SABADO 14 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Alberto J. Olvera Ť

Tabasco y Veracruz: el último y peligroso PRI

mientras día tras día surgen nuevas pruebas del desmembramiento del todavía partido oficial, en Tabasco y Veracruz el PRI se juega sus últimas cartas. Por razones de historia y de coyuntura, Veracruz es hoy la principal reserva de votos del PRI y Tabasco es el feudo de su principal figura nacional, Roberto Madrazo. El destino del otrora poderoso aparato político oficial está inextricablemente ligado a la suerte del priísmo tropical.

El gobernador veracruzano, Miguel Alemán, y Fernando Gutiérrez Barrios, histórico hombre fuerte de la política local, han avalado a Roberto Madrazo como futuro líder del tricolor. Sorprende esta actitud en el contexto de la conocida antipatía presidencial hacia el político tabasqueño. Sin embargo, la clase política veracruzana, cuyos instintos están afinados por años de participación directa en las altas esferas del poder, percibe en Madrazo a un líder apto para los nuevos tiempos de la política: es un buen actor, tiene voluntad de poder, conoce los secretos del financiamiento ilícito y posee el capital simbólico para reclamar una distancia respecto del desacreditado presidente Ernesto Zedillo y de la tecnocracia neoliberal en general. Los políticos veracruzanos, disciplinados siempre al supremo poder del presidente, no ven más alternativa hacia el futuro que hacer una oposición fundada en el nacionalismo trasnochado del viejo discurso priísta y en el mantenimiento de sus redes clientelares.

La paradoja de esta situación es que, en esta perspectiva, el PRI encontrará un aliado natural en el PRD, con el cual coincide en términos programáticos formales y en el papel de oposición. Sin embargo, el tricolor y el partido del sol azteca se enfrentan en un pleito a muerte por su propia supervivencia política en Tabasco este domingo. Lo que está en juego es la permanencia del feudo madracista, que es necesaria para proyectar al propio Madrazo como un líder político exitoso en el plano nacional. Por su parte, el PRD necesita aprovechar la mejor oportunidad de su historia para capitalizar su propia fuerza política local y las profundas divisiones internas del PRI en la entidad para crear una base social y política en el sureste que, aunada a la que piensa construir Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, le permita a este líder político convertirse en un candidato viable a la Presidencia de la República en el 2006.

Como se ve, se trata de un juego de suma cero, es decir, una circunstancia en la que el derrotado tiene mucho que perder, puesto que se juega no solamente una elección local, sino que se define una correlación de fuerzas a nivel nacional. Todavía más, en Tabasco se juega la supervivencia de los pactos más oscuros entre la clase política priísta y los sectores empresariales vinculados a la economía ilegal representada por el tráfico de personas y de drogas.

El PAN nunca se decidió a apoyar al candidato del PRD para garantizar su triunfo. Haciendo gala de miopía política y de cálculos de corto plazo, el blanquiazul parece haber decidido que tiene que perder en cualquiera de los desenlaces de la elección del domingo. Sin embargo, la parálisis panista beneficia de hecho a Madrazo, lo cual hace suponer que para este partido el menor de los males es el triunfo del nuevo dinosaurio.

La sorprendente fusión en la persona de Madrazo del viejo y el "nuevo" PRI indica hasta qué punto la vieja maquinaria política oficial carece de líderes creíbles y de ideas y programas alternativos. Sólo el grado de orfandad que significa la pérdida de la Presidencia de la República explica que personajes siniestros como Madrazo puedan concitar el apoyo de sus pares en la búsqueda de la dirección nacional del tricolor.

Las elecciones de este domingo en Tabasco se llevarán a cabo en el más puro estilo del autoritarismo priísta: el gobernador Madrazo controla los medios de comunicación y el Consejo Estatal Electoral. El candidato oficial ha contado con recursos sin límite para su campaña, en un ejemplo prototípico de iniquidad. Lo mismo pasó en Veracruz, lo cual explica la hermandad de los políticos del sureste. El PRI no puede ser futuro, sino sólo pasado. Cualquiera que sea el desenlace de las elecciones este domingo, este partido habrá dado un salto hacia atrás en su penosa búsqueda por la supervivencia.