la salida común es: 'fue un encargo', pero esto no tiene nada que ver; la calidad es tu responsabilidad.
''Otra de las actitudes evasivas de los realizadores es que si van a un festival y si no ganan, hablan mal de él, pero si tiene algún apoyo entonces vuelven diciendo que es lo máximo. Pareciera que muchos directores están preocupados por todo, menos por la película''.
Renuente a parecer inquisidor, pero consciente de las incapacidades del medio, Blancarte ?quien ha sido merecedor de reconocimientos como el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cinemafest, en Puerto Rico, y el Premio como Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Ourense, de España? afirma que su creación no vive en función de premios y festivales, tal como ocurre con buena parte de sus compañeros:
"El lugar común es mostrarse más preocupado por ganar un premio en Cannes o gustarle a cuatro críticos, que hacer una película como compromiso personal. Existen directores que quieren alcanzar el éxito emulando estilos triunfadores, como puede ser el cine de Almodóvar, lo cual resulta un auténtico problema que sólo denota la falta de identidad y talento".
Las carencias del cine mexicano ?aclara el director sinaloense? son las mismas que en el resto del mundo. No porque se hagan 500 filmes anuales en Estados Unidos, éstos necesariamente son buenos: "Más que el dinero, lo importante es el talento y, lógicamente, no todo mundo lo tiene. Lo que debe hacerse en México es fortalecer la industria, crear otras opciones para las generaciones venideras de cineastas y, en consecuencia, para el público''.
Necesario, consolidar la industria
¿Qué se requiere para fortalecer la industria? Blancarte, egresado del CUEC y cineasta independiente desde 1972, considera que en México todavía hace falta desarrollar todos los mecanismos de producción, distribución y exhibición, pero, sobre todo, lograr que todos estén inmersos en el juego del mercado o, en otras palabras, lograr la consolidación de la industria.
Al final de cuentas el cine es una industria de entretenimiento, de arte o de cultura, la cual requiere de cierto engranaje para funcionar. ''Si no hay productores que no dependan del Estado sino que arriesguen su capital e inviertan en una industria de alto riesgo, como es esta, pues no vamos a llegar a ningún lado. Además, ¿qué rigor puede haber si los que levantamos nuestros proyectos tardamos cinco años entre uno y otro? Es muy difícil en estas condiciones conservar la vitalidad, el ojo, la experiencia que da el trabajo cotidiano''.
Todo este panorama ?según Blancarte? tiene mucho que ver con que el cine mexicano, en buena medida, ha sido auspiciado por el Estado, volviéndose acrítico: "¿Por qué no hay guionistas? Porque no hay productores. Escribes un guión y puedes esperar años para que se produzca. Generalmente lo logramos quienes tenemos una compañía, director-productor, pero un escritor normal no puede. Los exhibidores, por otro lado, suelen ir hacia la lana, igual los distribuidores''.
Oscar Blancarte ha realizado diversos cortos y largometrajes, entre los primeros puede anotarse Owen (un poeta olvidado), Oscar Liera (Pasión por el teatro) y El milagro del campo. Para filmar Entre la tarde y la noche, este cineasta tuvo que esperar cinco años después de Dulces compañías, ello a pesar de que el guión estaba escrito desde principios de los noventa. El proyecto sin embargo salió adelante con el apoyo del Fondo de Fomento a la Calidad Cinematográfica e Imcine.
?¿Por dónde cree que deba caminar el cine mexicano del nuevo siglo?
?Debe haber una especie de apertura democrática, que todos los artistas, de las tendencias que sean, se puedan comunicar. La democratización del arte permitirá la desaparición de todas esta mafias que controlan la cultura del país, y sólo entonces se podrán vislumbrar otras posibilidades. Todo se podría resumir en números: en la época de Echeverría fueron seis directores los que hicieron cine, en la de Salinas fueron otros seis, y así no puede funcionar la industria. Requerimos la polarización de ideas, expresiones, lo cual exige una industria fortalecida donde se permita a directores tan disímbolos como Paul Leduc o Benjamín Cann (Crónica de un desayuno) tener las mismas oportunidades para hacer cine.
''Lo que pasa ahora ?añade? con ciertos filmes de éxito no es ningún indicativo. No creo que porque le vaya bien a una película le va a ir bien al cine mexicano. Debe haber una gran pluralidad, no encasillarse. Es necesario que el dinero que llegue para la industria del cine, no sólo sea del Estado sino que éste sea un promotor, un auspiciador que permita a los cineastas expresarse. Tienen que surgir compañías reales, no fantasmas como las de la época de Salinas. ¿Dónde están todos esos chavos que dirigieron sus operas primas en ese entonces? El asunto es tener obra y hacer oficio".
(Ruth Monterrubio)