VIERNES 13 DE OCTUBRE DE 2000
Ť José Cueli Ť
Maxine
Maxine González, destacada psicoanalista, murió el jueves de la semana pasada. Se deslizó al sueño eterno después de dedicar su vida al estudio de los sueños. Como si a pesar del letargo que la embargaba, después de penosa enfermedad, continuara indagando en las imágenes oníricas. Pese a rendirse al aturdimiento y a la fatiga de la enfermedad pareciera como si hubiese conservado la seguridad de mantenerse en su sueño, en una actitud de estudio.
Maxine aprendió, en una vida entregada a psicoanalizar, lo irrepresentable de la muerte y a vivir la experiencia de esas horas lentas, peligrosas, cargadas de extraños pensamientos y terroríficas pesadillas contra las que resulta imposible defenderse; el desamparo original, la marca, el trazo, el abrirse paso del dolor en la experiencia con el analizante, cuya vida culminó en horas de larga agonía que debieron ser más largas que las demás. Esas horas en que las imágenes de desvalimiento desorganizan al ''yo" más fuerte.
Maxine González fue una defensora a ultranza de la vigencia del pensamiento freudiano. Luchó incansablemente contra la invasión, en nuestro país, de la ''psicología del yo" estadunidense, que desconoce o pretende ignorar el instinto de muerte postulado por Sigmund Freud, base de una escritura interna, organizadora del aparato psíquico.
El Instituto de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Mexicana pierde a una valiosa maestra e investigadora muy querida y se queda, a pesar de su esfuerzo, en el laberinto de las múltiples teorías posfreudianas, en el fondo prefreudianas, mientras las aulas se quedan impregnadas del conocimiento, la fuerza y el calor humano de Maxine.
Nuestra colega y amiga perdió la batalla contra la invencible enfermedad, continuó hasta el final, sobresaltada su vida profesional, retomando el hilo de la ''interpretación de los sueños", sin perder la esperanza; impregnada de una idealidad que pretendía rodear la muerte y discernir la verdad de lo soñado. Lo cual, bien mirado, es la esencia del oficio psicoanalítico, al cual se entregó.