SABADO 14 DE OCTUBRE DE 2000

 


Ť Juan Moreno Pérez Ť

El programa económico para 2001

Después de muchos titubeos y de algunas declaraciones contradictorias, Eduardo Sojo y Luis Ernesto Derbez, coordinadores en materia económica del equipo de transición de Vicente Fox, dieron a conocer un avance de lo que serán los criterios generales de política económica para 2001. Este anuncio permite empezar a conocer lo que realmente pretende hacer el presidente electo, más allá de la retórica y de las muchas promesas de campaña.

Como es sabido, el documento de criterios de política económica normalmente acompaña a la iniciativa de Ley de Ingresos, la cual determina de dónde obtendrá el gobierno sus recursos; y al proyecto de presupuesto de egresos, que define cómo se gastará ese dinero. Así, los criterios de política económica incluyen el diagnóstico del Ejecutivo respecto a lo que sucede en la economía, las metas para el siguiente año y la justificación de las mismas.

En diversos foros, Vicente Fox dijo que para fines del presente año enviaría propuestas para abrir las industrias eléctrica y petroquímica a la inversión extranjera, así como para iniciar una reforma fiscal integral. Después de varios anuncios, seguidos de declaraciones que los contradecían, muchos agentes económicos empezaron a mostrar nerviosismo. Por ello, el anuncio de lo que contendrán los criterios de política económica resulta muy positivo.

En materia de crecimiento económico se espera una desaceleración, al pasar el producto interno bruto (PIB) de una tasa de crecimiento esperada de alrededor de 7.4 por ciento para el presente año, a una más modesta, situada entre 4 y 4.5 por ciento para 2001. Ese menor crecimiento se asocia a un menor dinamismo de la economía estadunidense, a la cual está directamente vinculada nuestra economía.

Respecto a la inflación, se busca continuar la senda observada en los últimos años, hasta confluir con tasas de crecimiento de los precios similares a las de nuestros principales socios comerciales para 2003. Así, de una tasa de inflación de alrededor de 8.6 por ciento para este año, se plantea alcanzar una de sólo 7 por ciento para el siguiente.

Para el tipo de cambio, que registrará un promedio anual de 9.5 pesos por dólar al terminar el presente año, se anuncia una meta de situarlo en un promedio de 10.1 por dólar en 2001. Con ese comportamiento, la paridad dejaría de estarse sobrevaluando, ya que el desliz esperado (6.6 por ciento), sería un poco superior al diferencial de inflación con Estados Unidos.

Para el precio del petróleo se supone un promedio de 18 dólares por barril para la mezcla mexicana. Como también se anuncia un aumento de la plataforma de exportación para alcanzar 1.8 millones de barriles diarios a partir del mes de febrero, los ingresos por este concepto pasarán de los 14 mil 800 millones de dólares esperados para este año, a sólo 11 mil 800 millones para 2001.

En materia de ingresos no se propone ningún cambio, ya que la multianunciada reforma fiscal se dejará para el próximo año. Así, se calcula que los ingresos públicos aumentarán en 3 por ciento, en términos reales. Como el PIB real crecerá en una tasa mayor, se espera una reducción en la recaudación del alrededor de 0.3 por ciento del PIB. El ejercicio es demasiado simple, ya que sólo incorpora la reducción en los ingresos petroleros, dejando lo demás constante.

En materia de gasto sí se observa un cambio que puede ser muy preocupante. Siguiendo la regla del gobierno de Zedillo de presentar cada año un déficit menor, para aparentar que las finanzas públicas están sanas, se propone reducir el déficit de uno por ciento del PIB esperado para el presente año, a sólo 0.5 por ciento para el próximo. Dada la reducción esperada en el ingreso, se pretende alcanzar esa meta recortando el gasto.

Los voceros de Fox afirman que será necesario un ajuste del gasto de 41 mil millones de pesos (a precios de 2001), para lograr ese déficit. El citado recorte se refiere supuestamente al gasto "ideal" de Fox, según sus muchas promesas de campaña. En realidad, ese ajuste resulta de un ejercicio también muy simple, el mantener la misma proporción actual del gasto respecto al PIB.

Como he señalado en otras ocasiones, el gobierno de Zedillo está heredando una gran cantidad de compromisos de gasto, derivados de la enorme deuda que ha mantenido oculta (Fobaproa, Pidiregas, etcétera), los cuales empezarán a impactar de manera muy importante en el presupuesto para 2001 (ver mi artículo La Deuda Pública Escondida, La Jornada 28-02-00).

Por ello, el anunciado recorte no sólo se hará respecto al sencillo supuesto de mantener el mismo gasto actual, como proporción del PIB, sino después de acomodar los crecientes gastos asociados a la deuda escondida. Aunque resulta alentadora la afirmación de Derbez respecto a que "no hay nada sagrado en el gasto", pronto podremos ver si los compromisos heredados por Zedillo son sagrados y si se dejará al pueblo mexicano esperando el cumplimiento de las propuestas por las que votó.