DOMINGO 15 DE OCTUBRE DE 2000

 

Ť José Agustín Ortiz Pinchetti Ť

Salinas contra el sistema tlatoani

El desastre político personal y familiar de Carlos Salinas es prueba de que una inteligencia brillante puede actuar como una trampa contra su propietario. El ex presidente, deslumbrado por su talento y su narcisismo, cometió el error de violar una norma fundamental del sistema presidencial neotlatoani. Atacó al presidente monarca, 45 días antes de lo debido, y el aparato le devolvió el golpe.

Entre los usos y costumbres que sustentaron -y que sustentarán hasta el último aliento- al Sistema estaban varias reglas fundamentales que se han ido rompiendo progresivamente. Déjenme recordarles tres: 1. "El presidente monarca designa a su sucesor, seleccionándolo discrecionalmente dentro de su círculo mágico. No responderá ante nadie de esta decisión".

Ernesto Zedillo designó al candidato oficial y lo impuso (aunque disfrazó su decisión con la curiosa impostura de la "elección primaria"). Sin embargo, no pudo convertirlo en su heredero. Al fin el pueblo pudo elegir libremente a un candidato opositor. Zedillo tuvo el acierto histórico de no utilizar el recurso extremo del macrofraude para convertir a Labastida en tlatoani. No se atrevió, o no quiso desafiar la iracundia nacional poselectoral. Esta decisión le dará un prestigio mayor con el paso del tiempo del que le atribuimos sus contemporáneos (siempre y cuando la situación financiera se mantenga más o menos estable durante unos 12 meses).

2. Otra norma consuetudinaria: "El presidente monarca y las gentes de su círculo mágico, colaboradores y parientes en primer grado, son impunes".

Zedillo violó parcialmente y parcialmente respetó esta norma. Metió a la cárcel a Raúl Salinas de Gortari, hermano, asesor y -por lo visto- "coyote" del ex presidente. El fiscal lo acusó, por órdenes del Presidente, de delitos económicos y de homicidio.

Sin embargo, Zedillo respetó exquisitamente la impunidad del ex presidente Salinas, quien pudo conservar su fortuna, libertad, redes de negocios, alianzas. Ningún otro colaborador de Salinas fue molestado. Todos aquellos que habían formado parte de su gabinete económico siguieron en puestos clave. La política neoliberal puesta en marcha por Salinas, a partir de 1985, continuó su curso. Todo siguió básicamente igual. Pocos regímenes han sido tan claramente continuistas. Incluso puede decirse que el zedillismo fue un salinismo con Raúl en Almoloyita.

3. Otra norma del sistema tlatoani podría redactarse así: "El presidente monarca es presidente monarca, y por lo tanto sagrado hasta el último minuto de la última hora del último día de su reinado".

Por supuesto que todos los priístas respetaron esta norma, pero en particular los ex presidentes, pese a que habían sido asesinados virtual y simbólicamente por sus herederos. Esperaban pacientemente hasta que el parricida dejara el poder para entonces defenderse y criticarlo.

Salinas rompió con esta norma, ciego de furia organizó un operativo en que involucró a comunicadores, medios, editores y grandes recursos. Su instrumento de ataque contra Zedillo y de autodefensa resultó un libro de mil 400 páginas con un peso aproximado de dos kilos. El libro, que merece ser leído por los interesantísimos materiales que recopila, tuerce su intención al volverse un proyectil que Salinas arroja contra Ernesto Zedillo. Lo acusa de una campaña de desinformación contra él y su familia y del hundimiento de la economía mexicana por una imprudencia de uno de sus colaboradores que Zedillo no pudo atajar.

Esta impugnación fue un error estratégico. La credibilidad de Salinas se había hundido sin remedio hacía seis años. Ni los 35 volúmenes de la Enciclopedia Británica podrían restaurarla.

Es cierto, Zedillo tiene una gran responsabilidad en el desastre de aquel siniestro invierno de 1994-1995, pero no como presidente, sino como colaborador de Salinas. Formó parte de su gabinete económico y seguramente se dio cuenta de la forma en que se hundían progresivamente las reservas mexicanas. Como muchos otros aceptó la complicidad. "Tapó" al ex presidente para evitar una querella y para mantenerse en el círculo mágico.

A pesar de la riqueza mítica que se le atribuye a Salinas, no tenía recursos para atacar a la encarnación del Estado presidencial, éste todavía capaz de triturar de un coletazo a sus oponentes peligrosos.

Salinas no logró que nadie le creyera a pesar de su libro y sus entrevistas. Pero el gobierno le dio el golpe final: con alta probabilidad hizo llegar a manos de la televisión rival de aquella que defiende tan devotamente al ex presidente la grabación de una conversación muy comprometedora entre Raúl y Adriana Salinas de Gortari. Un comunicador agresivo, con gran sentido de oportunidad, la mostró en el momento oportuno a un pueblo ávido de venganza. Entonces comprobamos todos lo que todos sabíamos: los Salinas eran un solo equipo. Un grupo que saqueó el erario federal, que construyó una red de fortunas y negocios inexplicables.

Es probable que Carlos Salinas contrataque de nuevo y que cometa otros errores graves. Va a dar la oportunidad al presidente Vicente Fox para organizar una comisión investigadora que revise el fondo profundo de complicidades y corruptelas en que terminó el salinismo. Será una forma de legitimarse. Fox hará lo que de modo prudente Zedillo decidió no hacer: violar la norma sagrada de la impunidad absoluta de los ex presidentes. Pero Fox no tiene por qué respetar esos viejos usos y costumbres; él y nosotros pertenecemos ya a otro tiempo histórico. [email protected]