VIERNES 13 DE OCTUBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Ha comenzado a descomponerse el panorama económico nacional. La Bolsa de Valores, las tasas de interés y la paridad cambiaria se mueven con altibajos provocados por incertidumbres internacionales (los enfrentamientos entre palestinos e israelíes, la posibilidad de ataques terroristas contra intereses estadunidenses, el alza imparable de los precios del petróleo), pero también por circunstancias políticas de índole interna.

El blindaje

No parecía, hasta hace pocos días, que una crisis de fin de sexenio estuviera en el catálogo de los riesgos probables. El gobierno de Ernesto Zedillo se ha esmerado en cubrir (blindar, gustan decir los tecnócratas) todos los flancos por los cuales pudiera filtrarse una catástrofe económica. No faltan quienes creen que una de esas previsiones extremas fue incluso la de impedir (o no ayudar, o desalentar) el triunfo presidencial priísta, creyendo con firmeza que los nuevos dictadores de la vida política, que son los mercados, podrían reaccionar de manera adversa a una nueva imposición del régimen septuagenario. Los días posteriores al triunfo del favorito de los mercados, Vicente Fox, confirmaron la especulación política: la Bolsa de Valores incrementó alegremente sus ganancias, el dólar se colocó a precio barato y los grandes capitales nacionales y extranjeros se manifestaron gratamente instalados en la presunta democracia mexicana.

Al derecho y al Derbez

La luna de miel de empresarios y capitalistas con su par convertido en presidente electo de México duró poco tiempo. El equipo de transición de Fox en materia económica ha generado dudas, suspicacias, temores. Eduardo Sojo, y en especial Luis Ernesto Derbez, no han dado grandes muestras de pericia para conducir la difícil nave mexicana que en diciembre de 1994, en manos de un timonel más conocido y con más experiencia, como fue Jaime Serra Puche, naufragó con terribles consecuencias económicas y sociales para los mexicanos, y con una larga estela política que ha dado materia incluso para la frustrada revancha de Carlos Salinas, cuyo punto central de litigio es justamente la responsabilidad del llamado "error de diciembre".

A estas alturas, la ola de confianza que los hombres de negocios brindaban a su colega especialista en calzado y verduras ha ido desapareciendo, convirtiéndose en discreto recelo. Nadie está verdaderamente seguro en esos olimpos del dinero de que Fox y su equipo estén planteando correctamente la estrategia económica para el año venidero. No se trata sólo de diferir en determinados rubros y conceptos, sino de preguntarse si hay equilibrio, racionalidad, lógica y proyecto en las acciones de Fox y compañía.

Como una ofertaaa, como una novedaaad

Un indicio claro de esas reticencias se ha dado en las giras internacionales de Fox (sobre todo a Europa) a las que ha concurrido en calidad de vendedor estrella del producto llamado "México". A pesar de los esfuerzos de locuacidad y de las promesas y ofertas de todo tipo que hace en cada sesión con empresarios, Fox no ha recibido a cambio sino frases de gran cortesía, comentarios de protocolo y adjetivos solidarios, pero ninguna promesa seria de inversión o colaboración, aunque sí, por el contrario, la advertencia de esos grandes capitales de que esperarán con prudencia a ver si las hermosas palabras del mexicano se convierten en realidad, sobre todo en temas como la corrupción y la inseguridad.

El precio del petróleo

A esas dudas de origen local se han sumado estremecimientos internacionales graves. El precio del petróleo ha ido subiendo de manera desmesurada y lo seguirá haciendo si continúa agravándose el conflicto del Medio Oriente. El presidente electo de México se ha comprometido ya a poner en el mercado toda la producción nacional posible, con lo que se alínea (špero cómo no!) con los intereses estadunidenses, bajo el argumento de que no conviene a una economía como la mexicana el que las grandes potencias (por ejemplo, pero nada más es por decir un ejemplo, Estados Unidos) entren en crisis debido al alto costo del energético, pues tales problemas repercutirán inmediatamente en nuestro país. No es esa la única preocupación relacionada con la salud económica de nuestros vecinos: uno de los riesgos reales que corre nuestra economía es que la estadunidense se desacelere. En previsión de esos dos puntos, la caída de los precios del petróleo, y la reducción del crecimiento de la economía estadunidense, el equipo foxista ha preparado un programa alternativo de crisis que hablaría bien de su sentido de previsión si no fuese porque el propio Fox se ha avergonzado de él y ha querido negarlo.

El revanchismo de Salinas

Pero, a esos elementos de explicable desequilibrio (la novatez del equipo foxista, los riesgos de la transición, y los factores internacionales), se ha venido a sumar el intento de desestabilización que ha lanzado Carlos Salinas en su fallida pretensión de revancha.

Dividir y amenazar a empresarios

Dado que los elementos políticos y los detalles anecdóticos resultan más atractivos para el análisis público, poco se ha reparado en el hecho de que Salinas ha pretendido abrir una brecha clara entre los empresarios beneficiados por su gobierno y los que lo habrían sido por el zedillista. Desde luego, el hermano incómodo de Raúl Salinas no reconoce que durante su gobierno se hubiera beneficiado a un grupo selecto de empresarios que quedaron comprometidos política y económicamente con él, pero hay nombres que de manera natural están asociados a la figura del salinismo, ya por haber financiado proyectos con Raúl, como lo hicieron Carlos Peralta, Jorge Hank Rhon y Roberto González Barrera, o porque durante esa administración sus negocios prosperaron de manera increíble, como en los casos de Carlos Slim, Raymundo Gómez y Roberto Hernández, por ejemplo.

A esos o a otros empresarios, Salinas quiso espantarlos con el petate de la indiscreción. Habrían sido beneficiados por Zedillo cuando se les dio información privilegiada de que estaba en curso una devaluación, y entonces ellos, cual tiburones, se lanzaron "a vaciar en unas horas las reservas" del Banco de México. Salinas no quiso nunca dar los nombres de esos empresarios así beneficiados, y hasta matizó días después su acusación inicial, al advertir que lo criticable, y acaso punible, no era la actuación "legítima" de esos empresarios, sino la irresponsabilidad del gobierno zedillista de alertarlos sobre una medida de esa magnitud. En todo caso, no era él, Carlos, quien debía revelar los nombres de esos grandes especuladores, sino el presidente Zedillo.

En ese contexto general, con una guerra política interna declarada, con la incertidumbre respecto de Chiapas y del tratamiento que en 15 minutos quiera dar Fox al ejército zapatista y al subcomandante Marcos, con tantos factores externos bamboleantes, el panorama económico ha comenzado a presentar signos preocupantes. No está de más preguntarnos si la frágil pirueta electoral del sistema, llamada alternancia del poder, podrá resistir un embate como el que diversas fuerzas e intereses podrían lanzar en este terreno tan delicado, el económico.

La telenovela barata continúa

No se ve por dónde pueda revirar Carlos Salinas. Lo más ingenioso que se le ocurrió ayer en España fue descalificar a su nuevo acusador, Raúl, considerando que no está en capacidad de argumentar sobre sus enredos financieros debido a que ha sido "torturado". Pero ni él, ni Adriana, ni Raúl, ni el correo de valores llamado Juan José Salinas Pasalagua han podido convencer de que los pleitos familiares sean falsos y que las acusaciones de Raúl contra su hermano incómodo sean mentira. Hasta aquellos que daban al ex presidente una benévola conce- sión de duda, como Héctor Aguilar Camín, consideran que ya hay margen para asumir la corrupción como signo distintivo del salinismo.

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