VIERNES 13 DE OCTUBRE DE 2000
Ť El problema es creer que sólo se puede negociar cuando se llega a "la cima del horror"
La gran fiesta posible en Colombia sería "alcanzar la paz"
Stella Calloni, enviada/I, Santafé de Bogotá, 12 de octubre Ť Mientras el mapa de los enfrentamientos suma puntos oscuros cada día, la campaña electoral para elegir próximamente gobernadores, alcaldes y concejales tiene su propio ruido aquí, y no faltan las alegres caravanas en diversos lugares del país, ni la fiesta tan necesaria para olvidar las tensiones. Pero en lo que va de la campaña varios candidatos a alcaldes han sido asesinados. Por eso "La gran fiesta posible sería alcanzar la paz, pero no una paz vacía. Y eso es muy difícil", dice Camilo González, presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz, una organización que trabaja para lograrla a corto plazo), quien también es coordinador del Mandato por la Paz.
Mientras lo entrevisto para La Jornada, atiende más de seis llamadas telefónicas. Son noticias de secuestros -el de un amigo cercano- la desaparición de siete indígenas en una zona campesina, y otros hechos similares. "Así es día por día", dice amargamente.
El proceso de la paz es muy complejo. Uno de los obstáculos es lo que González llama "la ilusión militar", y analiza que "cada uno piensa que hace falta más guerra para lograr la paz. Parecen pensar que sólo se puede negociar cuando se llega a la cima del horror".
Pero aunque existe la idea de que se negocia en una correlación de fuerzas de poder, y todas avanzan, el fortalecimiento de un sector agudiza el crecimiento de los otros. Es un conflicto armado de baja y mediana intensidad que va creciendo, mientras existen espacios sociales al margen de todo. Hay un camino muy largo entre un conflicto armado y una guerra civil. Aquí no existe esa mentalidad de la pasión y la fiesta de las guerras de liberación. No existen esas escenas de epopeya. Se ve la guerra como la muerte, la devastación, la inconmensurable desgracia, sostiene Camilo González.
Se analiza también que los triunfos militares en la mayoría de los casos están significando retrocesos políticos. "Un triunfo paramilitar en sus avances en algunas regiones se expresa en asesinatos terribles, matanzas, incendios de viviendas, violaciones, un escenarrio de horror que ha perdurado en el tiempo. Escalarlo significa casi el apocalipsis. Es un salvajismo tan brutal el que se aplica que espanta a la misma gente que las autodefensas dicen proteger, y en ese contexto han surgido otros temores, el de que se está creando un monstruo y muchos tienen miedo de que los devore. A su vez, en el plano guerrillero, las retenciones masivas pueden significar un éxito militar, pero son una derrota política. El ejército bombardeando escuelas, disparando contra camiones que llevan niños y tantas otras escenas de violencia indiscriminada muestran que puede haber acumulación táctica, pero no estratégica", opina Rafael, un sociólogo de Medellín.
Y "como vemos, pesa tanto la ilusión militar, que la maduración de condiciones para un plan político son difíciles", dice Camilo González, a quien consulto por la generalizada percepción de que el Plan Colombia irrumpe como un elemento distorsionador del proceso negociador.
"Para muchos colombianos este plan, también conocido como el Plan Clinton, es un riesgo mayor de escalamiento de la confrontación armada, porque es eminentemente militar. Por definición, la ley que aprobó el Congreso de Estados Unidos es la columna vertebral, y tanto estrategia como recursos están destinados a compras de armas, apoyo logístico de inteligencia, asesoramiento militar, todos componentes de fuerza. Los proyectos sociales en realidad son subproyectos dentro de un gran plan militar. Aunque se define a sí mismo contra el narcotráfico y por la vigencia de la democracia en Colombia todo el mundo entiende que esa ayuda es un eufemismo, ya que como dicen los congresistas de Estados Unidos y los militares de aquí y de allá, el plan se dirige fundamentalmente a debilitar las bases económicas de la guerrilla, asociada al cultivo de la planta de coca.
"Es una visión, en el mejor de los casos, ingenua. Creen que obligando a salir a unas 20 mil familias de cultivadores de coca en el sur del país debilitan las finanzas de las FARC y con ello debilitan a éstas estratégicamente. Esto desde el punto de vista de los objetivos de Estados Unidos, pero por cada triunfo militar en el sur dentro de este plan, se producirán logros políticos de la guerrilla en otros terrenos porque se va a revitalizar un discurso nacionalista fuerte aquí y afuera, en el frente internacional de apoyo ante la injerencia y la agresión externa.
"El conflicto adquiere otra sensibilidad, se arma una respuesta nacionalista con gran receptividad. Así lo que la guerrilla pueda perder militarmente lo va a ganar políticamente. El Plan Colombia muestra todas esas incoherencias. Es una guerra que se disfraza de todo, una guerra travestida, se dice que es antidrogas, anti-insurgente. Supuestamente es un plan contra el narcotráfico. De parte de Estados Unidos es una ilusión militar perversa. La guerrilla, a su vez, mantiene un amplio control y expansión territorial acercándose a las grandes ciudades, y tiene un aparato financiero montado en los impuestos que no se va a detener por el Plan Colombia. ƑQué se logra entonces?"
Secuestros
Dpa, Afp, Ap y Reuters, Quito Ť Diez extranjeros fueron secuestrados hoy en un campo petrolero de la Amazonia ecuatoriana, entre ellos seis estadunidenses, presuntamente por guerrilleros colombianos, en lo que constituye el segundo plagio múltiple de extranjeros en 13 meses, en este país.
No obstante que las autoridades ecuatorianas adjudicaron la acción a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la mayor insurgencia colombiana negó de inmediato su participación y en cambio la calificó como un "montaje" y la atribuyó a una "maniobra" de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
A su vez, el presidente colombiano, Andrés Pastrana, de visita en Argentina, dijo creer en la palabra de las FARC de que no tienen responsabildad en el secuestro de extranjeros en Ecuador.