JUEVES 12 DE OCTUBRE DE 2000
Ť El libro de Angel Miquel reivindica a la diva
Mimí Derba es mucho más que la segunda abuelita del cine nacional
Ť Ejemplifica la trayectoria de los espectáculos en México, dice
Miryam Audiffred Ť Con fervor, Herminia Pérez de León Avendaño siempre quiso ser una mujer muy distinta a la que en realidad era. Vivir otra vida y tener otro cuerpo, otra cara, otro corazón. Sentirse otra.
Para lograrlo, cambió su nombre y su personalidad. Se convirtió en Mimí Derba y dejó de ser una víctima perfecta del universo de las sombras. Su figura -legendaria en el mundo del espectáculo nacional- fue capturada por el investigador e historiador Angel Miquel, quien hechizado por la diva se dedicó dos años a describir el desempeño profesional de la musa en un texto coeditado por la Filmoteca de la UNAM y el Archivo Fílmico Agrasánchez y presentado la tarde de ayer en la Casa Universitaria del Libro.
Si bien la elaboración del libro Mimí Derba no tuvo como propósito original rescatar a este personaje a más de cuatro décadas de su fallecimiento, la obra terminó planteando su reivindicación. Y es que -aclara el autor- a pesar de sus aportaciones a la zarzuela, al teatro de revista, al cine mudo y sonoro mexicanos vivió en su madurez ''la vida sin gloria de la mayoría de las actrices secundarias".
Vida en constante vaivén
''Mimí Derba es mucho más que la segunda abuelita del cine mexicano", comenta Miquel quien, tras indagar en el Archivo General de la Nación, la Biblioteca de las Artes del CNA, la Hemeroteca Nacional y el Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos de la Universidad de Guadalajara, entre otros acervos documentales, fue víctima de un ''enamoramiento paulatino".
En palabras del también autor del libro Salvador Toscano -obra en la que, por cierto, abordó a otra figura clave de la historia cultural del país- es importante presentar la carrera de Mimí Derba porque ésta ejemplifica la trayectoria de los espectáculos en México.
''La pelea por el público que, a principios de siglo, enfrentó al teatro y al cine puede verse con claridad en la trayectoria de esta mujer que vivió en un constante vaivén entre el mundo del escenario y las imágenes en movimiento", indica.
Más allá de esto, Mimí Derba fue la primera productora mexicana y, tal vez, también la primera directora gracias a que, en la realización de la cinta La Tigresa -estrenada en septiembre de 1917- fue la encargada de dirigir al grupo de actores.
Por otra parte, la vida íntima de la actriz está ausente en las 150 páginas del texto que, a través del ''reflejo" de la diva en la prensa, sirve como testimonio del desarrollo del cine mudo nacional.
La ilusión de la celebridad
El libro hace énfasis en la creación de Azteca Film, compañía que impulsaron Mimí Derba y el documentalista Enrique Rosas para que -diría la actriz a un periodista- ''se vea en el extranjero de lo que somos capaces. Que conozcan nuestra clase media, a nuestra clase elevada, al pueblo limpio. No al desharrapado y sucio de que tanto hablan y da margen a tristes comentarios".
Azteca Film produjo cinco cintas que ''no han llegado hasta nosotros en colecciones públicas por lo que no es posible juzgar su calidad, aunque parece claro que eran producciones deficientes incluso comparadas con las películas extranjeras del montón".
Mimí vivió y murió con la ilusión de alcanzar la celebridad. Pero no pudo conseguirlo a pesar de su participación en cintas como Ustedes los ricos, Flor silvestre, La malquerida y Salón México o de su trabajo al lado de personajes como Pedro Infante, Jorge Negrete, Joaquín Pardavé, Tin Tan y Pedro Armendáriz.
Murió el 14 de julio de 1953 sin recibir reconocimiento público. De hecho, el acto más emotivo se lo brindó un admirador secreto que, en 1972, trasladó sus restos del Panteón Francés al Panteón Jardín, donde ahora reposa.